Hizbulá consolida sus posiciones en las montañas arrebatadas a los yihadistas

El grupo chií libanés Hizbulá ha consolidado sus posiciones en las zonas que arrebató a los yihadistas del Frente al Nusra en los montes de Arsal, fronterizos con Siria, mientras sigue a la espera del resultado de las negociaciones para su retirada de la zona que aún controlan.

“Toda la zona de Arsal está prácticamente libre de terroristas desde que se declaró el alto el fuego (este jueves)”, dijo a Efe el portavoz del grupo chií libanés, Mohamed Afif, durante una visita guiada a medios nacionales e internacionales a alguna de las zonas donde se libró la batalla.

Las milicias de Hizbulá apoyadas por fuerzas leales al Gobierno sirio lanzaron una ofensiva, el pasado viernes, para liberar las montañas de Arsal y los montes de Al Qalamún, situados en Siria, de la presencia de “terroristas” del Organismo de Liberación del Levante, nombre que adoptó Al Nusra tras desvincularse de Al Qaeda.

Afif subrayó que su grupo entregará al Ejército todas las zonas recuperadas “una vez que se confirme la retirada de los terroristas que aún quedan en la región”, algo que según combatientes de Hizbulá se espera que ocurra en las próximas horas.

Un comandante del grupo, que prefirió no identificarse, reconoció a Efe que la batalla había sido muy difícil, y que los combatientes extremistas se concentraban ahora en un área de entre dos a cinco kilómetros cuadrados, es decir, el cinco por ciento del territorio que controlaban antes del comienzo de la ofensiva.

No dieron cifras de bajas entre sus filas, aunque sí reconocieron que los francotiradores del enemigo dificultaron en ocasiones su avance.

Mostraron la gruta de unos 400 metros de profundidad donde el grupo mantuvo durante meses a los 16 militares capturados y las celdas de dos metros cuadrados donde los encerraban cuando supuestamente cometían alguna falta.

Los dieciséis militares fueron tomados como rehenes en una incursión en territorio libanés en agosto de 2014 y no fueron liberados hasta el 1 de diciembre de 2015, a cambio de trece presos encarcelados en el Líbano.

En el camino tortuoso por el que avanzan los vehículos, los restos de los combates son patentes y desde las alturas de los montes, algunos de los cuales superan los dos mil metros se puede ver tanto la ciudad de Arsal, como la vecina Siria, donde las fuerzas leales a Damasco, arrebataron a la antigua filial de Al Qaeda, toda la zona contigua a Líbano que estaba bajo su control.

Un miliciano consultados por Efe se mostró convencido de la imposibilidad de que los yihadistas puedan volver a irrumpir en territorio libanés porque, según ellos, la frontera ha quedado completamente sellada tanto del lado libanés como del sirio.

Otro, sin ocultar su satisfacción por la rápida vitoria, se mostró convencido de que la retirada de los yihadistas se producirá muy pronto, pero sugirió que si no ocurría así, serían expulsados por la fuerza.

Asimismo, los combatientes del grupo chií, que opera en el país de manera paralela al Ejército y que en Siria lucha hombro con hombre con las fuerzas del presidente, Bachar al Asad, indicaron que la batalla se llevaba preparando desde 2014 y que lograron la victoria a pesar de las armas con las que contaban los yihadistas.

Claramente orgullosos de su logro, los combatientes evitan hablar, sin embargo, de la todavía amenazante presencia del grupo Estado Islámico (EI), que todavía controla un territorio dentro del Líbano, mayor al que ocupaba el Organismo de Liberación del Levante.

Una batalla, que de producirse, parece que aún no está claro si en ella tomará parte la milicia del movimiento chií o si, dada la ocasión, será el Ejército libanés quien tome la iniciativa para tratar de expulsar a los yihadistas.