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El Leonardo da Vinci de Al Andalus inspira a un café damasceno frente a la guerra

El Leonardo da Vinci de Al Andalus inspira a un café damasceno frente a la guerra

EFE

Damasco —

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En un rincón del barrio de Bab Tuma, en pleno casco antiguo de Damasco, se esconde el café Zeriab, un local que enarbola la cultura como resistencia frente a la guerra, desde el que se quiere honrar el legado del que fuera el Leonardo Da Vinci de Al Andalus, Abul Hasan ibn Nafi.

El dueño del café, Benard Yumaa, de 39 años, confiesa en declaraciones a Efe que es un gran admirador de Ibn Nafi (789-857), alias Zeriab, que fue poeta, profesor, músico y compositor, entre otras profesiones.

“Al Andalus fue en su día el centro de la cultura mundial y Zeriab fue una gran persona. A mí me gusta mucho, es quien inventó la quinta cuerda del laúd, fundó una escuela de música con métodos científicos y, además, fue una especie de Christian Dior, porque creó una academia de etiqueta y protocolo”, detalla Yumaa.

Zeriab, cuyo origen es dudoso, ya que no se sabe si nació en el norte de África o en Irak, fue el artífice del flequillo en la corte del califato de Córdoba, puso de moda el cambio de ropa en las estaciones del año e introdujo nuevos hábitos higiénicos.

Yumaa, que ha visitado varias veces España, recuerda que “incluso el maestro Paco de Lucía dedicó un álbum a Zeriab”, que lleva el mismo nombre.

Fascinado por la influencia de Zeriab en Al Andalus y en el mundo árabe, Yumaa, nacido y criado en Beirut pero de nacionalidad siria, ha querido hacer una contribución en su propio país, embarcado en una guerra desde marzo de 2011, con esta cafetería con actividades dedicadas a los jóvenes, que abrió dos meses después del inicio de la contienda.

“No tuve ninguna duda, el conflicto ya había empezado por aquel entonces. Yo nací en Beirut y viví mi infancia durante la guerra civil libanesa y sé bien que la cultura y los jóvenes son los grandes perjudicados”, reflexiona Yumaa, que habla susurrando.

Su inspiración fueron también las cafeterías culturales que había visto durante sus viajes a España, Suiza e Italia. “En Siria, no hay establecimientos de este tipo, así que cuando regresé, alquilé este local que era un antiguo establo de caballos, lo reformé y limpié, y empezamos en mayo de 2011”, dijo.

En la cafetería se ofrecen talleres gratuitos de música, fotografía y poesía para estudiantes, y hay conciertos cada noche.

El local cuenta, además, con una pequeña biblioteca con libros de literatura, científicos y de idiomas, y se ofrecen descuentos del 50 % a los universitarios en las consumiciones.

Especializados en comida casera siria, el lugar oferta platos a precios asequibles para aquellos alumnos originarios de otras provincias, que, debido a la guerra, no puedan acudir a sus casas frecuentemente.

Durante este tiempo, no todo ha sido fácil para Yumaa. La cafetería está localizada en uno de los distritos más castigados por el impacto de los proyectiles de mortero disparados por grupos rebeldes e islámicos desde la periferia damascena.

De hecho, durante la conversación con el dueño del café Zeriab el sonido de disparos próximos se escucha a cada rato.

“Hemos pasado por muchas situaciones peligrosas, pero la peor fue un día que estábamos aquí a las 11 de la noche tocando instrumentos musicales”, relata Yumaa.

De repente, “impactó un proyectil de mortero en la parte de atrás (de la cafetería) -prosigue-, menos mal que no estalló porque perforó el techo y al caer se deslizó inclinado, con lo que se posó encima de un plancha de hierro y se partió por la mitad”.

Pese a estos riesgos, Yumaa no se ha planteado cerrar en ningún momento.

“La ciudad no puede morir, hubo un día que tiraron 100 cohetes y organizamos un concierto de música al que acudieron 60 personas”, rememora el empresario.

Ante la proximidad de la Navidad, Yumaa subraya que se han empeñado en seguir celebrándola y, aun más, estando en Bab Tuma, de mayoría cristiana.

Desde hace tres años, erigen un árbol de navidad, que bautizan como “árbol de los deseos”, a la entrada de la cafetería, en el que cada visitante puede colgar sus anhelos en un papel.

No solo las personas que estén dentro de Siria pueden hacerlo, sino también quienes estén en el extranjero a través de Facebook. “El año pasado alcanzamos entre los 3.000 y los 4.000 mensajes”, asegura Yumaa.

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