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Israel considera el acuerdo con Irán un “error histórico” que no le “compromete”

Los partícipes en el acuerdo nuclear saludan el pacto provisional que rechaza Israel

EFE

Jerusalén —

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El gobierno israelí rechazó hoy de la forma más enérgica el acuerdo que el Grupo 5+1 alcanzó la pasada madrugada con Irán, un trato que considera un “error histórico” que en nada le “compromete” de cara a un futura operación militar.

“Lo que se ha acordado en Ginebra no es un acuerdo histórico sino un error histórico”, puntualizó el primer ministro, Benjamín Netanyahu, al rechazar la ola internacional de felicitaciones a los negociadores de EEUU, Rusia, China, Alemania, Gran Bretaña y Francia.

Para Netanyahu, que en los últimos años estaba embarcado en una cruzada casi mesiánica contra el programa nuclear iraní, el mundo se ha convertido hoy “en un lugar mucho más peligroso porque el régimen más peligroso del mundo ha dado un paso significativo para conseguir el arma más peligrosa del mundo”.

En su habitual intervención pública antes de los debates a puerta cerrada del Consejo de Ministros, un visiblemente frustrado primer ministro consideró que los términos del acuerdo alcanzado significan que, “por primera vez”, la comunidad internacional “ha aceptado el enriquecimiento de uranio por Irán”.

Con ello, se quejó el jefe del Gobierno israelí, las potencias “han ignorado las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que ellas mismas encabezan”.

“Las sanciones, que tantos años han requerido, contienen la mejor de las posibilidades para una solución negociada. Estas sanciones han sido canjeadas por concesiones cosméticas por parte de Irán que pueden ser canceladas en cuestión de semanas”, agregó.

Israel no se ha visto sorprendido por el acuerdo de Ginebra, pero sí defraudado por el que Irán no se vea obligado a desmantelar sus instalaciones para el enriquecimiento de uranio y a que pueda seguir manteniendo en su territorio el material enriquecido hasta el 5%.

Se trata de algunas de las condiciones que el Consejo de Seguridad de la ONU impuso en su día como condición para levantar las sanciones internacionales a Teherán.

Para el primer ministro israelí, estas concesiones “ponen en peligro a muchos países, y entre ellos a Israel” por lo que su gobierno no se verá “comprometido” con los términos del acuerdo.

“El régimen iraní está comprometido con la destrucción de Israel, e Israel tiene el derecho y la obligación de defenderse a si mismo, y por si mismo, contra cualquier amenaza”, explicó antes de aclarar: “Israel no permitirá que Irán desarrolle armas nucleares”.

El año pasado Israel parecía decidido a realizar una operación militar contra las instalaciones nucleares de Irán, que Washington frenó mediante una gran presión diplomática y revelando algunos detalles muy confidenciales de las limitaciones de su capacidad militar.

Desde entonces, Netanyahu ha deambulado por las principales capitales europeas para tratar de convencer a sus máximos dirigentes de que no acepten que Irán mantenga su capacidad de enriquecer uranio.

Considerado por Israel como su más acérrimo enemigo, Irán es uno de los pocos asuntos que consigue uniformidad de opiniones en el espectro político local.

El ministro de Asuntos Exteriores, Avigor Lieberman, manifestó que el acuerdo “es el logro diplomático más grande de Irán en los últimos años”.

“Está claro que reconoce el derecho de los iraníes a seguir enriqueciendo uranio. En resumen, han obtenido un premio”, subrayó Lieberman, que ve en el horizonte una “carrera armamentista” en todo Oriente Medio.

La ministra de Justicia y líder del partido Htenuá, Tzipi Livni, calificó el pacto de “muy malo”, e instó al Gobierno a “actuar ahora de forma decisiva frente a EEUU y a otros aliados para mejorar posiciones de cara al próximo acuerdo”.

También el exjefe del Mosad Dani Yatom, uno de los primeros en lidiar con el programa nuclear de Irán desde la organización de espionaje israelí, cree que su país “tendrá en un problema, si el acuerdo definitivo es como el interino e incluso algo mejor”.

Sin que hasta ahora se haya escuchado ninguna voz discordante con la postura del Ejecutivo, los únicos políticos de relevancia que trataban de ver las cosas con algo de optimismo han sido el presidente israelí, Simón Peres, y el nuevo líder del Partido Laborista, Isaac Herzog.

“Este es un acuerdo temporal (...) sus consecuencias podremos analizarlas sólo de acuerdo a los resultados en el terreno y no en base a las palabras”, señaló Peres.

Para Herzog, que el pasado viernes asumió sus funciones como jefe de la oposición, “el acuerdo es un hecho, al que Israel debe adaptarse”.

“Queda abierta la cuestión de cómo será el acuerdo final y en ese sentido la preocupación de Israel está justificada”, concluyó. Elías L. Benarroch

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