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Joyas de papel blanco japonés, el encuentro entre la tradición y el diseño

Joyas de papel blanco japonés, el encuentro entre la tradición y el diseño

EFE

Tokio —

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El milenario washi japonés ha inspirado a un grupo de diecisiete diseñadores internacionales para crear una fascinante colección de joyas elaboradas con el conocido papel blanco además de oro, plata e incluso piedra y plástico.

Utilizado tradicionalmente para la caligrafía, la cocina y la decoración, el washi, que con la modernización de Japón casi ha desaparecido de la vida diaria, ha dado lugar a una variada colección de 30 piezas que incluyen broches, collares y pendientes.

Chitose Ohchi, de la galería tokiota especializada en joyas O-Jewel, es la promotora de la idea, que surgió durante un viaje a la antigua ciudad de Mino, en el centro de Japón.

“Tuve la oportunidad de ver cómo se fabrica este precioso papel. Me inspiró mucho y fue lo que me animó a poner en marcha el proyecto. Es un material muy natural y amable que además perdura durante siglos”, explica a Efe la comisaria de la muestra en su estudio del barrio tokiota de Nishiazabu.

A propuesta de Ohchi, el Washi, un elemento intrínsecamente japonés que por ser translúcido se usaba en lámparas, biombos, o ventanas, ha acabado en las manos de diseñadores de joyas de todo el mundo como el holandés Philip Sajet, el sueco Tore Svensson, la alemana Karin Seufert o el japonés afincado en Alemania Jiro Kamata.

La colección “White Japan” es el resultado de un encuentro del pasado, de un material relacionado con una forma de vida japonesa que ya no existe, con los diseños internacionales más vanguardistas y actuales.

En Europa es utilizado para la restauración de pinturas y es un elemento indispensable para tradiciones artísticas niponas como el Origami (papiroflexia), el Shodó (caligrafía) y el Ukiyo-e (grabados).

Por ello, algunos de los diseñadores ya conocían este material e incluso lo habían utilizado. Otros nunca. Pero a todos, comenta la comisaria, les encantó la idea de hacer una colección de joyas con los seis tipos de papel washi que les envió a sus estudios.

Todo un reto, sin embargo, ya que este finísimo papel vegetal exige un proceso de elaboración artesanal, largo y complejo.

Ohchi, que muestra entusiasmada una por una las piezas, insiste en la durabilidad de unas joyas elaboradas con un material del que se han encontrado manuscritos del siglo VIII.

“A pesar de su aspecto frágil y ligero, son muy resistentes y se pueden incluso mojar”, asegura la comisaria de la galería que tras exhibir la colección en Japón, planea llevarla el año que viene a Taiwán y Alemania.

Los precios de estas joyas de papel varían desde los 35.000 yenes (273 euros) que cuestan las diseñadas por la pareja francoalemana PE/AH, a los 180.000 yenes (1.400 euros) de las creaciones del reputado Philip Sajet, unos aparatosos collares que intercalan el washi con el oro.

Precisamente estas llamativas piezas fueron una de las más difíciles de realizar porque el diseñador holandés soldó la cadena de oro a las bolas de papel que forman el collar siempre intentando evitar que se quemaran, relata Ohchi.

Otras joyas, como los colgantes de la alemana Katherina Dettar combinan el papel con la piedra, las de Jun Konish lo hacen con plástico de colores que parecen caramelos, y las de Mari Ishikawa con laca roja, otro material muy nipón.

Las piezas creadas por el japonés establecido en Múnich Jiro Kamaka utiliza la estructura de las lentes fotográficas y las rellena de papel, incrustando el washi al marco como si fueran diamantes.

El diseñador explica en el catalogo que “mientras que el papel conserva los recuerdos del tiempo, las lentes de la cámaras capturan los recuerdos, por lo que era inevitable crear la fusión entre los dos”.

Por su parte, la alemana Karin Seufert ha optado por un collar formado con minúsculos trozos de papel y explica que “como un libro con muchas páginas, la pieza lleva consigo una historia jamás contada, pensamientos que nunca han sido escritos, sueños que solo existen en tu mente e imágenes que solo ven tus ojos”.

Ramón Abarca

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