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Pablo Iglesias se postula para liderar la era post Rajoy

Pablo Iglesias, Ada Colau, Joan Baldoví y Mónica Oltra (a la izquierda) y Antonio Montiel e Iñigo Errejón (a la derecha), en el cierre de la campaña.

Aitor Riveiro

No va más. Pablo Iglesias ha cerrado su campaña electoral este viernes en Valencia ante 9.000 personas (según la organización) acompañado de algunos de los principales activos electorales de Podemos y de las confluencias en las que se integra: su número dos, Iñigo Errejón, la jueza Victoria Rosell, el exgeneral Julio Rodríguez, la vicepresidenta de la Generalitat valenciana (y anfitriona del acto), Mónica Oltra (Compromís), y la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. Dos semanas (más una de precampaña) que comenzaron con Podemos por detrás de PP, PSOE y Podemos en las encuestas y que terminan con Pablo Iglesias disputando la segunda plaza a Pedro Sánchez, según reveló el propio Mariano Rajoy a una perpleja Angela Merkel en Bruselas este mismo jueves.

“Recuerdo a muchos compañeros con los que hemos caminado muchos años. Recuerdo el Teatro del Barrio. El 25 de mayo. Recuerdo las dificultades. Pero hemos aprendido, tenemos más amigos. Cada vez hay más gente que quiere que cambien las cosas. Estamos preparados para liderar una nueva transición en nuestro país”, ha clamado Pablo Iglesias ante un público entregado. “Hay décadas en las que no ocurren muchas cosas y hay meses en los que ocurren décadas”, ha asegurado en otro momento en una intervención casi victoriosa.

Iglesias ha sellado en la capital valenciana su mejor mitin de la campaña. Con un mensaje transversal en el que no se ha querido dejar prácticamente a ningún sector social por mencionar (trabajadores, empresarios, autónomos, estudiantes, exiliados, médicos, pensionistas, jóvenes, enfermos). Con una clara vocación de mayoría. “No somos neutrales”, ha señalado. “Vamos a hacer política para las mayorías sociales de nuestro país”.

El líder de Podemos ha anunciado además la primera medida que tomaría en caso de ser presidente del Gobierno el próximo mes de enero: “Asegurar que a ningún ciudadano se le corta el gas o la luz por pobreza sobrevenida”.

Ante un pabellón de La Fonteta a rebosar (y con centenares de personas en la calle), Pablo Iglesias se ha postulado como única alternativa al PP. Acompañado, además de por Colau, Oltra y Errejón, por Carolina Bescansa, Juan Carlos Monedero, Joan Baldoví, Enric Morera o el británico Owen Jones, entre otros.

“Nunca habíamos estado tan lejos y tan cerca de ganar las elecciones”, ha señalado Iñigo Errejón en un discurso casi entero en catalán. El secretario de Política de Podemos ha insistido en que tienen la victoria “al alcance”. “Lo estamos tocando con la punta de los dedos”, ha asegurado. Después de Errejón ha llegado el turno de Ada Colau. También en catalán, la alcaldesa de Barcelona ha recordado a sus abuelos y el sufrimiento de toda una generación y se ha mostrado esperanzada de lograr el triunfo el 20D: “Lo imposible solo tarda un poco más, pero está llegando. Nosotros somos los del sí se puede, no nos rendimos nunca”.

Una campaña para la remontada

Podemos se olía la “remontada” en noviembre, cuando el barómetro del CIS le dejaba con un 10% de estimación de voto. El sol “comenzaba a salir de nuevo” para un partido que en poco menos de dos años ha pasado de intentar hackear Izquierda Unida desde fuera a liderar un heterogéneo grupo político multipartidista y plurinacional que el 20 de diciembre puede convertirse en una potente oposición parlamentaria, cuando no en una alternativa de Gobierno.

La consecución de la confluencia en Cataluña, Galicia y País Valencià ha sido precisamente el punto de inflexión para Podemos. Una “alianza estratégica”, tal y como la ha definido Pablo Iglesias en una entrevista con eldiario.es, que podría obtener en las elecciones un número muy similar en estos tres territorios a lo que logre Podemos en el resto de España. Y que, si se cumplen los vaticinios de los sondeos, tendrán grupo parlamentario propio la próxima legislatura.

La entrada en campaña de símbolos como Xosé Manuel Beiras en Galicia, Mónica Oltra y, sobre todo, Ada Colau, ha servido de revulsivo en aquellos momentos en los que Pablo Iglesias acusaba más el cansancio, los kilómetros (alrededor de 13.000 en 15 días) y más le pesaba el argumentario. Colau ha tenido dos momentos luminosos: el mitin de Badalona y, sobre todo, de Madrid. En una Caja Mágica que rozó el lleno, la alcaldesa lanzó un guiño no solo a los madrileños, sino a todos aquellos que ven con temor la apuesta de Podemos por una reorganización territorial y, específicamente, por un referéndum en Cataluña: “Madrid puede volver a ser nuestra capital porque dejó de serlo”.

Los mítines multitudinarios como el del domingo 13 en el espacio deportivo madrileño no han sido la tónica. El jefe de campaña, Iñigo Errejón, apostó por los actos medianos y pequeños. Los que permitían a Podemos hacer uso de su arma secreta declarada: Pablo Iglesias.

Y el líder no ha defraudado. En las distancias cortas, pero sobre todo en los debates. Tras el tropiezo del cara a cara con Albert Rivera en el Salvados de Jordi Évole, Pablo Iglesias solo ha mejorado. Aquello era octubre y después vino el debate en la Carlos IIIel que organizó El País y el de Atresmedia, ya con Soraya Sáenz de Santamaría.

Tras este debate cambiaron dos cosas. La “remontada” no era ya una cuestión retórica, sino una realidad que se reflejaba en las encuestas y ocupaba páginas de los periódicos y minutos en radio y televisión. Y Podemos acariciaba un viejo tótem de la izquierda: el sorpasso que nunca logró la Izquierda Unida de Julio Anguita. Desde esa primera semana de campaña el mensaje del partido de Iglesias cambió de objetivo y el candidato no volvió a mencionar explícitamente al PSOE y a Pedro Sánchez, aunque sí ha mantenido las críticas a sus políticas de los últimos años. El candidato apuntaba ahora al tándem Albert Rivera y Mariano Rajoy. Como ha asegurado Errejón en Valencia este mismo viernes: “La elección ahora es entre Rajoy y Pablo. Y no podemos fallar”.

Con el telón de la campaña bajado, ya solo queda esperar. El domingo 20 de diciembre, a partir de las ocho de la noche, se desvelará el resultado. Sea el que sea, el partido que tal día como hoy estaba terminando de perfilarse en secreto habrá logrado uno de los primeros objetivos que se propuso, patear el tablero y cambiar la política. Las urnas dirán si pueden cambiar algo más.

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