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Jantar Mantar, el “manifestódromo” donde los indios esperan ser escuchados

Jantar Mantar, el "manifestódromo" donde los indios esperan ser escuchados

EFE

Nueva Delhi —

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El “manifestódromo” de Jantar Mantar, en Nueva Delhi, es desde comienzos de los 90 el centro de las protestas en la India, y en él conviven denuncias de causas perdidas y movilizaciones masivas contra la violación o los corruptos.

En un día como cualquier otro, el pasado jueves, 14 pequeñas protestas esperaban la atención de los medios de comunicación, los políticos o de algún simpatizante sobre problemas que iban desde las pensiones a la protección de las vacas sagradas del hinduismo.

“Estoy aquí para proteger a las vacas, sacrificadas en este país desde hace años sin que la Administración haga nada. Las vacas son parte integral de nuestro país. ¿Cómo puede ser legal la matanza de estos animales sagrados?”, dijo a Efe Ramshankar Ojha, de 59 años.

A Ojha lo acompañan desde hace días en su protesta en Jantar Mantar una docena de reses que han convertido el pavimento del lugar en un establo repleto de bosta y heno.

“En Jantar Mantar un hombre común puede expresar su pena y esta llega al Gobierno”, sentenció el activista.

Muy cerca del ganado, sobre una acera, el esquelético Rama Inder Kumar mantiene una huelga de hambre “para que el socialismo triunfe en todo el mundo y se ponga fin al imperialismo y al capitalismo”, una causa por la que ha estado luchando los últimos 17 años.

Como Ojha y Kumar, miles de personas han pasado en las últimas dos décadas para hacerse oír por este “manifestódromo”, un lugar que recibe su nombre del observatorio astronómico de Jantar Mantar, situado a pocos metros y construido en el siglo XVIII.

El historiador indio Asitya Mukherji, del Centro de Estudios Históricos de la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, explicó que las manifestaciones en la capital india solían celebrarse enfrente del Parlamento.

Sin embargo, el Gobierno decidió a comienzos de los años 90 que las protestas solo se permitirían en un área mucho más acotada junto al observatorio de Jantar Mantar “por motivos de seguridad y para mantener controlados a los manifestantes”.

Aunque son libres, las manifestaciones en el actual emplazamiento deben ser registradas.

V.K. Chopra, uno de los agentes encargados de administrar las peticiones, explicó a Efe que antes de iniciar una protesta se debe rellenar un formulario con detalles sobre el motivo de la queja y la posible relación con organizaciones sociales o políticas.

“Cualquiera puede protestar y solemos dar el permiso el mismo día”, aseguró Chopra.

El funcionario añadió que durante la temporada parlamentaria es cuando hay más protestas, y aclaró que si la afluencia es superior a 5.000 personas se les remite al descampado de Ramlila Maidán.

Durante los últimos años, Jantar Mantar ha sido foro de algunos de los movimientos sociales más emblemáticos y con mayor respaldo popular en el país, como las huelgas de hambre de la pacifista Irom Sharmila en 2006 y del activista anticorrupción Anna Hazare en 2011.

También se ha oído en este enclave el grito contra la violencia machista desde que la violación y asesinato de una joven en Nueva Delhi en diciembre de 2012 generó un debate sin precedentes sobre la situación de las mujeres en el gigante asiático.

Aquellas movilizaciones inspiraron a cuatro mujeres que fueron secuestradas y violadas el pasado mes de marzo para trasladarse hasta Jantar Mantar en busca de ayuda.

Las jóvenes fueron agredidas sexualmente en el vecino estado de Haryana, y luego secuestradas y violadas de nuevo durante dos días en la región noroccidental del Punyab, sin que los culpables hayan sido detenidos.

Pertenecientes al grupo de los intocables, el más bajo del sistema hindú de castas, las mujeres llevan el rostro cubierto para mantener el anonimato.

“La Administración de nuestro distrito no nos ayudó y como todo el mundo viene a Jantar Mantar, el pasado 16 de abril a las 9 de la noche llegamos a Delhi con la esperanza de obtener justicia”, explica Jagdish Kajala, de 28 años y portavoz del grupo.

La escritora y activista Arundhati Roy, autora del galardonado “El dios de las pequeñas cosas”, afirmó hace un tiempo en la revista local Outlook que Jantar Mantar es el único lugar de la capital donde no se aplica la sección 144 del Código Penal indio.

Esta norma data de la época de dominación británica y prohíbe las reuniones de más de cinco personas con “objetivos comunes” en lugares públicos.

“Gente de todo el país -escribe Roy-, harta de ser ignorada por los políticos y los medios de comunicación, converge en Jantar Mantar con el deseo desesperado de ser escuchados. (...) Desde ahí declaran su fe en la democracia. (...) Desde ahí esperan”.

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