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El Gobierno defiende las misas en sede policial porque gozan de “gran relevancia cultural”

El salón de actos de la Jefatura Superior de Policía en Sevilla convertido en una capilla

Pedro Águeda

El Gobierno del Partido Popular acaba de consagrar la celebración de actos religiosos, al menos católicos, en instalaciones policiales. Lo hace a raíz de la polémica por la utilización del salón de actos de la Jefatura Superior de Sevilla a modo de capilla para oficiar un servicio religioso en homenaje al comisario Francisco Perea Bartolomé, quien se despidió del servicio activo el pasado mes de noviembre. En una respuesta parlamentaria, el Gobierno dice que actos como éste “trascienden el ámbito religioso y tienen una gran relevancia cultural”.

eldiario.es informó el 14 de noviembre de la celebración ese mismo día de la misa para despedir al jefe superior de Andalucía Occidental. La celebración religiosa contó con la asistencia de medio centenar de personas y fue oficiada por el arzobispo de la Archidiócesis de Sevilla, quien contó con la ayuda de un agente que es diácono y responsable del Servicio Religioso de la Jefatura. A la misma asistieron el delegado y el subdelegado del Gobierno en Sevilla, así como distintos miembros del cuerpo diplomático acreditado en la ciudad hispalense. 

La misa se celebró a pesar de que venía procedida de polémica. Una semana antes, el Grupo Socialista en el Congreso había presentado tres preguntas por escrito en las que apelaba al arículo 16.3 de la Constitución, que consagra la “aconfesionalidad del Estado”.

El Gobierno no se limita ahora a defender la misa homenaje al comisario Perez sino que revela a la oposición que la Jefatura de Sevilla es el marco de otros actos de carácter religioso, siempre católicos. Allí, dice la respuesta parlamentaria al diputado de Unidos Podemos Ricardo Sixto, “tienen lugar numerosas actividades de carácter lúdico, cultural y formativo, así como otras de carácter religioso, como el homenaje a los jubilados y sus familias, y la Exaltación de la Semana Santa”. “Se trata de actos que trascienden el ámbito religioso y que tienen una gran relevancia cultural”, añade.

El Ejecutivo viene a decir, igualmente, que para la celebración de estos actos no es necesario más que la voluntad del comisario al mando. “Todas las actividades que se celebran en el salón de actos cuentan con la autorización previa del titular de la Jefatura Superior, como así ocurrió con la celebración de la misa oficiada por el Arzobispo de Sevilla y que fue promovida, de forma excepcional, por el propio jefe superior, con motivo de su jubilación”. Eso sí, todos los policías que asistieron lo hicieron “de forma libre y voluntaria” y fuera de servicio.

La despedida religiosa del comisario Perea tuvo lugar al cumplirse diez días de la toma de posesión de Juan Ignacio Zoido al frente de Interior. El mandato de su predecesor, Jorge Fernández Díaz, estuvo teñido por la introducción de símbolos religiosos y militares en el día a día del Cuerpo, de la mano de su director adjunto operativo Eugenio Pino, el artífice de la policía política.

“La muerte no es el final”

El cambio más llamativo en este sentido en la Policía durante la época de Fernández Díaz se produjo con la introducción de una canción militar, de contenido religioso, en el homenaje a los caídos que se celebra en los actos oficiales del Cuerpo. La muerte no es el final fue obligada a entonarse por primera vez el 28 de febrero de 2014 en la Academia de Ávila. Los alumnos de la escuela tuvieron que aprenderse la letra en los días previos. 

Antes de que abandonara el Ministerio del Interior, el departamento decidió que la Universidad Católica de Ávila tomara el relevo de la pública de Salamanca en la formación de los policías nacionales. El argumento de la Dirección General de la Policía es que la oferta de la UCA es más barata, por lo que la Universidad de Salamanca (USAL) ha dejado de dar clases a los futuros policías después de haberlo hecho durante 28 años.  

El escrito del PSOE con motivo de la misa en la Jefatura de Sevilla también aludía al proceso de “militarización” de la Policía en los últimos años. El Ministerio del Interior destinó cerca de 3 millones de euros a cambiar las divisas de los uniformes para que se parecieran a las que llevan los miembros de las Fuerzas Armadas. Los socialistas denuncian que incluso de ha introducido “el uso de armas armas para la realización de salvas en eventos determinados”.

Fernández Díaz también dejó su firma en varias condecoraciones a imágenes de la Virgen por parte del Cuerpo Nacional de Policía. Una de ellas, que concedió la Medalla al Mérito Policial a la Virgen del Amor de Málaga, fue recurrida por una organización laicista ante la Audiencia Nacional, pero el tribunal especial terminó rechazando que fuera anulada la concesión, en una decisión confirmada por el Tribunal Supremo.

Zoido toma el relevo

Las primeras condecoraciones al mérito policial de la ‘era Zoido’ incluyen una medalla al Hermano Mayor de la Congregación de Mena, en Málaga. Se trata de la cofradía del Cristo de la Buena Muerte, patrono de la Legión, cuyos miembros son protagonistas de la procesión de todos los Jueves Santo en la ciudad andaluza.

La última Orden General de la Policía publica estas primeras condecoraciones desde que Zoido es ministro del Interior. En el apartado de la Cruz al Mérito Policial con Distintivo Blanco aparecen cinco distinciones para responsables del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) de México y una para el “Hermano Mayor de la Congregación de Mena, Antonio Jesús González Ramírez”.

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