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Patrullar en alerta 4

España: Dos años de máxima tensión antiterrorista

EFE

Madrid —

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Hace unos días su destino era la estación madrileña de Atocha, dentro de poco viajará a Barcelona y mientras tanto trabajará en su ciudad habitual de destino. Es un agente de la Unidad de Intervención Policial (UIP) que ha tenido que adaptar su labor a la mayor exigencia que requiere una situación de alerta 4.

Como lo han tenido que hacer el resto de sus compañeros de esta unidad, la cara más visible del refuerzo policial que ha demandado la amenaza yihadista, contra la que luchan otros cientos de agentes en una labor menos perceptible para el ciudadano: la de información e inteligencia.

En dos años en alerta 4, activada el 26 de junio de 2015 tras los atentados de Túnez, Francia, Kuwait y Somalia, las fuerzas de seguridad españolas han intensificado su trabajo con un coste personal y laboral “muy alto” que sus responsables reconocen, tal y como algunos de ellos, tanto de la Policía Nacional como de la Guardia Civil, han señalado a Efe.

Porque no es fácil mantener dos años esa tensión, y eso que los agentes españoles cargan en sus mochilas con décadas de experiencia en la lucha antiterrorista, pero han tenido que modificar sus protocolos y formas de actuación al muy diferente perfil del terrorista de ETA y del yihadista.

Un agente de la UIP que prefiere no dar su nombre asegura a Efe que su trabajo se ha incrementado notablemente y que hasta la forma de patrullar ha variado, con más equipamiento y armamento y en patrullas de tres miembros como mínimo.

Sin entrar en detalles, este policía, con 15 años de experiencia en la unidad, explica que desde hace dos años reciben un adiestramiento especial y más periódico que complementa al ya adquirido.

“Un yihadista puede ser cualquiera que llegue caminando a una estación”, por ejemplo, por lo que es necesario “fijarse bien en las personas, en sus caras...”. “Cuando llevas tiempo en la Policía, eres capaz de detectar cualquier gesto sospechoso”, añade otro agente.

Pero además de la forma de trabajar, la alerta 4 ha incidido en la vida personal de muchos agentes, con más salidas fuera de sus casas y, por tanto, alejados de sus familias. Así, uno de los policías calcula que está fuera de su domicilio habitual entre 150 y 180 días al año.

Y aunque no se quejan de su trabajo y reconocen que la crisis económica ha afectado a todos, sí recuerdan que viajan con las mismas dietas de hace años, lo que en ciudades más caras como Madrid les obliga a alojarse en pensiones baratas y a “rebuscar” bares y restaurantes asequibles para desayunar y comer.

“A veces nos cuesta dinero trabajar”, apostilla un policía, quien afirma que ahora sus jornadas son de más horas y que están disponibles en cualquier momento.

En las estaciones, en los aeropuertos, en los conciertos, en los partidos de fútbol y en todos los escenarios donde realizan su labor de protección, estos policías no detectan un especial miedo en la ciudadanía ante la amenaza yihadista.

Tampoco lo sienten ellos, objetivo como el resto de los ciudadanos de este tipo de terrorismo, pero no directo como lo fue la Policía en la diana de ETA.

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