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MSF asegura que repartir ayuda en Filipinas se ha convertido en una “pesadilla”

La comisaria europea de Cooperación dice que ahora lo más importante "no es el dinero"

EFE

Cebú (Filipinas) —

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Médicos Sin Fronteras (MSF) calificó hoy de “pesadilla logística” los problemas para repartir la ayuda en las zonas devastadas por el tifón “Haiyan” el pasado viernes en la región central de Filipinas.

Decenas de miles de supervivientes en la isla de Leyte, principalmente en Tacloban, así como en otras áreas de Cebú necesitan con urgencia alimentos, agua, medicinas y tiendas de campaña, pero las comunicaciones son muy difíciles.

“Las vías de transporte hasta el área han quedado seriamente afectadas, lo que dificulta particularmente el acceso. El aeropuerto de Tacloban está muy dañado y las carreteras bloqueadas con escombros”, señaló la ONG en un comunicado.

También resulta complicado la llegada de aviones a la vecina isla de Cebú, donde el aeropuerto está congestionado.

Fracturas, heridas, infecciones, tétanos, diarrea o leptospirosis, provocada por un parásito en el agua con desechos animales, son las complicaciones médicas más urgentes entre los miles de heridos por el desastre.

“Nuestra prioridad es llegar hasta las personas en las áreas más remotas; siempre son los últimos en recibir la ayuda que necesitan urgentemente”, afirmó Natasha Reyes, coordinadora de emergencia en MSF.

La organización señaló que es preocupante la falta de información sobre la destrucción real del tifón, bautizado localmente como “Yolanda”, aunque de momento tienen constancia de que han sido destruidos o dañados la mayoría de los centros sanitarios.

“Aún las heridas menores pueden potencialmente causar problemas mayores, si se infectan, lo que es un problema serio a medida que pasan los días sin que estas personas tengan acceso a cuidados médicos”, agregó.

La desesperación llevó ayer a una turba de miles de afectados a asaltar un almacén de arroz en Leyte, lo que provocó que se derrumbara un muro que mató aplastadas a ocho personas.

Las autoridades locales se encuentran desbordadas ante la magnitud del tifón, que arrasó pueblos enteros con vientos de hasta 300 kilómetros por hora, y trabajan a destajo para retirar los escombros de las carreteras y mantener la seguridad.

En medio del drama, muchas familias han reaccionado con extraordinaria solidaridad, compartiendo lo poco que ha dejado “Haiyán” en las áreas más afectadas.

Algunos filtran el agua con paños para purificar en lo posible el agua o improvisan generadores de energía para conseguir electricidad mediante dinamos fabricadas con piezas recuperadas entre las ruinas.

Catherine Gearing, cooperante australiana de la Cruz Roja, explicó a Efe que la devastación del tifón sido muy severa, afectando a casi todas las zonas costeras de Leyte, a muchas de las cuales sólo se puede llegar por mar o con motocicletas.

“Los trabajos del Gobierno avanzan, han limpiado las principales carreteras de escombros, pero muchas menores siguen bloqueadas. Miles de casas han sido derruidas, la gran mayoría en las zonas que hemos visitado”, manifestó Gearing.

La cooperante señaló que otra prioridad es retirar los cadáveres que, tras cinco días, se encuentran en estado de descomposición, con el peligro de que se desaten epidemias.

Según las autoridades, han reabierto varios aeropuertos en la región, a donde llegará más ayuda, mientras que varios buques militares de Estados Unidos y el Reino Unido tienen previsto llegar en estos próximos días.

El Consejo para la Gestión y Reducción de Desastres de Filipinas elevó a 1.833 el número oficial de muertos en su último informe, en el que también confirmó que al menos hay 2.623 heridos, 84 desaparecidos y 6,9 millones de afectados.

El presidente de Filipinas, Benigno Aquino, descartó anoche que el número de fallecidos alcance los 10.000, como estimó Naciones Unidas, e indicó que la cifra rondará entre los 2.000 y los 2.500, durante una entrevista con el canal estadounidense “CNN”.

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