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Éxitos y lágrimas de Aguirre en la Audiencia Nacional

Éxitos y lágrimas de Aguirre en la Audiencia Nacional

EFE

San Fernando de Henares (Madrid) —

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Esperanza Aguirre ha dejado huella en la Audiencia Nacional. Ha vendido sus éxitos políticos ante el tribunal de la Gürtel, se ha jactado de haber destapado la trama, se ha desmarcado de todo mal y ha estado al borde del llanto al abordar el asunto de Ignacio González.

Y todo ello en poco más de tres horas. Aguirre en estado puro. Dando titulares. Hablando también -como siempre- de escuelas y hospitales, pese a que hoy estuviera delante del tribunal que juzga el caso de corrupción más importante que se recuerda en la última década en nuestro país.

No importó tanto el fondo del asunto, sino las formas. Acudió como testigo para “decir la verdad” pero lo cierto es que, pese al nerviosismo inicial, fue poco a poco soltándose ante las preguntas de la fiscal hasta lograr convertir, por momento, una declaración judicial en una rueda de prensa sobre sus éxitos políticos.

El presidente del tribunal la pidió que sintetizara sus respuestas y se limitara a contestar a las preguntas, cuando Aguirre se estaba soltando un monólogo sobre los 200 kilómetros de vías de Metro, los 12 hospitales públicos y las escuelas -una por semana, ha dicho- que creó en sus nueve años en la presidencia de la región.

Tal vez era una forma de responder no solo al tribunal sino a la opinión pública sobre el buen hacer de su gestión, consciente de que la sombra de la corrupción sobre ella es cada vez más alargada tras el auge y caída de sus hombres de confianza en la región: Francisco Granados e Ignacio González.

Del primero dijo que le salió rana y el segundo está nominado a ello, como así se lo han recordado cuatro personas disfrazadas de rana que la han dado la bienvenida y la han despedido de la Audiencia Nacional bailando y saltando al ritmo de “Comerranas”, la canción de Seguridad Social.

Y es que el destino ha querido que hoy Aguirre simbolizara en su persona, sin intención alguna, la confluencia de dos grandes casos de corrupción, la ya conocida trama Gürtel y la reciente Lezo, que fue destapada ayer aunque no por ella, como sí ha dicho al tribunal respecto de la red que lideró Francisco Correa. Lo destapó “sin saberlo”, ha matizado.

Lo que sí sabe hacer bien Aguirre es lanzar un mensaje. Ha responsabilizado de cualquier irregularidad en la contratación de sus actos cuando era presidenta al exconsejero de Deportes Alberto López Viejo, acusado de colaborar con las empresas de Correa. Ella prefería ocuparse de conocer la situación de los distritos y barrios que visitaba en vez de la logística de dichos actos.

Y después se ha desmarcado de cualquier vínculo con las empresas de Correa basando incluso sus respuestas en las “especulaciones de su libro” -así ha dicho-, aunque ha precisado que una cosa es lo que dice en sus libros y otra en sede judicial, donde por momentos ha estado sometida a preguntas más propias de un acusado que de una testigo.

No obstante, quizás hoy lo que dijera a la Sala importaba menos que lo que tenía que decir fuera sobre González, cuya imagen luce ya en la galería de políticos que exhibe el denominado tramabús de Podemos, que hoy se ha dejado ver en la Audiencia Nacional con Juan Carlos Monedero a bordo.

Precisamente para evitar la imagen de un tramabús, unas ranas bailando o de preferentistas, Aguirre ha atendido a los medios de comunicación en el interior de la sede judicial en un “canutazo” multitudinario.

Se ha confesado “triste” y “conmocionada” con el arresto de González porque ha reconocido que era una persona de su confianza, pero esta vez no ha puesto la mano en el fuego por él, aunque sí ha estado a punto de derramar algunas lágrimas.

Lo que no se sabe es si por él o por ella, ya que justo se le ha quebrado la voz cuando ha defendido que nadie la podrá acusar “jamás de haber hecho alguna cuestión incorrecta”. No ha aceptado preguntas y se ha marchado, como poco a poco va haciendo con su partido y la política.

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