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Folclore gallego, artículo de lujo intergeneracional para 'Rosalía de Castro'

Folclore gallego, artículo de lujo intergeneracional para 'Rosalía de Castro'

EFE

Ourense —

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Reivindicaba Rosalía en el año 1863 en sus 'Cantares Gallegos', obra de la que se celebra su sesquicentenario, la necesidad de contar con una fuente de inspiración para dar a conocer las bellezas de Galicia.

Un buen exponente es el caso de la música.

Precisamente con ese espíritu, la agrupación artística 'Rosalía de Castro', integrada por aficionados y localizada en Madrid, trabaja desde hace décadas con la misma ilusión que al principio para “dar a conocer” la música y el folclore gallego por todos los rincones de Madrid y otros lugares del resto de España.

La vicepresidenta de tal agrupación y profesora de baile, María Jovita Fernández, quien trabaja en las instalaciones del Centro Gallego en Madrid, en la calle Carretas, se esfuerza por transmitir esa esencia, esa “saudade” gallega, a través de su propio folclore.

Una vocación en la que se “metió” hace 22 años y a la que se han sumado sus dos hijas.

“Tenemos por un lado baile regional y después también canto”, explica esta docente, natural de Vilamartín de Valdeorras (Ourense), en una entrevista concedida a Efe.

Desde los inicios del Centro Gallego centenares de personas han pasado por sus instalaciones, desde célebres maestros y directores como Reveriano Soutullo, Germán Lago y Miguel Groba, hasta personalidades políticas y del mundo de la cultura y, por supuesto, un sinfín de alumnos.

Con cierta nostalgia, esta profesora ourensana recuerda la trascendencia del coro de la agrupación: “Fue muy famoso y conocido en su momento”.

Así, en los años sesenta recibió numerosos reconocimientos.

Pero, prosigue, al igual que ha ocurrido en otros sectores y en otras asociaciones, la agrupación no ha podido dejar de padecer momentos complicados, el último de ellos, la crisis económica, un hecho que se ha notado en el notable descenso de sus actuaciones.

“Si antes podíamos actuar una vez al mes, ahora tres veces al año”, lamenta.

En algunos casos, los ayuntamientos han dejado de llamarlos debido a la falta de recursos.

También han dejado de actuar en romerías y fiestas populares por idéntico motivo, tras el azote de las siempre temidas “vacas flacas”.

En este contexto, María Jovita Fernández acepta con resignación que para muchos esto pueda representar “un artículo de lujo”, algo que no la ha llevado a reducir ni un ápice su empeño por este proyecto.

Una iniciativa que defiende al ser una “magnífica oportunidad de poder enseñar nuestras raíces a la gente de fuera”.

Esta profesora residente en Madrid y casada con un gallego no deja de sorprenderse ante la cantidad “de gente de diversa procedencia” que se interesa por sus clases.

“La mayoría son gallegos o descendientes de gallegos. Pero también viene gente que ha visitado Galicia o que se ha ido de vacaciones y que nos dice que le gusta mucho y que quieren conocer esto”, observa.

Actualmente, en estas clases hay medio centenar de personas de distintas edades, “desde mayores de 60 y 70 años a otros más jóvenes”.

En su repertorio, sólo se encuentran temas en gallego, de tipo tradicional. Para ello, cuentan con la colaboración de los músicos, entre los que no falta algún gaiteiro y tampoco la pandereta.

Algunos de los que empezaron en la agrupación con 4 ó 5 años permanecen en la actualidad, un hecho que según comenta resulta “muy gratificante”, por la oportunidad de poder “verlos crecer” y su posterior evolución hasta el día de hoy.

Una de las señas de identidad de esta agrupación es la utilización de trajes regionales gallegos.

En la mayor parte de los casos se trata de piezas “elaboradas a mano, con bordados, azabache y pedrería”, y “polainas y gorro” en el caso de los hombres, propiedad de cada uno, salvo algunas excepciones.

A pesar de los años que lleva residiendo en la capital, asegura Jovita que con su pareja habla gallego y añade que viaja a Galicia con él, -al que está unida desde hace 27 años y que nació muy cerca del lugar del que ella es oriunda-, siempre que puede.

“Allí está mi madre, mi hermano, sobrinos...” enumera.

Desde la distancia, asegura que lo que más la entristece es “el poco contacto, menos del deseable siempre, con la gente a la que quieres, y con las tradiciones y la gastronomía”, algo que, a veces, hace que sienta esa “morriña tan gallega”.

Por ello, siempre que puede aprovecha la visita a su tierra para pasear, mantener largas charlas y “llevarse cosas”, principalmente comida.

“Productos de la huerta” y de la matanza, así como vinos de la comarca de Valdeorras.

De su vocación, Jovita Fernández destaca, por encima de todo, lo “gratificante” que es. Todos los viernes por la tarde y los domingos se deja caer por el Centro Gallego de Madrid para los ensayos, y en ocasiones, organizan alguna comida.

“Somos una gran familia a la que, además del cariño personal, nos une el amor por la tierra y por las costumbres”, concluye.

Lorena Rodríguez de la Torre

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