Margallo asegura que España seguirá ayudando a los países menos adelantados

El ministro español de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, aseguró hoy que España seguirá ayudando a los países menos adelantados del mundo para que “abandonen el subdesarrollo, para combatir la pobreza y que se den oportunidades de empleo a sus habitantes”.

Esta fue una de las principales ideas de la intervención de García-Margallo en el acto inaugural de la conferencia ministerial sobre nuevos partenariados para el desarrollo de las capacidades productivas en los países menos adelantados, que se celebra hoy en Cotonú y que está organizada por Naciones Unidas.

En un discurso centrado en la desigualdad y la lucha contra la pobreza, el jefe de la diplomacia española explicó que en la categoría de países menos avanzados ha habido a lo largo del tiempo un total de 52 naciones cuyos habitantes viven con menos de 745 dólares al año, que tienen una gran escasez de recursos humanos y que son vulnerables a los choques económicos y a los desastres naturales.

“Lo dramático es que esta clasificación se estableció en 1971 y después de cuarenta años sólo cuatro países han logrado salir”, subrayó el ministro.

Por ello, defendió que es importante centrarse en estos países en los que la comunidad internacional “no puede permanecer impasible”.

No obstante, dijo que hay “esfuerzos” que son los propios países los que tienen que llevarlos a cabo relacionados con la buena gobernanza, la seguridad jurídica y la estabilidad política.

“España ha venido a ofrecer su cooperación a estos países para que abandonen el subdesarrollo, para combatir la pobreza y se den oportunidades fundamentalmente de empleo a los ciudadanos”, señaló.

García-Margallo explicó que la comunidad internacional tiene sobre todo que ayudar a que se potencien aquellos sectores que son los que facilitan avanzar hacia el desarrollo.

Entre estos sectores, el ministro citó la agricultura y la importancia de buscar una conexión con la industria y con la inversión en servicios. “El turismo es un sector clave y España tiene una enorme experiencia”, añadió.

García-Margallo apuntó también que la comunidad internacional -a través de distintos instrumentos canalizados por la ONU- tiene la “obligación moral de contribuir al esfuerzo que estos países hacen para desarrollar estos sectores y combatir fundamentalmente la pobreza”.

Por otra parte, el ministro anunció que el Ministerio de Defensa enviará un avión a Libia para evacuar a los españoles que deseen salir del país y a los miembros de la embajada en Trípoli, donde España dejará la representación diplomática “al mínimo”.

El ministro ha explicado que España -que forma parte del Grupo 5+5 que agrupa a los países del norte y sur del Mediterráneo- no puede “suprimir del todo” su representación diplomática en Libia, y ha hecho hincapié en que la decisión de dejarla abierta “al mínimo” es una “señal clara de apoyo” al nuevo Parlamento.

La nueva cámara se va a constituir el 4 de agosto y Margallo indicó que se trata de una “señal de confianza” al proceso que ha comenzado el pueblo libio a la que se suma “la decisión de no dejar abandonada a la colonia española” en Libia, por lo que España enviará un avión para sacar del país a los diplomáticos y españoles que deseen hacerlo.

En Libia, hay 19 diplomáticos españoles, además de dos religiosos y la colonia española es de 150 personas, según el ministro.

La escalada de violencia en ese país se ha incrementado en las últimas semanas después de que el pasado 13 de julio, las milicias de Misrata lanzaran la operación “Fayer” (Amanecer) con el objetivo de arrebatar el aeropuerto de Trípoli a las brigadas de Zintán, que controlan las instalaciones desde la caída del régimen de Muamar al Gadafi en 2011.

La embajada de Estados Unidos cerró este sábado sus puertas y su personal fue evacuado por carretera, con escolta de bombarderos F-16, a la vecina Túnez.

Varios países europeos han decidido evacuar a sus nacionales en Libia, como es el caso de Francia, Italia, el Reino Unido y Alemania.

Por Belén Anca López