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Rajoy reduce el 24M a una elección entre la cordura y el caos

Mariano Rajoy, flanqueado por Cristina Cifuentes y Esperanza Aguirre en el mitin del cierre de campaña en Madrid.

Luz Sanchis

Después de haber centrado toda su campaña en que la recuperación económica está en marcha, Mariano Rajoy ha equiparado el voto a cualquier otro partido que no sea el suyo con una vuelta atrás. El líder del PP, que ha celebrado el mitin de cierre en el Palacio de los Deportes de Madrid junto a Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, ha negado que deba producirse ningún cambio en España: “Ya se produjo en 2011”.

Si el presidente del Gobierno no mencionó la corrupción en el mitin central en la plaza de toros de Valencia, tampoco lo ha hecho en Madrid, donde su candidata a la alcaldía se ha enfrentado en los últimos días a informaciones sobre los negocios de su marido y las cantidades que se movían en la cuenta que comparte con él. Ante el principal problema que ha corroído al partido desde que se fundó, la financiación con dinero negro, se ha optado por pasar la página y ni siquiera mentarla.

Rajoy ha repetido allí donde le ha llevado su campaña que votar al PSOE supone “volver a la ruina” y que entregar la confianza a Ciudadanos es “confiar en experimentos”. Este viernes ha repetido que el PP “es una organización seria” que no ha surgido “ni de platós ni de tertulias”. “Cuando se vote a un partido distinto del PP hay que andar con mucho cuidado porque se puede estar votando al PSOE y uno no se entera”, ha avisado.

El tremendismo contra Podemos ha sido cosa de Esperanza Aguirre, que ha repetido en los últimos 15 días que una victoria del partido de Pablo Iglesias acabará “con las votaciones libres” y “con la democracia tal como la entendemos”. La aspirante a sustituir a Ana Botella en la alcaldía ha reconocido que esta campaña que acaba ha sido “la más difícil y dura” y ha llegado a asegurar que se la ha intentado “echar de la vida política y hasta de la vida”.

“A los de Podemos, Madrid les da igual porque quieren asaltarla para llegar al gobierno de España”, ha clamado Aguirre antes de insistir en que “nunca en 40 años de democracia se había presentado una opción que quiere acabar con las libertades”. Cifuentes ha abonado la misma tesis: “Madrid no puede caer en manos de Podemos porque no es Caracas”. Ángel Gabilondo, como exministro de José Luis Rodríguez Zapatero, ha quedado equiparado con “las políticas que hundieron España”.

El llamamiento al miedo y el planteamiento de que “es el PP o es caos” ha sido la táctica de Moncloa y Génova desde antes de las elecciones europeas. La derecha ha visto impotente cómo el discurso de la superación de la crisis no ha calado en la opinión pública, que tampoco ha confiado en el mensaje de la regeneración en un partido azotado por la corrupción de arriba a abajo. Quizá el mayor error cometido por Rajoy en los últimos días ha sido afirmar que ya “nadie habla del paro”.

La frase, en un país con 4.300.000 parados y 9 millones de pobres o con riesgo de serlo, sentó como un tiro. También demostró lo alejado de la realidad que está el presidente del Gobierno ya que el 81% de los españoles según el CIS considera que el desempleo es el principal problema del país.

Se acaban las mayorías absolutas

Con el pronóstico de que todas sus mayorías absolutas pueden quedar reducidas a simples, Rajoy y los suyos confían en un consuelo: el de poder decir la noche del domingo que han sido el partido más votado, que han aguantado el tirón y que remontarán en las generales previstas para noviembre. Si en las elecciones autonómicas y locales de 2011 los candidatos del PP convencieron a 8.474.000 votantes (el 37,5%), la aspiración es ahora mucho más modesta.

El hecho de que la llave de gobierno la tengan en la mayoría de los casos los dos partidos emergentes, Ciudadanos y Podemos, les ha obligado a modular el discurso. Tras una etapa de negación ante el peligro que suponía el partido de Albert Rivera, “son de centroizquierda y no nos quitan votos”, en Génova han empezado a digerir que del “partido de las tertulias” dependerán varios de sus gobiernos y que los socialistas puedan contar con la ayuda de Iglesias o de Rivera para descabalgar al PP de otras autonomías y ayuntamientos. En balde, se ha pedido al PSOE el compromiso por escrito de que solo gobernarán si son la lista más votada.

La referencia a “los pactos de perdedores en los despachos” ha sido una constante durante esta campaña y la más reciente de las andaluzas. En todas las comunidades del PP se ha alertado contra “el frentismo” y con el objetivo primordial confesado por casi toda la oposición: desalojarlos.

El peligro de perder sus mayorías absolutas se da por seguro en la Comunidad de Madrid y en la valenciana, así como en sus respectivas capitales. Ambas han sido siempre los principales graneros de votos del PP, por lo que un hundimiento en esas zonas o una derrota contagiaría el pesimismo a toda la formación y agudizaría las críticas hacia su liderazgo como candidato a repetir en la Moncloa cuatro años más.

Además de tener las presidencias de las comunidades madrileña y valenciana en la cuerda floja, las dudas sobre la victoria de Esperanza Aguirre y Rita Barberá se podrán achacar a un error de Rajoy. A la primera, tuvo que aceptarla ante la evidencia de que solo ella tenía posibilidades después de la oposición interna que la presidenta del PP madrileño le ha hecho desde siempre. A Barberá también fue él quien le pidió que volviera a presentarse ante el temor de perder el gobierno de Valencia.

La única comunidad que es segura para el PP es Castilla y León. Juan Vicente Herrera revalidará el cargo aunque la duda es si conservará la mayoría absoluta o se quedará unos escaños por debajo. Menos claro está el escenario en Castilla-La Mancha, donde María Dolores de Cospedal, según el CIS, puede tener menos votos que el candidato socialista. También José Antonio Monago, pese a haber hecho una campaña personalista y alejada de las siglas de su partido.

El PP ha contado, esta vez sí, hasta con la ayuda del expresidente José María Aznar, para convencer a los votantes más escépticos. Sin cruzarse ni una sola vez con Rajoy, Aznar ha participado en cinco mítines como respuesta a las invitaciones de Aguirre, Cospedal, Luisa Fernanda Rudi, Juan Vicente Herrera y Pedro Sanz.

El mensaje del expresidente en varios de los actos dejó patente el temor a que Rivera se haga con sus votantes. “Volved a casa”, pidió Aznar a los desencantados, a quienes aclaró que no pueden confiar en que el voto a Ciudadanos se sume después al PP a la hora de formar gobiernos.

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