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El Liceo abre temporada con “Agrippina”, una comedia sobre el poder

El Liceo abre temporada con "Agrippina", una comedia sobre el poder

EFE

Barcelona —

El Gran Teatro del Liceo abre el próximo 16 su temporada lírica con “Agrippina”, de Händel, una ópera que el director de escena, el dramaturgo David McVicar, ha definido como una “comedia sobre el poder”, que ha situado en la época actual.

McVicar ha precisado hoy en la presentación que “no se trata de una actualización literal de la ópera a nuestro tiempo”, sino que piden al público que imagine cómo sería el mundo si el Imperio Romano no hubiera desaparecido nunca.

En el siglo XVIII, los actores y los cantantes vestían con la misma ropa que el público, y por eso el vestuario no se aleja demasiado del mismo del público que asistirá al Liceo.

“Aunque algunos elementos del vestuario sean fácilmente identificables y pertenezcan a nuestro mundo, no he trasladado la acción a otro tiempo más próximo al público, sino que la propuesta escénica es fundamentalmente abstracta”, ha dicho McVicar.

El director musical de la obra, Harry Bicket, ha recordado que “Agrippina” fue “la primera gran ópera de Händel, que puede ser considerado el primer compositor ecologista de la historia, porque le gustaba reutilizar otras canciones, aunque siempre mejoraba el original y en 'Agrippina' hay algunos fragmentos que luego aparecen en la cuarentena de óperas que escribió posteriormente”.

Händel comenzó a trabajar en Hamburgo para el Kaizer, donde escribía canciones populares, pegadizas, dirigidas al público general y no a la nobleza, y más tarde viajó por Italia, donde adoptó elementos de Monteverdi para construir músicas más atrevidas, casi más propias del siglo XX.

“Una gran parte de 'Agrippina' procede de aquí, de esas músicas atrevidas”, ha subrayado Bicket.

Según el director musical, esta ópera escrita para Venecia, tiene “elementos de una comedia, de una tragedia y de pompa, y está escrita con numerosos cambios de estilo que se adaptan a las necesidades del libreto”.

Para McVicar, “Agrippina”, que nunca se había representado en el Liceo, es una “ópera adaptada con una precisión increíble a los gustos de Venecia y, por esa razón, es cínica, llena de humor, si bien no olvida que se trata de una comedia política”.

El planteamiento de partida del equipo de la producción es que el libreto original, obra del cardenal Vincenzo Grimani, satiriza la corte romana de la época.

La ópera narra las intrigas de Agripina, casada con el emperador Claudio, para que éste nombre heredero al trono imperial a su hijo Nerón, nacido de un matrimonio anterior.

En el escenario, destacan de manera especial unas escaleras que conducen al trono imperial, “símbolo del camino que lleva al poder político, pero también al poder de la empresa”.

McVicar ahonda sobre esa idea del poder: “La ópera de Händel es, sobre todo, una comedia sobre la futilidad del poder en la que el sexo es el instrumento que tienen las mujeres protagonistas para controlar a los hombres, hacerlos caer en sus redes y acceder a una parcela del poder”.

La soprano Sarah Connolly, que debutó en el Liceo precisamente con la ópera “L'incoronazione di Poppea” en la temporada 2008-09, ha confesado que “no hay otro personaje en Händel al que se le exija atraer al público como en 'Agrippina'”.

Connolly ha subrayado que “la partitura es genial, exige una enorme interacción entre todos los cantantes y, aunque es larga, en ningún momento decae la acción”.

Para desarrollar el personaje de Agrippina, Connolly ha asegurado que su inspiración principal proviene de la propia música y, aunque su personaje está muy alejado de Sarah Connolly, intentó de manera parcial inspirarse en la Anjelica Huston de la película “La maldición de las brujas”, “por su sentido del humor, por la sexualidad, y por su inteligencia”.

En su debut en el coliseo barcelonés, Danielle de Niese, que canta el rol de Poppea, ha destacado que “Händel tenía debilidad por todos los personajes que pintaba, incluso por los personajes más malos, algo que es relevante en esta ópera, en la que los personajes se hacen mal entre ellos”.

Ha definido a su personaje como “una trepa social”, que nunca consigue subir por esas escaleras doradas.

El vestuario ha sido un reto, ha comentado su responsable, John Macfarlane, porque se adapta a las necesidades de los personajes: “Agrippina, por ejemplo, luce Balenciaga o vestidos de noche en su vida pública, mientras que, cuando aparece en el ámbito privado, viste una bata o un quimono y con la botella de ginebra al lado”.

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