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Cementerios musulmanes: una realidad para la integración cada vez más cerca

Un miembro de la comunidad islámica granadina reza ante la tumba de Muhammad

EFE

Madrid —

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Los musulmanes que residen en España no pueden siempre enterrar a sus familiares cerca de casa, y para visitar a los ya fallecidos el viaje es en ocasiones demasiado largo. Administraciones y entidades están logrando que se acorte la distancia y se vaya haciendo realidad una demanda “histórica” de integración.

Se calcula que entre 1,8 y 2 millones de ciudadanos musulmanes están censados en España, según los datos de sus asociaciones representativas, y si falleciera un familiar, cuentan ahora con 25 cementerios habilitados para los sepelios conforme a sus ritos (números de la Fundación Pluralismo y Convivencia).

Un total de 11 de comunidades autónomas ofrecen dicha posibilidad, la mayoría en parcelas de cementerios municipales, por lo que la muerte de un allegado se convierte en ocasiones en trámites arduos y en viajes excesivamente duraderos.

Cuando en España se aprobaron las primeras normas de regulación de la libertad religiosa, finales de los 70 e inicios de los 80, el peso de la ciudadanía que profesaba el Islam en este país era ínfimo, por lo que no se abordaron cuestiones que hoy, tres décadas después, se hacen necesarias, entre ellas los lugares de enterramiento.

Porque hoy se estima que residen en España casi 2 millones de musulmanes y se calcula que unos 800.000 tienen nacionalidad española. Ciudadanos, como cualquier otros, que piden enterrar a sus familiares o allegados cerca de casa; que piden que para ir a visitarlos en el cementerio no tengan que tardar más de dos horas en coche.

El presidente de la Comisión Islámica de España, Riay Tatari, en diálogo con Efe, recuerda que ésta es una demanda con casi 30 años de recorrido, ya que se fundamenta en el Acuerdo con dicha Comisión firmado en 1992, por lo que no se trata de un “privilegio”; al contrario, es “un derecho” esencial para la “integración”.

La demanda se recuperó hace pocos días al abogar el Ayuntamiento de Madrid por abrir una parcela de más de 9.000 metros cuadrados en el Cementerio Sur de la ciudad y destinarla a enterramientos bajo rito musulmán, es decir, sin féretro.

Y en el féretro aparece el “problema principal”, subraya a Efe el director de la Fundación Pluralismo y Convivencia, Fernando Arias, para quien la solución no pasa ni por vías jurídicas ni legislativas. Pasa por el féretro.

El reglamento estatal de sanidad mortuoria, de 1974, estableció la obligación de sepultura con féretro, la tradición de la cultura católica entonces abrumadoramente mayoritaria, pero “la sociedad ha cambiado debido a nuevos flujos migratorios”, de modo que se han asentado nuevos hábitos funerarios.

El “escollo” del féretro ha quedado superado. Tal y como recuerdan las fuentes consultadas del Ministerio de Justicia, la competencia en este campo la ostentan las comunidades, y ninguno de los 25 cementerios musulmanes que hay en España contraviene normativa autonómica alguna.

Se trata de sortear resistencias y de aunar voluntades. En ello trabajan ahora las administraciones y las entidades bajo dos prioridades: máxima coordinación y mejor formación.

El Ministerio de Justicia ofrece en su organigrama un completo entramado administrativo dedicado a escuchar y atender las reclamaciones de los credos registrados en España.

La Subdirección de Relaciones con las Confesiones, así como la Fundación Pluralismo y Libertad, mantienen interlocución permanente con la Comisión Islámica y conversaciones puntuales con las autonomías y los ayuntamientos.

Creada en 2013, una Comisión asesora de Libertad Religiosa, compuesta por Justicia, expertos independientes y representantes de las ocho confesiones con notorio arraigo en España, se encarga de analizar los asuntos prioritarios, y así, ha formado cinco grupos de trabajo, uno de los cuales supervisa la regulación y evolución de los cementerios, o parcelas, destinadas a rituales de otros credos.

El clima de diálogo abarca a la Federación Española de Municipios y Provincias, con quien Justicia y la Comisión Islámica procuran la redacción de una serie de recomendaciones o pautas que propicien que para licitar una parcela de enterramientos musulmanes haya criterios homogéneos.

Los resultados se están notando, levemente en ocasiones, pero son llamativos. Como dice Tatary, “los ayuntamientos ahora son más ágiles y receptivos”, una impresión en la que coincide Fernando Arias, quien concluye:

“Es que lo piden las familias musulmanas; es lógico que quieran enterrar a sus familiares cerca y no desplazarse o no pagar un seguro o una repatriación, que es muy caro. Atender esta demanda es un claro factor de integración”.

Ángel A. Giménez

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