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Antonio Soler retrata el asombro de la infancia en su novela más intimista

Antonio Soler retrata el asombro de la infancia en su novela más intimista

EFE

Madrid —

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Desde una mirada “plenamente autobiográfica”, el escritor Antonio Soler ha construido en “Una historia violenta” su obra más intimista, una novela de “iniciación y muchos despertares” protagonizada por un niño que, como él, asiste desconcertado y asombrado a un mundo que no comprende.

Tras su incursión en la novela histórica con la publicación el pasado año de “Boabdil. Un hombre contra el destino”, Soler (Málaga, 1956) ha escrito una novela que tiene que ver mucho consigo mismo: “está muy pegada a mis costillas”, asegura en una entrevista con Efe.

Pero lo que empezó como una novela “puramente realista”, ha tenido una mirada “tan subjetiva” que se ha cargado de simbolismo de tal forma que siente que el pequeño barrio que retrata en su libro representa en realidad el mundo.

Ese barrio es un microcosmos en el que el protagonista conocerá el poder, el egoísmo, la violencia, incluso de los amigos, y despertará a la sensualidad a través de la tía de un amigo que llega a convertirse en una obsesión para el niño.

Las desigualdades sociales también existen en la mirada del protagonista que, dice Soler, tiene “la idea ingenua e infantil de que la imagen de los demás es la verdad y que no hay trastienda”.

Por eso, la idea de la perfección aparece de la mano de la familia de su amigo Ernestito Galiana, más acomodada que la del protagonista y su otro amigo, pero cuyo universo comenzará a resquebrajarse.

El niño es un “ojo limpio, no demasiado contaminado, que va registrando todo lo que ocurre”, explica Soler, que señala cómo el descubrimiento pleno de la vida lleva aparejado el asombro ante su fragilidad y la “bofetada” de la muerte.

Soler no ha querido retratar una época ni una localidad en concreto para no restar fuerza a los personajes que rodean a este niño “que tiene una sensibilidad especial y que está muy atento a lo que ocurre a su alrededor porque se siente vulnerable y frágil”.

Un niño que, como en el caso del propio autor, vivía desconcertado “por la falta de asimilación con el entorno y armonía con el resto del mundo”, recuerda.

“Me cuestionaba muchas cosas, cuestiones trascendentes que vivía como si se debieran a una falta de adaptación y de comprensión y que yo no veía que los demás echaran de menos. Pensaba que había algo que a mí no me habían explicado”, relata el autor.

Este desconcierto ya fue relatado por Soler en un libro de relatos conjunto con el resto de miembros de “La Orden Del Finnegans”, grupo de escritores fundado en 2008.

En ese relato autobiográfico ya reflejó su falta de comprensión hacia el mundo que le rodeaba, situación que le hizo sentir una “desubicación vital profunda” y considerarse “un marginado”.

A los 11 años, explica Soler, fue cuando encontró en la literatura un refugio que le sirvió al principio de escape aunque, con el paso del tiempo descubrió que leer le llevaba al centro de la existencia, de tal forma que “no se trató de una huida sino de una inmersión”.

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