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Italia recupera el Versalles borbónico de Carlos III en la región de Campania

Italia recupera el Versalles borbónico de Carlos III en la región de Campania

EFE

Roma —

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El Estado italiano ha recuperado la propiedad del Real Sitio de Carditello, un palacio borbónico del siglo XVIII considerado el pequeño Versalles agreste de la región de Campania, olvidado y expuesto durante décadas al expolio y que las autoridades culturales quieren ahora restaurar.

Italia, que posee un ingente patrimonio cultural a lo largo de toda su geografía, mantiene gran parte de sus joyas arquitectónicas en estado de abandono porque, según las autoridades, es imposible atender a semejante cantidad de piezas y construcciones históricas de todas las épocas y naturalezas.

Pero surgió el milagro en la campiña napolitana: el ministro italiano de Bienes Culturales, Massimo Bray, dio un paso al frente y firmó recientemente un acuerdo para el traspaso del palacio, que era de los bancos, al Estado, que se ha propuesto restaurarlo.

Los medios italianos recogieron con euforia la noticia y elogiaron la decisión de Bray, criticado agriamente en las últimas semanas por uno de las tantos destrozos que vienen sucediéndose en los restos de Pompeya, la histórica ciudad Patrimonio de la Humanidad situada también en la Campania.

El Real Sitio de Carditello, erigido a petición del rey Carlos III de España y VII de Nápoles y Sicilia, comenzó su desarrollo en torno a 1750, en los terrenos del actual municipio de San Tammaro, a medio camino entre las ciudades de Nápoles y Caserta.

Ideado originalmente como residencia de descanso y coto de caza, el palacio de Carditello fue más tarde transformado por el rey Fernando IV -primer monarca del reino independiente (de España) de las Dos Sicilias-, en un centro modelo con 1.750 hectáreas para el cultivo de cereales y la cría de finas razas equinas y bovinas.

Durante su viaje a Italia, Wolfgang Goethe escribió sobre Carditello: “hay que viajar allí para entender lo que significa la vegetación y cultivar la tierra. La región es completamente plana y la campiña intensa y diligentemente cultivada, como un lecho de flores de jardín”.

Con la unificación italiana, -definitiva en 1871-, el rey Vittorio Emanuele II, de la casa de Saboya, cedió a la mafia local el palacio y sus tierras, que fueron símbolo de la era dorada de un pasado borbónico que poco importaba al nuevo linaje, según señala el periódico italiano Il Corriere della Sera.

Aquella decisión fue el comienzo de la decadencia del palacio, expoliado en sus terrenos y construcciones hasta la ocupación de los nazis en la II Guerra Mundial, que se llevaron todo lo que pudieron.

En la posguerra, un consorcio local de recuperación de bienes incluyó el inmueble entre sus activos, lo que posibilitó una pequeña restauración que, por falta de fondos, acabó con Carditello en manos de bancos y acreedores.

Tras ello, la Camorra borró del mapa en los siguientes años cualquier intento de recuperación: las puertas, los bancos, las chimeneas, el mármol de las escaleras e incluso la instalación eléctrica. Todo fue robado.

En los últimos años, un voluntario de Protección Civil y pastor de profesión Tommaso Cestrone dedicó todo su tiempo a proteger de los clanes criminales lo que quedaba del palacio.

Lo hizo a pesar de su familia, de las amenazas, de los incendios, de la intimidación y de la masacre de sus ovejas.

La noche del pasado 25 de diciembre, Cestrone escribió en Facebook al ministro Bray: “Saludos desde Carditello, mi Navidad está aquí”.

La respuesta del ministro fue: “Carditello lleva cerrado demasiado tiempo. Buscaré una solución para que recupere toda su belleza y se abra para todos”.

Esa misma noche, Cestrone, conocido como el “ángel de Carditello”, falleció víctima de un ataque al corazón a los 52 años.

Tan solo quince días después de su muerte, Bray cumplió su promesa y el Estado compró la villa de Carlos VII de Borbón, una suerte de pequeña Granja de San Ildefonso, hasta hoy olvidada.

Por Rubén Caramazana

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