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Gürtel se vuelve contra Rajoy ocho años después

Mariano Rajoy, en los instantes previos a la segunda jornada de investidura del 29 de octubre. | Foto de Marta Jara

Rodrigo Ponce de León / José Precedo

Ocho años después de proclamar solemnemente ante la plana mayor de su partido, que la red Gurtel “es una trama contra el PP”, Mariano Rajoy tendrá que declarar como testigo ante la Audiencia Nacional en el primero de los juicios sobre el escándalo de corrupción que ha marcado las últimas tres legislaturas de la política española.

Rajoy comparece a petición de una acusación particular en un macrosumario donde su partido ha sido declarado “partícipe a título lucrativo” por quedarse 245.000 euros de la trama para financiar campañas electorales en Pozuelo y Majadahonda en 2003. Su citación -será el tribunal quien decida si acude en persona o se explica a través de videoconferencia con un plasma en la sala- viene a decir que el dirigente que pese a ocupar todos los puestos de responsabilidad en el PP trató de sacudirse cualquier implicación en el caso Gürtel, estaba efectivamente allí. Rajoy en 2003 no solo era vicepresidente del Gobierno de José María Aznar, también era secretario general del PP y dirigía las campañas electorales.

Durante las sesiones del juicio que se han celebrado en la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares, el cabecilla de la red, Francisco Correa, el hombre que organizaba los mítines de Aznar aseguró que el dinero de los grandes contratos del Gobierno donde Rajoy era vicepresidente dejaban un 3% en la sede del partido. Correa también aseguró que con la llegada del dirigente gallego a la presidencia del PP sus empresas dejaron de montar los actos y campañas. 

La resolución del tribunal llega en un momento de extrema debilidad para el partido, que ha tenido que prescindir de su presidente en Murcia, Pedro Antonio Sánchez, imputado en otros dos sumarios de corrupción. El PSOE aprovechó horas después de conocer la decisión de la Audiencia Nacional para anunciar que pedirá su comparecencia en la comisión de investigación del Congreso que fiscalizará la financiación del PP. Podemos exigió que el presidente del Gobierno se explique en el Parlamento. El Partido Popular reaccionó a la noticia con un comunicado público en el que resucita sus teorías conspirativas y vincula a la asociación de abogados Adade, que solicitó la citación de Rajoy, con el PSOE.

La idea fuerza es la misma de la famosa rueda de prensa del 11 de febrero de 2009, tras las primeras detenciones del juez Baltasar Garzón, en la que el presidente del PP culpaba a jueces policías y fiscales de perseguir a su partido y de paso, anunciaba su intención de personarse en el caso para, supuestamente, ejercer la acusación. Ese día comenzaba también una ofensiva para recusar al juez Garzón por coincidir en una cacería con el responsable de Justicia en el Gobierno de Zapatero, Mariano Bermejo. Corrían aquellos días, en plena campaña electoral gallega en que Rajoy daba la hora y pedía su renuncia: “Son las 11 y Bermejo no ha dimitido”. Garzón fue condenado por prevaricación en el Tribunal Supremo después de que varios de los acusados denunciasen que había autorizado la grabación de sus conversaciones con los abogados defensores.

El PP lo festejó como un gran triunfo en 2012, pero un año más tarde, el tercer instructor de la causa, Pablo Ruz, decidió expulsarlo como acusación. En su auto alegó que lejos perseguir los delitos, el partido estaba actuando procesalmente para defender a dos de los suyos, el tesorero Luis Bárcenas y el exdiputado nacional Jesús Merino, ambos procesados en el caso. Detrás de la estrategia del PP estaba la mano del exministro Federico Trillo, responsable de la defensa del partido desde el mismo momento en que estalló el caso. 

En 2016 se produjo el último y desesperado intento por anular la causa. El mismo PP -que en sus ruedas de prensa prometía total colaboración con la justicia- se colocó del lado de acusados como Bárcenas o Pablo Crespo, uno de los cabecillas de la trama, para invalidar el caso argumentando que las escuchas autorizadas por Garzón formalmente anuladas seguían pesando sobre el caso. Mientras los abogados del partido realizaban esas maniobras ante el tribunal, su líder y por entonces ya presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, decía no saber nada de esa estrategia, tal y como aseguró en una entrevista con Carlos Alsina.

Acusación primero, defensa después, el título definitivo que ha puesto al PP el tribunal de Gürtel es el de “partícipe a título lucrativo” en la trama. Durante todos estos años la instrucción del caso se ha unido a otros escándalos como los papeles de Bárcenas, que juzgará el mismo tribunal en el sumario caja B, y ha provocado una sangría de credibilidad al partido, que se dejó 3,6 millones de votos y 53 escaños entre 2011 y 2015 y perdió la mayor parte de su poder institucional. Solo la falta de acuerdo del resto de los partidos permitió a Rajoy continuar en La Moncloa tras las segundas elecciones generales.

Ocho años después, 2009 parece el pleistoceno político. De aquella foto histórica con la que el PP quiso denunciar la conjura de varios poderes del Estado, se han caído por Gürtel la exministra Ana Mato a la que la red le pagó viajes y fiestas familiares, y la carrera de Esperanza Aguirre ha quedado chamuscada.

De los tribunales el PP hoy ya solo espera malas noticias. Tras el juicio de la primera era de Gürtel vendrá la de la caja B, donde hoy está más cerca la comparecencia de Rajoy también como testigo, y la instrucción de las distintas ramificaciones de Púnica sigue su curso. El año ya no había empezado bien para el Partido Popular.

La primera sentencia de la rama valenciana de Gürtel, que condenaba a 13 años de prisión a los cabecillas de la trama Gürtel, se conoció el día que comenzaba el último congreso nacional del Partido Popular en febrero de 2017. Desde la presidencia del Gobierno, nada de esto parece tener coste para Mariano Rajoy en el partido, que lo reeligió con el 95,65% de los votos en el cónclave.

Esa paz interna se convierte en espejismo en el Congreso, donde el PP intenta sacar adelante sus presupuestos y leyes a cuentagotas con la ayuda de Ciudadanos, que a cambio intenta cobrarse algún peón, como ya sucedió en Murcia con la dimisión de Pedro Antonio Sánchez. Los portavoces Inés Arrimadas y Fernando de Páramo aseguraron tras conocer la citación de Rajoy que no les extraña, dados los escándalos que sacuden al PP, pero de momento el partido de Albert Rivera no anticipa ningún cambio en sus acuerdos políticos. Pero la foto de Rajoy dando explicaciones sobre Gürtel en la Audiencia Nacional, en persona o mediante plasma, refuerza la presión sobre el PP en un momento en que la Audiencia Nacional estrecha el cerco sobre Rodrigo Rato, otro de los ídolos caídos del Gobierno de Aznar. 

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