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Catalanes, ¿cómo es que no tenéis miedo?

Albiol dice que a la gente no le preocupa "el debate jurídico" de la nacionalidad" sino sus ahorros y su empleo

Suso de Toro

El camino que ha escogido una parte numerosa y decisiva de la sociedad catalana se presentaba lleno de riesgos y en la campaña electoral los partidos y los poderes del estado los han hinchado a base de bien, era lo esperable electoralmente.

Porque lo que ya nadie discute es que esto no son unas elecciones entre partidos sino un verdadero plebiscito sobre una decisión de tanto calado histórico que dividió a todos los partidos en dos, el partido del “sí” y el partido del “no”. Realmente la propuesta que hacía Rajoy hace un par de días, ponerse de acuerdo todos los del “no” para gobernar, no es descabellada. Más allá de que haya muchas personas que no se acaben de encontrar en un lado o en otro, lo que está escenificado son dos sujetos políticos de un lado España, con su estado, y del otro Catalunya, que pretende tenerlo.

Conforme fue avanzando la campaña más y más se fueron detallando los peligros que traería la declaración de independencia pero ocurrió algo inesperado, esos peligros en vez de resultar cada vez más amenazantes y verosímiles se fueron deshinchando. Las amenazas de ruina: “ya se están marchando empresas a Madrid”, contrasta con el aumento de las inversiones extranjeras en el primer semestre del año (1.959 millones); “perderá mercados”, contrasta con un aumento del 7`4 % según el Ministerio de Economía; “los bancos marcharán”, pero a continuación desmienten tal dislate presionados por sus inversores y ahorradores; el gobernador del Banco de España amenaza con un “corralito” pero dos días después lo desmiente…Y cada cosa en un sentido tiene contestación en otra en sentido contrario, de modo que cada nubarrón anunciado acaba por deshacerse y no acaba de intimidar.

Y en cuanto a la orfandad y desnudez en que quedaría la ciudadanía catalana mientras muda la piel de su estado, resulta que Rajoy nos acaba de demostrar que no habría tal desnudez y que conservarían nacionalidad de todo tipo, incluso podría ser que además de la española y la europea tuviesen otra más, que ya es decir. Pero Rajoy no solo demostró lo contrario de lo que pretendía sino que, sobre todo, arrancó una gran carcajada en toda Catalunya. Lo que quiso ser una amenaza acabó por ser un chiste involuntario, si quiso meter miedo solo consiguió que se riesen de él.

Es cosa tremenda la falta de autoridad política y moral que tiene el Presidente de Gobierno en ese país de allá, simplemente no es, desde hace mucho tiempo, el presidente de los catalanes.

¡Pero cómo se les va a tener respeto si manipulan los documentos oficiales, un comunicado de la Comisión Europea! Además de mentirosos, chapuceros. Para contar esta España hay que ver la película “B”, queremos verla y hay que leer a “Mortadelo y Filemón”. Y si usted no encuentra una noticia tan grave y escandalosa en la cabecera de prensa a la venta en el quiosco o si no la escucha en la cadena de televisión debiera preguntarse en qué país y qué tipo de democracia tiene. Porque es escandaloso manipular un documento oficial de otra institución de rango superior para meter miedo al electorado catalán.

Esos peligros que se le anuncian al electorado independentista no son exactamente molinos de viento pero desmentido tras desmentido, mentira tras mentira descubierta, uno a uno se van reduciendo a riesgos que pueden ser calculados, que quizá pueden ser compensados por otras ventajas a cambio. No está claro. Sin embargo ya es hora de que se piense en los peligros, o riesgos, que correría el Reino de España, o sea los que nos quedaríamos en el lado de acá, en caso de que efectivamente naciese la República de Catalunya. Porque, bien de modo inmediato o bien a corto plazo, Catalunya como estado será viable económicamente, pero el resto del reino tendría gravísimos problemas y desequilibrios.

Sin contar que los catalanes se plantean decidir sobre el carácter de ese estado dando por bueno que sea una república (Uuuuhh, ¡la república!). De eso ni se habla, es curioso. Les reprochan a esa gente que quiera tener un estado propio, pero debieran reprocharle también que no quieran tener la monarquía de la casa de Borbón. Uy, qué silencio, eso ni se menta. Cuánto tabú y cuánto miedo en la democracia española.

El panorama político de un posible estado catalán puede intuirse ya desde ahora, pero el panorama político del reino español también. Basta constatar como gestionaron la relación con Catalunya, hasta el propio PP reconoce que lo hizo todo mal, pero los socialistas no se quedaron atrás. Y es que hay mucha ignorancia y, o bien la culpa es de la sociedad española que tiene los políticos que se merece o bien es culpa de los políticos que malean a la sociedad. Yo casi creo esto último, porque asombran las declaraciones que comentábamos aquí hace un par de días cuando Rajoy o Iglesias apelaban al lugar de origen de los votantes para decidir su voto o a Susana Díaz que, por ser presidenta del gobierno andaluz, cree tener derechos de jurisdicción sobre ciudadanos catalanes que tienen origen o familia andaluza. Para redondearlo acaba de comparar a los independentistas con los franquistas, francamente eso no es ignorancia únicamente, es ruindad también.

La política española se juega entre mitad maleducados y  mitad indocumentados, cuando no las dos cosas. Nos reíamos de Rajoy y su alegre juego de trilero con la nacionalidad de los catalanes pues atiendan ahora a Margallo,  el único que en algún momento introdujo alguna reflexión sensata y que tuvo el valor de aceptar un debate con Junqueras, cosa que debiera ser lo normal pero que en España no lo es, ahí lo tienen apuntalando las palabras de su jefe: que sí que él también cree que si declaran la independencia pierden la nacionalidad.

Debiera mirar para su compañero de gobierno, el ministro del Interior, Fernández Díaz, que aunque nació en Valladolid tiene residencia en Catalunya, ¡no le quite usted la nacionalidad española, hombre, que le da algo! ¿O es que quieren ustedes dejar abandonado al pobre Albiol, entre catalanes y sin españolidad? Y es que están tan perdidos que hablan sin pedirle permiso a la cabeza.

Quienes tanto dicen amar la Constitución, quienes reprochan a los partidos independentistas que no respeten las normas legales cuando quieren obvian lo que dice esa ley y dicen lo que les da la gana, que para eso son los guardianes y propietarios del texto sagrado: “¿Pero no quieren marcharse? Pues entonces se van sin nacionalidad y sin nada.” Hala, y ahí queda eso. Y es que como razona Rajoy, “es de sentido común” y es lo que piensan “las personas normales”. Leyes para qué, si tenemos al PP.

Sin Catalunya, ¿qué España, qué proyecto nacional, común van a ofrecer  esos políticos que andan por ahí adelante? Ponen verde a Mas y a Junqueras,¿ pero ven ustedes mucha vida inteligente en el lado de acá?

Gustará o no, se estará de acuerdo o no con lo que debate los catalanes pero lo que hay en el lado de allá es un país sin miedo. La ciudadanía catalana, digan lo que digan y cuenten lo que nos cuenten, están debatiendo en libertad lo que les da la gana, porque en democracia quien manda es la gente. Y en el lado de acá, en el Reino de España, lo que no hay es alegría ni libertad, porque sigue habiendo miedo. Miedo es lo que hay. ¿Pero no es evidente?

Sí, le envidiamos a los catalanes su libertad.

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