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Pedro Sánchez y Albert Rivera: del abrazo a la indiferencia

Pedro Sánchez conversa con Albert Rivera en el Congreso en un momento de la pasada legislatura

Carmen Moraga / Irene Castro

El 26J ha acabado con una de las relaciones que forjaron los comicios anteriores: la de Pedro Sánchez y Albert Rivera. El líder de Ciudadanos ha mantenido su intención de que el pacto que permita el Gobierno incluya a las tres “fuerzas constitucionalistas” -PP, PSOE y Ciudadanos- mientras que el socialista ha reiterado su “no”. Las relaciones ser han enfriado: tras la complicidad del 'Pacto del Abrazo' apenas han mantenido contactos a lo largo de estas últimas semanas, según reconocen fuentes de ambos partidos.

La última conversación conocida es la que mantuvieron al día siguiente de las elecciones del 26J. Entonces Rivera tomó la iniciativa de llamar tanto a Mariano Rajoy como a Pedro Sánchez. Después le informó de que su partido había decidido votar en contra en la primera votación de investidura, si el presidente en funciones del Gobierno daba al final el paso de presentarse, y de abstenerse en la segunda.

Rivera envió un mensaje a Sánchez cuando pretendía que los socialistas se sumaran a un acuerdo de gobernabilidad con Ciudadanos y PP. Pero el líder socialista le explicó que el Comité Federal del PSOE ya había fijado postura y le advirtió de que el voto en contra de su grupo era “inamovible”. El líder socialista insistió en que quien debía tomar la iniciativa para ver si podía formar Gobierno era Rajoy.

El desencuentro para el Congreso

Los de Rivera aseguran que después han intentado por todo los medios que los socialistas se avinieran a cerrar un pacto para la Mesa del Congreso pero que ante “el inmovilismo” que han constatado tanto por parte del PSOE como por parte del PP se vieron obligados a desistir. Las conversaciones para lograr ese acercamiento las pilotaron el vicesecretario general del partido, José Manuel Villegas, y el secretario general del grupo parlamentario, Miguel Gutierrez.

La versión que ofrecen en Ciudadanos es que los socialistas se cerraron en banda a sentarse a buscar un candidato de consenso para la Presidencia del Congreso. “Querían su propio candidato y de ahí no se bajaron”, afirman los de Rivera, en alusión a Patxi López, a quien sí secundaron tras el 20D. El PSOE quería reeditar ese pacto sumando a Podemos. Tampoco el PP hizo esfuerzo por facilitar el acuerdo y mantuvo la exigencia de que el candidato fuera de su propio partido. El nombre de Ana Pastor surgió después, a sugerencia de Ciudadanos, según mantienen.

Pese al portazo dado por ambas partes, en Ciudadanos insisten en que no renuncian a seguir ejerciendo el papel de mediadores para ver si es posible desbloquear la situación. “A ese papel no se renuncia nunca, pero ya no sería para la investidura”, aclaran. Los dirigentes naranjas reconocen que a día de hoy, y hasta que no se despejen además las dudas de que el PP no ha cerrado ningún pacto “secreto” con los partidos “independentistas” y “nacionalistas”, va a ser prácticamente imposible negociar nada.

“Otras cosa es - añaden- cuando arranque la legislatura con un Gobierno en minoría. Nosotros estaremos en la oposición y negociaremos las leyes y las reforma que queremos que se pongan en marcha cuanto antes”.

El enfriamiento de las relaciones de Sánchez y Rivera chocan con el tono que anterior a la repetición electoral. Durante la campaña, Ciudadanos y PSOE mantuvieron un pacto de no agresión. Sus ataques se centraron en el resto de rivales. 

En el PSOE conservaban la esperanza de mantener a Ciudadanos como un aliado, pero la bajada exponencial de ambas formaciones les ha cambiado el pie porque ambas formaciones juntas suman menos escaños que el PP. A pesar de que Sánchez vio en la noche electoral una mayoría de las fuerzas del cambio -un entusiasmo en el que tuvieron que frenarle sus colaboradores-, en el PSOE reiteran que cualquier vía de entendimiento a tres con Ciudadanos y Unidos Podemos -la única posible según las líneas rojas que se autoimpuso el PSOE- es imposible porque se “vetan mutuamente”. 

Sin contacto por la izquierda

Aunque Sánchez no ha llegado a descartarlo públicamente, en el PSOE desechan la posibilidad de que pueda llegar a Moncloa y más desde el acercamiento de Rajoy a las fuerzas nacionalistas. En Ferraz dan por hecho que tiene allanado el camino para la investidura. “Negocias un pack”, afirman fuentes oficiales del PSOE sobre la votación de la composición de las Cortes en las que ven insuficiente que Convergència haya cedido sus votos solo por la formación de grupo propio. Además de la visibilidad en el Congreso, en el PSOE creen que los convergentes pueden verse beneficiados por el PP en la moción de censura en Cataluña. “Tienen más diputados que la CUP”, expresan esas fuentes.

Además, el PSOE no ha hecho ningún movimiento con Unidos Podemos, cuyo apoyo necesitaría inevitablemente para sacar adelante una alternativa de Gobierno. Los socialistas no han mantenido ningún contacto con los de Iglesias más allá de las conversaciones frustradas para la presidencia del Congreso.

Además de que la relación entre los líderes de PSOE y Podemos es mala -el único cruce de mensajes tras el 26J fue el que Sánchez mandó a Iglesias por su santo tras ignorar el que le envió nada más cerrarse los colegios electorales, cuando las encuestas pronosticaban el sorpasso y le emplazó a hablar-, la negociación de Unidos Podemos con ERC y CDC para impulsar la candidatura de Xavier Domènech a la presidencia de la Cámara Baja ha incrementado aún más la desconfianza.

Desde las elecciones, ambas formaciones no han mantenido ningún contacto dirigido a explorar una vía de acuerdo alternativa, pese a que en Unidos Podemos insistieron inicialmente en que era posible. No obstante, Iglesias ha asumido este jueves que es “prácticamente imposible” ese entendimiento a estas alturas tras el resultado que arrojaron las negociaciones para la composición del Congreso, en las que Convergència, a quien buscaba Unidos Podemos, optó por el PP. 

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