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Ansiolíticos, hipnóticos y la 'psiquiatrización' de la vida cotidiana

Ansiolíticos, hipnóticos y la 'psiquiatrización' de la vida cotidiana

EFE

Madrid —

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El consumo de hipnosedantes ha aumentado en los últimos años y el porcentaje de personas que los han tomado en 2011 se sitúa en el 11,4 %, datos que avalan lo que los expertos llaman la “psiquiatrización de la vida cotidiana”, que nos lleva a acudir a estas sustancias ante hechos como una ruptura sentimental.

Según la última Encuesta sobre Alcohol y Drogas EDADES 2011-2012, el número de personas que consumen drogas en España ha bajado en todas las sustancias, salvo el caso de los hipnosedantes -somníferos, tranquilizantes o sedantes- que ha pasado del 5,1 por ciento en 2005 al 11,4 por ciento en 2011.

Para la psiquiatra del Hospital Ramón y Cajal de Madrid Enriqueta Ochoa, este aumento se debe al creciente uso de estas sustancias “de forma legal”, con receta médica, aunque también a un mayor consumo de sedantes de forma no pautada por personas que se automedican.

Estos medicamentos se usan para tratar síntomas como la ansiedad, la irritabilidad o el trastorno del sueño. “Son síntomas que pueden aparecer en distintos trastornos psiquiátricos o en situaciones estresantes”, por problemas de adaptación a distintas circunstancias de la vida.

En este sentido, esta experta explica a Efe que en los últimos años se observa en las consultas lo que los psiquiatras denominan la “psiquiatrización de la vida cotidiana”.

“Situaciones como la pérdida de una persona querida o de un trabajo provocan tristeza y ansiedad, síntomas que hace años se consideraban normales y que en los últimos tiempos provocan una mayor demanda de fármacos para mitigarlos”, señala Ochoa.

En el mismo sentido se ha manifestado el psicólogo Ricardo Ros, quien asegura a Efe que en los últimos cinco años el número de envases de tranquilizantes vendidos ha pasado de 23 a 35 millones y sostiene que desde hace tiempo “cosas normales” como la timidez de los niños o la rebeldía de los adolescentes “se tratan como enfermedades”.

Ros, autor del libro “Stop a la ansiedad”, considera que la industria farmacéutica “trata de que cualquier cosa se convierta en trastorno mental para dar el pastillazo”.

Para el coordinador del área de Neurociencias de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), José Ángel Arbesú, sin embargo, el consumo se ha incrementado debido a diferentes consecuencias de la crisis económica como el desempleo, la incertidumbre ante el futuro, la preocupación por la posible pérdida de trabajo o la sobrecarga laboral.

Se trata de trastornos adaptativos como estados de ansiedad y depresión que presentan síntomas como insomnio, palpitaciones, desasosiego, mareos o dolor, que “merman su funcionalidad diaria y por tanto la calidad de vida”.

La doctora Ochoa indica que este tipo de fármacos “pueden ser muy útiles si se toman durante un tiempo generalmente corto para controlar síntomas que pueden ocasionar mucho sufrimiento”, pero advierte de que no son la solución a esos problemas y admite que “un número importante de personas abusan de los psicofármacos como forma de controlar la ansiedad o trastornos”.

También Arbesú insiste en que estos fármacos deben de tomarse durante el menor tiempo posible, “si es posible de forma puntual” ya que tomados durante algunos meses generan dependencia y la necesidad de tomar dosis cada vez más altas para conseguir el mismo efecto.

Ros, no obstante, apunta a que la ansiedad se produce por falta de adaptación al medio “y eso una pastilla no lo resuelve”, pero -lamenta- a la Sanidad Pública le resulta “más fácil” administrar fármacos que tratarlo a través de los psicólogos. Marta Ostiz.

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