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Juppé defiende su perfil institucional frente a un Sarkozy acosado

Juppé defiende su perfil institucional frente a un Sarkozy acosado

EFE

El ex primer ministro Alain Juppé realzó hoy su perfil institucional y moderado frente a un Nicolas Sarkozy que trató de defenderse de los ataques de los otros candidatos, en el segundo debate entre los aspirantes a las primarias del centro-derecha francés.

En un debate vivo y con frecuentes encontronazos entre los siete participantes, Sarkozy solo consiguió encararse con Juppé al reprocharle el apoyo que el líder centrista François Bayrou -enemigo declarado del expresidente galo- le ha dado a su candidatura.

Ese fue prácticamente el único momento en que Juppé sufrió un ataque por cualquiera de sus rivales, que parecieron, al igual que en el primer debate celebrado hace tres semanas, más interesados en recordar los errores de Sarkozy como inquilino del Elíseo entre 2007 y 2012.

Cuatro de los siete candidatos fueron precisamente ministros de Sarkozy, quien no dudó en recordarles que de una forma u otra fueron partícipes de esas decisiones que ahora la recriminan cuando formaban parte de su Ejecutivo.

“Ninguno de ellos me pidió dejar el Gobierno, todos fueron leales y solidarios”, ironizó Sarkozy al poco de comenzar.

Después de que el primer debate se centrase sobre todo en cuestiones socioeconómicas, en esta ocasión se abordaron la inmigración, el terrorismo y la seguridad, la educación y la línea política de cada candidato.

Un primer sondeo difundido por el canal “BFM TV”, que retransmitió el debate, señaló a Juppé como el más convincente de los postulantes, con un 34 %, 14 puntos por encima de Sarkozy (20 %).

“No me presento contra Sarkozy, sino contra el Frente Nacional y contra (François) Hollande, que ha destrozado la función presidencial. Quiero que la presidencia recupere la dignidad perdida, que sea congregadora y haga funcionar las instituciones”, sintetizó Juppé su visión de la jefatura del Estado.

Frente a esta versión institucional, Sarkozy se postuló como el candidato fuerte que pretende reinstaurar la autoridad del Estado y que no está tan interesado en llegar a acuerdos.

“Para mi el presidente no debe ser quien busque la concertación permanente (...) Un presidente es alguien que tiene convicciones, que impone las políticas necesarias para Francia. Si hay que esperar a que todo el mundo esté de acuerdo para tomar una decisión, no se tomaría ninguna”, dijo.

Varios candidatos -como Juppé o los exministros Bruno Le Maire y Jean-François Copé- coincidieron en denunciar los tratados de Touquet, suscritos con el Reino Unido en 2003 por el propio Sarkozy como ministro del Interior y por los que Francia asume el control fronterizo en Calais sobre los inmigrantes que quieren pasar a la isla de forma clandestina.

Los intercambios sobre la seguridad se convirtieron en una subasta sobre el número de policías y de plazas de prisión que los aspirantes prometen aumentar si son elegidos, aunque también sirvieron para recordar a Sarkozy que redujo la cifra de efectivos durante su presidencia.

“Asumo plenamente aquella decisión tomada cuando Francia sufrió el golpe extraordinario de la crisis y la debacle económica mundial”, reconoció.

Sin embargo, tras una primera mitad dubitativa y a la defensiva, Sarkozy se repuso a lomos de su experiencia presidencial cuando el debate viró hacia la política exterior, donde recordó que hay que hablar con amigos y enemigos para defender los intereses del país.

Ante un Juppé prudente, exhibió su apuesta por la mano dura en cuestiones de seguridad, como su defensa de la “presunción de legítima defensa” para los policías, lo que les permitiría hacer uso de sus armas de fuego si creen que su seguridad está amenazada.

Su ex primer ministro François Fillon, que mantuvo el buen nivel exhibido en el primer debate, abogó por una “justicia de excepción” ante la amenaza terrorista, a la que se sumaron los aspirantes más a la derecha como el líder democristiano Jean-Frédéric Poisson.

Tras enzarzarse largo rato sobre el polémico respaldo de Bayrou a Juppé, los candidatos tuvieron que decantarse por Hollande o a la ultraderechista Marine Le Pen si estos fueran a enfrentarse en una hipotética segunda vuelta en las presidenciales de 2017.

Mientras que Sarkozy se reafirmó en su postura del “ni-ni” (ni uno ni la otra), la mayoría de los candidatos, salvo la centrista Nathalie Kosciusko Morizet, trataron de esquivar la pregunta con el argumento de que ese escenario es a día de hoy casi una entelequia.

“Hollande no estará en la segunda vuelta salvo si hacemos el imbécil”, zanjó Juppé.

La primera vuelta de las primarias del centro-derecha está prevista para el próximo 20 de noviembre, mientras que de ser necesario se disputaría una segunda vuelta entre los dos más votados una semana más tarde.

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