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“Nubes de kétchup”, una novela “liberadora” para su autora, Annabel Pitcher

"Nubes de kétchup", una novela "liberadora" para su autora, Annabel Pitcher

EFE

Madrid —

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Aunque no ha sido algo premeditado, la escritora británica Annabel Pitcher reconoce que su segunda novela, “Nubes de kétchup”, le ha podido servir para liberarse del “sentimiento de culpabilidad” que la ha perseguido durante su adolescencia, motivado por la extrema “religiosidad” de su madre.

Tras el éxito obtenido con su primera novela, “Mi hermana vive sobre la repisa de la chimenea”, Pitcher ha viajado a Madrid para promocionar su segundo título, publicado por Alevosía y galardonado con el Premio Waterstones al Mejor Libro Juvenil, y en el que trata temas como la adolescencia, el asesinato y la culpa.

En una entrevista con agencias de prensa, la autora ha reconocido que, al abordar esta obra, tenía interés por explorar el sentimiento de culpabilidad, algo que ha sufrido en su adolescencia con frecuencia ante su continuo temor a hacer algo que le pudiera acarrear consecuencias el resto de su vida.

Su madre, ha explicado, ha inculcado a sus hijos su “sentido estricto de la moral”, por lo que ella “siempre sabía la manera correcta de hacer las cosas, aunque no siempre elegía esa forma”, algo que le ocasionó entonces, y se lo sigue ocasionando ahora, “mucho sentimiento de culpabilidad” y de deseos de “cumplir con ciertos estándares”.

En la obra, Zoe es una chica inglesa de quince años que ha cometido un crimen y que, llena de remordimientos, comienza a cartearse con un criminal llamado Stuart Harris, encerrado en el corredor de la muerte de una prisión de Texas, al pensar que solo alguien así, marcado al igual que ella por el secreto y el asesinato, podrá comprenderla.

“Aunque Zoe no puede cambiar lo que ha hecho, sí que encuentra la paz, y es su propia madre la que la libera de su culpa”, asegura Annabel Pitcher, quien reconoce que el libro puede tener mucho, inconscientemente, de “liberador” hacia su sentimiento de culpabilidad por no hacer siempre lo correcto.

La autora reconoce que si un terapeuta leyera la novela desde el punto de vista psicológico, “probablemente encontraría una relación” con su propia vida.

Además, para afianzar aún más esa relación, la autora señala que se le ocurrió la idea de articular el libro a través de cartas a raíz de su propia experiencia personal, ya que, tras escuchar en la universidad una interesante charla de una monja que trabajaba con reos en la que relataba el remordimiento que muchos de ellos experimentaban, comenzó a cartearse con un reo.

Frente al temor de su madre por que no le diese su dirección, Pitcher se carteó durante un año con un preso que, durante un robo a mano armada, había matado a un policía: “Él no era un asesino en serie; solo alguien que, en un momento de necesidad, hizo algo que le llevó a una situación determinada”.

“En las cartas no hablábamos de su crimen; él, que era muy religioso, me contaba su vida en la cárcel y yo le contaba mi vida fuera”, explica la escritora, quien afirma que con esa relación sólo quería “ofrecer compañía a alguien que no tenía muchas vías de escape”.

Al igual que en “Mi hermana vive sobre la repisa de una chimenea”, traducida a veinte idiomas y en la que abordaba el tema del terrorismo, en “Nubes de kétchup” utiliza el humor para desdramatizar, ya que sin ese toque humorístico reconoce que ambas novelas serían “muy deprimentes”.

Tras la “sorpresa” inicial por el éxito de su primer libro, Annabel Pitcher (Yorkshire, Reino Unido, 1982) asegura que con esta segunda obra aspira, como mínimo, a “no decepcionar” y a demostrar a sus lectores, fundamentalmente juveniles, que su escritura “va mejorando”.

Con ese reto por delante, la joven escritora escribe actualmente su tercera obra, en la que se mete en la piel de una chica que, voluntariamente, deja de hablar y decide “aislarse de este mundo tan ruidoso”.

Por Concha Carrón

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