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Izquierda Unida se propone “contribuir a la creación de un sujeto social histórico para la ruptura”

Ernest Urtasun, Xavi Domènech, Ada Colau, Alberto Garzón y Pablo Iglesias, en Barcelona, el 11 de junio de 2016.

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Ruptura democrática. Impugnación del régimen político, institucional y económico emanado del 78. Adaptación de la organización a ese diagnóstico. Y apuesta por la “creación de un sujeto social histórico por la ruptura”, en palabras de Alberto Garzón, coordinador federal de IU.

Esa apuesta de Garzón por “un sujeto social histórico por la ruptura”, expuesta en la introducción del plan de acción de IU 2016-2017 que aprobará este sábado la Asamblea Política y Social de la organización, coincide con la estrategia del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en torno a un “bloque histórico” con Unidos Podemos y las confluencias. Este desarrollo, de candidatura electoral del 26J a un sujeto político, se encuentra en fase muy incipiente.

Garzón afirma: “Vivimos una crisis de régimen que es, además, expresión de una crisis del sistema económico capitalista. La crisis política es expresión de la crisis del sistema económico”. Y añade: “Todos estos procesos han incrementado la frustración y la indignación de sectores sociales cada vez más amplios. Ello ha sido causa de importantes movilizaciones sociales en los últimos años así como de un novedoso y volátil comportamiento electoral. No obstante, esta creciente indignación y frustración es generalmente de carácter superfluo y no consciente. El movimiento obrero y sus organizaciones han sido, hasta ahora, incapaces de convertir esa rabia creciente en un sujeto político y social capaz de combatir el neoliberalismo y de construir una alternativa económica y política. He aquí nuestra tarea, precisamente, como parte del movimiento obrero”.

En su exposición, Garzón reconoce que llevar a la práctica ese enfoque político de IU, “tiene implicaciones fundamentales” para su organización: “Si el actual orden institucional no es la plataforma desde la que construir el socialismo, entonces sólo cabe la ruptura democrática, es decir, la impugnación del sistema político al mismo tiempo que la impugnación del sistema económico. De este modo, el parlamentarismo y la actividad institucional se convierten no en fines en sí mismos, como hasta ahora la inercia organizativa habíamos fomentado, sino en un instrumento más para extender la conciencia de clase. Eso supone emplear nuestra presencia institucional como voz de denuncia de los propios límites del sistema parlamentario actual, y como altavoz de la opresión y explotación a la que el sistema económico en su conjunto sume a la clase trabajadora. Significa asimismo concebir el programa no como reducible y simplificable a iniciativas ya sean parlamentarias o municipales sino como proyecto político que va más allá de las actuales configuraciones institucionales”.

Garzón también hace un ejercicio de autocrítica: “Nuestra organización ha pecado, además, de no ejercer por parte de los dirigentes un ejercicio de rendición de cuentas ante la militancia. Además hemos interiorizado y practicado las peores formas del parlamentarismo en el propio seno de la organización, con la existencia de cupos, familias o corrientes pactando en virtud de su posición de fuerza cuantitativa y no a partir de debates ideológicos. Por esa razón, es momento de iniciar métodos y prácticas nuevas que den voz y poder de decisión a la militancia, al mismo tiempo que permitan adaptar nuestra organización a los contornos de un movimiento político y social”.

El plan de acción, así, define unos objetivos y fases: Contribuir a la construcción de un nuevo movimiento político y social que vaya más allá de la actual IU; contribuir a la creación de un sujeto social histórico para la ruptura; vincular la organización a los conflictos sociales y laborales; resignificar la marca de Izquierda Unida para vincularla al imaginario rupturista, evitando la asociación con el régimen; formar cuadros políticos tanto en el ámbito ideológico como en la práctica política; fortalecer la presencia institucional; y establecer relaciones internacionales con otros sujetos políticos democráticos a través de la presencia en el conflicto.

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