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“Hubo una manipulación flagrante de las palabras de Juncker sobre Cataluña”

El delegado permanente de Catalunya en Europa, Amadeu Altafaj. Foto cedida a eldiario.es

Pablo García

Bruselas —

El delegado permanente de Cataluña en Europa es una cara muy conocida por los corresponsales en la capital bruselense: Amadeu Altafaj (Barcelona, 1968) sirvió en la Comisión Europea entre 2004 y 2014, y durante casi tres años lidió con lo más duro de la crisis financiera como portavoz del excomisario de Economía Oli Rehn. En la sala de prensa del Berlaymont Altafaj aprendió que una frase mal dicha, una palabra a destiempo, puede desencadenar una tormenta. Por eso se toma su tiempo antes de hablar de Cataluña y de las inminentes elecciones. Artur Mas le dio a este periodista de formación cargado de flema la voz cantante de la Generalitat en la UE en enero pasado. Ahora trabaja casi frente a su antiguo despacho.

Ahora se lleva especular con el futuro de una Cataluña independiente, como por ejemplo su permanencia en la UE.

Me cuesta creer que las personas que hacen tales afirmaciones hayan estudiado la cuestión detenidamente, ni que asuman las consecuencias de su hipotético escenario para todas las partes. Sería muy difícilmente realizable, porque no está previsto en los tratados expulsar a un territorio de un Estado miembro. Es algo que llevaría muchísimo tiempo y muchas reuniones. Me cuesta pensar que la UE estaría dispuesta a asumir el coste político de algo parecido. Pero es que además si observamos las consecuencias económicas y financieras que acarrearía la expulsión de un territorio de siete millones y medio de habitantes que está en el mercado interior, que está en el euro, por el que transitan el 70% de las exportaciones españolas, que genera el 25% del PIB… no tiene sentido. Es un escenario perdedor para todos.

Un portavoz de la Comisión ya ha dicho que si un territorio se independiza, los tratados de la UE dejarían de ser efectivos sobre ese territorio hasta que se produjese un reingreso.

Hablamos de un territorio que está ya en la UE y por lo tanto estamos un supuesto no previsto por los tratados. Esta es una interpretación parcial y no exhaustiva de todo lo que dicen los tratados. Lo que está claro es que no hay una salida automática.

Pero la Comisión sí dijo que dejarían de tener vigor los tratados.

Sí, lo dijo el portavoz refiriéndose a preguntas europarlamentarias sobre aspectos muy muy concretos. Algunas de estas preguntas datan de hace 11 años y se refieren a Argelia. Me parece poco exhaustivo. Si tiene que haber un dictamen jurídico de la Comisión, primero debería de haber una petición de un Estado miembro. Pero no la hay. Segundo, debería de ser un dictamen sobre el tratado en su conjunto, abordando la ciudadanía europea, mercado interior, etcétera. Esto no ha sucedido y solo tenemos respuestas parciales. Dicho esto, tenemos el caso escocés que previó una hoja de ruta que permitiría que no hubiera discontinuidad en los tratados. Y aquí nadie en Cataluña, y mucho menos Junts pel Si, apuesta por una declaración unilateral de independencia. Al contrario: se prevé poner en marcha un proceso y uno de esos primeros pasos es hacer una oferta de diálogo al Gobierno español y a la UE preservando la seguridad jurídica y la continuidad de los acuerdos internacionales en aproximadamente 18 meses.

¿Y luego buscar un referéndum?

Por supuesto. Esa siempre ha sido la intención. Si hoy estamos aquí es porque todos los intentos han fracasado, pero la intención es que todos los ciudadanos de Cataluña se pronuncien.

¿Si el diálogo fracasa, habría una declaración unilateral de independencia?

La declaración unilateral de independencia no es el plan A, ni el B ni el C. Se han agotado las cinco vías que habíamos identificado bajo la legislación española y catalana para realizar una consulta, como nos pide la sociedad civil, y hemos terminado en este escenario que está lejos de ser el ideal. Servirá para tomar una mayor conciencia de lo que piensan los ciudadanos de Cataluña y no descartamos ninguna opción, incluida la citada declaración unilateral, que sería el escenario más complejo de gestionar. Y los partidos políticos españoles también cargan con una responsabilidad importante.

¿Cree que hubo error de la Comisión al traducir la respuesta al eurodiputado Santiago Fisas, según la cual se decía erróneamente que Cataluña no puede independizarse por decisión de un Parlamento autonómico?

No hubo error de transcripción ni de traducción, porque es flagrante: de una respuesta de línea y media a otra de diez. Hablar de error de traducción es un insulto a la inteligencia. Hubo una manipulación de las palabras del presidente de la Comisión. ¿Quién lo hizo? Pues no puedo saberlo porque no dispongo de las pruebas, pero es del interés de la Comisión Juncker esclarecer estos hechos. Ocurrió a pocos días de unas elecciones y metieron un añadido con una carga política importante. Tan importante, que fue portada de varios periódicos.

Hablando de periódicos, ¿cree que ha subido la tensión en los medios?

Entiendo que es un tema muy sensible que desata emociones. Es lógico que las posiciones estén muy polarizadas. Pero echo de menos la diferenciación entre noticia y opinión. También echo de menos cierta pluralidad. En Cataluña hay acceso a todos los periódicos, castellanos y catalanes, y creo que hay más pluralidad. En Madrid creo que hay menos acceso a los argumentos de los partidos catalanes. Aunque no se esté de acuerdo.

¿Qué le dicen en Bruselas sobre lo que está pasando?

Al haber trabajado muchos años en las instituciones europeas, mantengo contactos con altos funcionarios y diplomáticos de los estados miembros. Hay muchas preguntas: cómo lo váis a hacer, qué tenéis planeado. Pero también cierta perplejidad por la falta de cintura política del Gobierno español en los últimos años, ya que no ha hecho nada para encarrilar el diálogo, aunque fuera en cuestiones prácticas como el pacto fiscal o el modelo educativo. Hay una lógica de enfrentamiento que genera frustración, palpable en las calles cada 11 de septiembre. Eso también lo ven mis interlocutores, sobre todo cuando lo contraponen con lo que hizo David Cameron en Escocia.

¿Qué le movió de las instituciones europeas a trabajar para Artur Mas en Bruselas? De dar voz a la austeridad comunitaria a defender la independencia.

En los dos casos hago gestión de crisis [risas]. Yo soy un europeo convencido y practicante, y a nivel personal siempre pensé que la salida a la crisis financiera solo podía ser europea. También creo que pasa por Europa la crisis entre Cataluña y el Gobierno español y desde ese convencimiento me puse al servicio de la Generalitat. También porque como catalán y europeo me indignó la sentencia del Tribunal Constitucional en 2010.

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