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Oslo recuerda la matanza de Breivik, un lobo solitario fascista e islamófobo

Oslo recuerda la matanza de Breivik, un lobo solitario fascista e islamófobo

EFE

Berlín —

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Noruega rinde mañana homenaje a las víctimas de la matanza cometida hace cinco años por Anders Behring Breivik, el “lobo solitario” fascista e islámobo que asesinó a 77 personas, en su mayoría adolescentes, y sacudió el modelo de sociedad abierta del país escandinavo.

Un acto institucional en el barrio gubernamental de Oslo y una ceremonia más privada en la vecina isla de Utøya recordarán el doble atentado de Breivik, un noruego por entonces de 32 años, que cumple condena a 21 años de cárcel prorrogables de forma indefinida,

En el corazón de la capital noruega hizo estallar el 22 de julio de 2011 una furgoneta, lo que provocó las primeras ocho víctimas, tras lo cual se trasladó en otro vehículo a la isla donde las juventudes socialdemócratas celebraban su tradicional campamento de verano y abrió fuego indiscriminadamente contra los presentes.

Ahí mismo fue detenido, cuando ya había matado a otras 69 personas, en una acción devastadora minuciosamente preparada durante años y guiada por el ideario plasmado en un manifiesto de 1.500 páginas que colgó en internet horas antes de su matanza.

Llevaba por título “2083: Una declaración de independencia europea”, había invertido nueve años en escribirlo y era un compendio mesiánico de revisionismo histórico islamófobo destinado a impulsar la “reconquista de Europa”.

Noruega, país identificado con el progreso económico y el bienestar social, sufrió ese día el peor ataque de su historia en tiempos de paz y perpetrado por un enemigo interior: un metódico fanático cristiano, que nunca había despertado sospechas.

Al entonces primer ministro, el socialdemócrata Jens Stoltenberg -ahora secretario general de la OTAN- le correspondió lidiar con las críticas a la lentitud con que la Policía reaccionó a las alertas procedentes desde Utøya, mientras Breivik iba asesinando a sangre fría a los asistentes al campamento juvenil.

La elite política y la sociedad noruega reaccionaron defendiendo su modelo de sociedad abierta frente al fanatismo religioso u otras formas de extremismo.

La actual jefa del Gobierno, la conservadora Erna Solberg, será la oradora principal del acto institucional que comenzará a las 07.30 GMT.

Le seguirá un oficio religioso en la catedral de Oslo, el lugar cuyos alrededores se convirtieron entonces en un mar de lágrimas y flores, depositadas por ciudadanos que acudían al templo, independientemente de su confesión, en busca de consuelo.

Ya por la tarde tendrá lugar la ceremonia en la isla, reservada a los familiares y bajo el precepto del respeto a su privacidad, sin presencia mediática fuera de la cobertura de la televisión pública.

Sobre estos actos planeará la figura de Breivik, un hijo de una sociedad civilizada, quien convirtió su juicio en escaparate de sus saludos fascistas y que el pasado marzo logró hacer prosperar una denuncia contra el trato inhumano que dice recibir en la cárcel.

Los casi cinco años que llevaba ya en régimen de aislamiento violan el artículo 3 de la Convención Europea de Derechos Humanos, que prohíbe la tortura y el trato inhumano o denigrante, sentenció un tribunal de primera instancia de Oslo.

El aniversario del doble atentado será presumiblemente motivo de reflexión sobre otras matanzas devastadoras, cometidas por lobos solitarios a los que no siempre es fácil definir como terroristas o enajenados, en ambos casos en su versión más radical.

Casos como Omar Mateen, un estadounidense de origen afgano, que mató a 49 personas en una discoteca gay de Orlando (EEUU), o como el franco-tunecino Mohamed Lahouaiej Bouhlel, autor de la matanza de Niza, cuya “arma” fue un camión de gran tonelaje alquilado y su “enemigo” la multitud concentrada en el Día Nacional francés.

A ellos -como al refugiado de 17 años que el lunes atacó con un hacha a los pasajeros de un tren regional, en Baviera (Alemania), sin más víctimas mortales que él mismo- se les sitúa en una franja indefinida entre el acto de locura o el terrorismo.

En los tres casos se cree que actuaron “inspirados” por Estado Islámico (EI), aunque probablemente sin recibir órdenes directas de la organización terrorista sino instigados por el demonio interior que les convirtió en fanáticos lobos solitarios.

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