La Fundación Dalí adquiere un óleo sobre caoba del pintor ampurdanés, de 1933

La Fundació Gala-Salvador Dalí ha presentado hoy la última adquisición de obra del pintor ampurdanés, un óleo sobre madera del año 1933 titulado “Carreta Fantasma”, que ha sido adquirido a un coleccionista particular de fuera de España que quiere permanecer en el anonimato.

El director del Teatro-Museo Dalí, Antoni Pitxot, y la directora del Centro de Estudios Dalinianos, Montgse Aguer, han destacado la importancia de la adquisición de este óleo de estilo surrealista, que se incorpora a unos fondos que se han ido ampliando desde 1991 con más de 300 piezas, once de ellas del periodo surrealista, formando así la mayor antológica del pintor, en su ciudad natal.

Antoni Pitxot ha calificado de “verdadera maravilla” el óleo “Carreta Fantasma” y se ha congratulado de haber podido inaugurar con esta adquisición, a un coleccionista y por un precio no desvelados, los actos conmemorativos del 40 aniversario del Teatro-Museo Dalí, inaugurado el 28 de septiembre de 1974.

Esta pintura, influenciada por los clásicos flamencos, había formado parte de la colección de Edward James (1907-1984), poeta inglés, conocido sobre todo por ser un ferviente defensor del surrealismo y mecenas de Dalí entre 1936-1939, así como de René Magritte.

Su casa, Monkton House, cerca de West Dean, en Sussex (Inglaterra), era un sueño surrealista: incluía objetos como un gran sofá al que Dalí dio la forma y el color de los labios de Mae West, el conocido sofá-labios, o el teléfono-langosta, en cuyo diseño el poeta colaboró con Dalí.

Este óleo hay que contextualizarlo en los años 1933-1936, cuando Dalí realiza diversas obras que tienen a la llanura del Empordà y la playa de Roses (Girona) como protagonistas: las dedicadas a su prima Carolina o “Carreta Fantasma” que “transporta las ilusiones y todo lo que se pueda imaginar”, ha mantenido Pitxot.

En el centro de una llanura árida y al mismo tiempo luminosa, observamos una carreta de dos ruedas que se mueve en dirección hacia un pueblo: la forma de la tartana tiende a mezclarse con la ciudad, convirtiéndose así en su propio destino.

Se trata de una ilusión de perspectiva en la que la habilidad del pintor intenta confundir una vez más, donde se espera ver las ruedas hay dos estacas clavadas en el suelo, los personajes que aparecen sentados en el carro se identifican con la arquitectura de la ciudad del fondo.

En este, como en otros juegos visuales propuestos por el pintor, tiene un papel fundamental el método que Dalí bautizó como método paranoicocrítico: “método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetividad crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones de fenómenos delirantes”, se ve una tartana y una ciudad o ambos elementos a la vez.

La carreta o tartana era el medio de locomoción habitual durante la adolescencia del pintor. En su autobiografía “Vida secreta”, hay referencias relacionadas con la tartana, y el carruaje es también un elemento presente en la iconografía surrealista y en la filmografía de Luis Buñuel, por ejemplo en “Belle de jour”.

Desde el punto de vista técnico, este óleo, de 19x24'1 cm recuerda a otras obras de la colección del Teatro-Museo, como “Retrato de Emilio Terry”, “El espectro del sex-appeal” o “Retrato de Gala con dos costillas de cordero en equilibrio sobre su hombro”, por su minuciosidad, característica del momento en el que Dalí pinta la “Carreta Fantasma”.

También por el uso de maderas nobles, la caoba en este caso, de medidas reducidas como soporte de una pincelada precisa, con capas transparentes, con detalles casi imperceptibles que hacen que esta pintura ocupe un lugar de honor en la Sala del Tesoro del Teatro-Museo Dalí, donde se podrá contemplar a partir de mañana.