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En la isla griega de Kos las organizaciones internacionales asisten a refugiados

En la isla griega de Kos las organizaciones internacionales asisten a refugiados

EFE

Atenas —

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Mientras la Unión Europea (UE) discute sobre números y cuotas de acogida, en la isla griega de Kos, uno de los principales puntos de entrada de refugiados, miembros de organizaciones internacionales se desviven para ofrecer a los recién llegados una estancia digna.

“Son mayoritariamente hombres jóvenes que llegan en muy buenas condiciones físicas, pero cada vez hay más familias con niños, embarazadas y bebés”, relata a Efe Oscar Velasco, delegado de comunicación de Cruz Roja Internacional.

Su prioridad en cuanto llegan es registrarse en la comisaría de la isla, desbordada por la falta de medios, para obtener los documentos que les acrediten como refugiados y poder embarcar en uno de los ferris que llevan hasta el puerto del Pireo, en Atenas.

Desde allí, prosiguen su viaje hacia la frontera con Macedonia para atravesar Serbia y Hungría, y poder llegar desde Austria a la ansiada Alemania y otros países del centro y norte de Europa.

Los sirios, debido a la guerra que vive su país, son los que lo tienen más fácil para obtener el estatus de refugiado, por ello, muchos de otras nacionalidades tratan de alegar esta procedencia.

“Un chico sirio me decía que para identificarlo la policía le preguntaba el color de la bandera de su país o el nombre de la mujer de (el presidente sirio Bachar) Al Asad”, comenta Velasco.

Una técnica que pronto resulta ineficaz porque entre ellos se transmiten rápidamente las respuestas y todos recitan estos nombres de carrerilla, bromea el representante de Cruz Roja.

Aunque la mayoría proceden de Siria, hay también muchos ciudadanos de Bangladesh, Pakistán, Afganistán y África subsahariana.

A ellos, cuenta Velasco, les cuesta más poder salir de la isla, y algunos llevan ya varias semanas esperando.

Esto ha provocado episodios de tensión en varias ocasiones, en especial entre el colectivo paquistaní, que ha protestado frente a la comisaría por la discriminación en el trato.

Las pésimas condiciones en que se encuentran es otra de las razones que han causado algunos altercados.

Eliza Goroya, miembro de Amnistía Internacional (AI), denuncia, en declaraciones a Efe, que en Kos no existe ninguna infraestructura de acogida, por lo que los refugiados tienen que comprar tiendas y acampar al aire libre.

Además, el ayuntamiento ha cerrado los servicios públicos y solo uno está en funcionamiento.

“Literalmente la situación en la que tienen que sobrevivir hace enfermar a algunos”, relata Goroya, que explica que fue testigo de como tres de ellos tuvieron que ser hospitalizados.

El responsable de Cruz Roja detalla que su organización ha desplazado hasta esta isla del mar Egeo, situada a escasos cuatro kilómetros de la costa turca, a especialistas en salud, comunicación, agua y saneamiento, “personas de diferentes ámbitos y nacionalidades para establecer un plan de desarrollo y minimizar las problemáticas a las que se enfrentan los llegados”.

Su función en la isla consiste en distribuir alimentos y kits de aseo personal, una tarea que realizan dos veces por semana en el interior del centro de policía para evitar aglomeraciones.

La función de AI es a nivel institucional y, como precisa Goroya, su objetivo es hacer presión sobre las autoridades para que mejoren el trato que reciben a los refugiados.

“Tratamos de hacer presión sobre los gobiernos y recogemos los testimonios de los refugiados para explicar a la gente qué es lo que está pasando”, cuenta la activista.

Para Velasco, la situación en Kos “es la más desagradable e indigna de las personas que llegan”, por eso Cruz Roja ha lanzado una campaña con el fin de recaudar fondos que sirvan a Grecia para proporcionar “asistencia médica y psicosocial y hacer posible el reagrupamiento de muchas familias”.

Kos, con una población de unos 30.000 habitantes en verano, es un contraste continuo de imágenes.

“El turismo prosigue su ritmo mientras justo al lado de una discoteca ves una ristra de familias que duermen al raso”, refiere Velasco, que describe cómo los ánimos entre algunos lugareños están “mermando”, pues la situación de desbordamiento ha producido ya cancelaciones en la que es su principal fuente de ingresos.

Por otro lado, y como en todas las tragedias, también se ha despertado el lado más solidario y son muchos los griegos que a diario proporcionan agua, alimentos y ropa a los recién llegados.

Goroya cuenta que hay activistas, muchos de ellos ciudadanos de Kos, “que hacen lo que no hace el Gobierno” y diariamente preparan alrededor de 1.000 porciones de comida que se encargan de distribuir con sus propios coches entre los refugiados.

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