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Armas oxidadas y veteranos de guerra enseñan en Camboya la historia del país

Armas oxidadas y veteranos de guerra enseñan en Camboya la historia del país

EFE

Siem Reap (Camboya) —

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Un extenso y decrépito arsenal de armas recolectado en los abandonados campos de batalla de Camboya se exhibe en un museo en las afueras de Siem Reap, donde veteranos de guerra enseñan a los turistas la historia bélica del país.

Una amalgama de tanques oxidados, cañones de artillería pesada inutilizados, un helicóptero de transporte Mi-8 y hasta una versión china del cazabombardero soviético Mig-19 son parte de esta muestra que permite a los visitantes interactuar con el armamento.

“Es una buena idea poder hacerte fotos 'molonas' y al mismo tiempo aprender de la historia del país”, comenta mientras carga un oxidado rifle de asalto AK 47 el estadounidense Scott David, de 24 años de edad y quien hace un recorrido turístico por varios países del Sudeste Asiático.

Después de tres décadas de inestabilidad política y guerras civiles durante la segunda mitad del siglo XX, miles de minas antipersona y bombas sin detonar continúan enterradas en Camboya, causando decenas de muertos cada año.

“Colocábamos minas, la mayoría de fabricación rusa o china, para causar el mayor número de heridos posibles. En el campo de batalla, un muerto se puede abandonar, pero con los heridos se tiene que cargar y así se restan unidades al enemigo”, explica a Efe Sok Sophorn, veterano de guerra que trabaja en el museo desde enero.

Desde que a mediados de la década de los sesenta del siglo pasado las tropas norvietnamitas establecieran campamentos en el lado camboyano de la frontera común, aprovechando que la por entonces neutralidad del país respecto a la guerra de Vietnam, comenzaron a sucederse una serie de revueltas que desembocaron en un conflicto bélico interno.

Estados Unidos, que apoyó el golpe de Estado de 1970 en Camboya para ganar aliados en la batalla de Indochina, lanzó entre ese año y 1973 hasta dos millones de toneladas de bombas en territorio camboyano para acabar con la guerrilla comunista de Vietnam del Norte y sus socios locales que se ocultaba en la selva fronteriza.

La ascensión al poder del Jemer Rojo (1975-1979), aliados del Partido Comunista Chino y la facción norvietnamita, significó el periodo más negro de la historia reciente de Camboya con la muerte de 1,7 millones de personas en purgas políticas y deportaciones al campo en condiciones infrahumanas.

Tras varios enfrentamientos entre las milicias de los jemeres rojos y vietnamitas, a finales de diciembre de 1978, las tropas de Vietnam invadieron Camboya a finales de diciembre de 1978 y tomaron en la capital el mes siguiente, para poner fin a la Kampuchea Democrática de Pol Pot, líder jemer que pasó a combatir desde la jungla.

“Comencé a luchar para el Ejército de Camboya en 1979 para patrullar y defender varios pueblos de los ataque de la guerrilla Jemer que se había establecido en el noroeste del país. En 1982 escapé y me uní al Frente de Liberación Nacional Jemer para tratar de expulsar a los vietnamitas de territorio camboyano”, indica el guía y excombatiente de 55 años.

En 1984, Sok se desplazaba con el grupo armado por la provincia de Banteay Mean Cheay, fronteriza con Tailandia, cuando pisó una mina antipersona que le mutiló la pierna izquierda y le obligó a retirarse de la lucha.

Se calcula que desde 1970 a 1998, entre 4 y 6 millones de minas fueron colocadas en Camboya, especialmente en las provincias del noroeste del país donde los combatientes del Jemer Rojo hicieron fuertes sus posiciones.

Bajo un cobertizo de madera, Sok muestra a los turistas diferentes modelos de minas antipersona y anticarro que aún a día de hoy continúan siendo un problema.

La envoltura de miles de bombas que quedaron enterradas con la carga explosiva activa en los lodazales de Camboya y que posteriormente fueron desactivadas comparten techo con fotos, banderas y uniformes de los diferentes periodos de guerra.

Más de 60.000 personas han sido víctimas de la explosión de minas antipersonales y bombas dormidas desde 1979, según datos del Centro Camboyano de Acción contra las Minas.

En 1998, Pol Pot murió en Anlong Veng, una aldea fronteriza del norte de Camboya, tras permanecer arrestado durante más de un año por sus antiguos seguidores.

Su muerte supuso el fin del Jemer Rojo, que se desintegró en los meses siguientes en deserciones y peleas internas.

“Ahora tenemos paz, ni jemeres rojos ni nada. Ya no tenemos miedo como en el pasado. La sociedad se ha unido, nosotros no hablamos de las pertenencias a un bando u otro (durante la guerra civil). Vivimos en paz y estamos muy felices por ello. No queremos repetir la historia pasada”, sentencia el veterano de guerra.

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