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Irlanda del Norte acude a las urnas en crisis por el colapso de su Gobierno

Irlanda del Norte acude a las urnas en crisis por el colapso de su Gobierno

EFE

Dublín —

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Irlanda del Norte celebra mañana jueves, por segundo año consecutivo, unas elecciones autonómicas convocadas tras el colapso del Gobierno de poder compartido entre protestantes y católicos, en crisis por las divisiones entre los dos grandes partidos.

A diferencia de los comicios de mayo del pasado año, el número de escaños en la Asamblea norirlandesa se ha reducido de 108 a 90, con cinco candidatos elegibles, en lugar de seis, en cada una de las 18 circunscripciones que forman el mapa electoral de la provincia británica.

Poco más de 1,2 millones de norirlandeses con derecho a voto están convocados en una jornada en la que las urnas estarán abiertas desde las 07.00 hasta las 22.00 GMT del jueves 2 de marzo.

El recuento de sufragios comenzará el día siguiente a las 08.00 GMT y el resultado final podría anunciarse el sábado si no se presentan reclamaciones, algo habitual en los comicios norirlandeses como consecuencia de su complejo sistema electoral.

Las encuestas señalan que el mayoritario Partido Democrático Unionista (DUP) y el Sinn Féin, antiguo brazo político del ya inactivo Ejército Republicano Irlandés (IRA), volverán a ser los más votados y que se afianzarán como los principales representantes de sus respectivas comunidades, la unionista-protestante y la nacionalista-católica.

Les seguirán a cierta distancia, de acuerdo con los sondeos, el Partido Unionista del Ulster (UUP), el Partido Socialdemócrata Laborista (SDLP, nacionalista) y el multiconfesional Partido Alianza, formaciones que decidieron abandonar el Ejecutivo de poder compartido tras las elecciones de 2016.

Si, como todo indica, estos partidos deciden quedarse en la oposición en la próxima legislatura, el DUP y el Sinn Féin deberán negociar la formación de un nuevo Gobierno autónomo, lo que a estas alturas plantea numerosos interrogantes debido al enfrentamiento que mantienen desde hace meses.

La líder unionista, Arlene Foster, perdió su puesto de ministra principal después de que su adjunto en el Ejecutivo, el dirigente nacionalista Martin McGuinness, dimitiera de su cargo el pasado 9 de enero en protesta por un caso de corrupción en la política de energías renovables.

Para entonces, no obstante, las relaciones entre los dos partidos ya se habían deteriorado, con el Sinn Féin molesto por la posición del ultraconservador DUP sobre cuestiones como la lengua gaélica o la defensa de grupos minoritarios, entre ellos el colectivo LGTB y los inmigrantes.

La brecha se ha agrandado a raíz del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea (UE) celebrado el pasado junio, en el que la mayoría del electorado norirlandés rechazó el “brexit”, a pesar de que esa era la opción defendida por el DUP.

La dimisión de McGuinness como viceministro principal obligó al Gobierno británico a disolver la Asamblea y convocar estas elecciones anticipadas, marcadas también por la ausencia de este histórico líder republicano y comandante del IRA durante parte del pasado conflicto.

Tras dejar el Gobierno, McGuinness anunció que abandonaba definitivamente la política por una grave enfermedad y el partido eligió para sustituirle a Michelle O'Neill, de 40 años y sin conexiones con la lucha armada, lo que se interpreta como el comienzo del proceso de renovación del Sinn Féin en el norte de Irlanda, donde aspira a agrandar su base electoral con el voto de los sectores a los que aún espanta su pasado paramilitar.

A este respecto, el partido republicano ha recalcado que no aceptará “el orden establecido” tras estos comicios y ha advertido de que no compartirá el poder con el DUP hasta que ambas partes negocien un programa de gobierno radicalmente diferente al anterior.

En este contexto, nadie puede prever cuándo lograrán un acuerdo y ya planea la sombra de la suspensión indefinida de la autonomía norirlandesa, que pasaría a ser gobernada directamente desde Londres.

El principal punto de encuentro entre ambas formaciones es su rechazo al restablecimiento de una frontera estricta con la República de Irlanda tras el “brexit”, clave para la economía de la provincia gracias a la libre circulación de bienes, servicios y personas, que podría eliminarse si Reino Unido abandona el mercado único y la unión aduanera.

También consideran que las restricciones fronterizas y el “brexit”, en general, podrían dañar el proceso de paz y propagar el radicalismo de los grupúsculos disidentes del IRA que se oponen a la vía democrática en la región.

Por contra, el divorcio de Londres y Bruselas ha reavivado en el Sinn Féin el debate sobre la reunificación de Irlanda y su presidente, Gerry Adams, ha pedido la celebración en un futuro muy próximo de un referéndum sobre esta cuestión.

Las urnas servirán para medir el interés del electorado norirlandés respecto a este objetivo histórico de los republicanos, en las sextas elecciones autonómicas convocadas desde la firma del acuerdo de paz del Viernes Santo (1998).

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