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Rajoy tratará de modular su “no” a Sánchez para que no se vea como un portazo definitivo

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en funciones.

Luz Sanchis

Mariano Rajoy se enfrenta a la dificultad de pasar de presidente en funciones a jefe de la oposición durante los días del debate de investidura de Pedro Sánchez. Su partido admite que es una tarea delicada porque nada más terminar esta semana tendrá que cambiar de nuevo los papeles y tratar de recuperar la iniciativa que le corresponde como líder del partido más votado. Su discurso será “propositivo”, según los suyos, pero también “duro” a la hora de descalificar los intentos de acuerdo del candidato socialista.

Ante la decisión, tomada desde el mismo día de las elecciones, de no apoyar ningún Gobierno que no vaya a presidir él mismo, Rajoy tiene por delante la tarea de cargar contra cualquier suma que no pase por su partido, los socialistas y la formación de Albert Rivera. El problema es cómo hacerlo sin restarse posibilidades de intentarlo él después. De ahí que en el equipo del líder del PP expliquen que su discurso de este martes tratará de medir su negativa a que el socialista le releve en La Moncloa, pero sin arruinar las posibilidades de atraérselo en un futuro.

El difícil juego de equilibrio al que se enfrenta Rajoy es el de que su “no” pueda tener marcha atrás ya que sólo unos días después del segundo intento de investidura, si no hay sorpresas de última hora, tratará de atraerse a Sánchez como socio principal en esa gran coalición a la que pretende sumar a Ciudadanos.

En el caso de Albert Rivera se esperan numerosos reproches por su alianza con Sánchez después de haberla negado durante la campaña electoral. Rajoy califica de “contrato de adhesión” el documento suscrito entre el PSOE y Ciudadanos y lamenta de que varios de los acuerdos entre ambos pasen por derogar o desvirtuar algunas de las principales leyes que ha aprobado su gobierno durante los últimos cuatro años. El cambio de opinión de Rivera respecto a Sánchez provocará varios ataques, ya que su principal reproche es su “veleidad ideológica”.

Consciente de que si hay una nueva convocatoria electoral Ciudadanos puede recoger los votos que pierda el PP, el conservador evitará descalificarlo como hacía en campaña pero sí lo atacará por intentar sumar al PP a un acuerdo mientras que Sánchez se ha negado desde el principio.

El temor del PP es que Sánchez guarde para su réplica los ataques más duros a la corrupción que azota al PP. En ese caso, advierten, habrá “guerra” y tratará de devolver los golpes. En los 40 minutos que en principio dispone para su discurso, el candidato conservador insistirá en que por mucho que lo intente, Sánchez se enfrenta a un callejón sin salida. En palabras de Cristóbal Montoro, “da igual que le des la vuelta a la ecuación porque no tiene resultado si no es con nosotros”. El todavía ministro de Hacienda lanzaba el aviso nada más terminar el turno del socialista: “El PP es el que es y, aunque no gobernemos, no vamos a apoyar al PSOE”.

En síntesis, Rajoy volverá a lanzar la misma oferta que ya hizo un día después de las elecciones generales y que no le ha servido para concitar los apoyos que necesita. Así, insistirá en los cinco pactos de Estado que ya ofreció a Sánchez, a Rivera y al resto de líderes de los partidos como única base posible para un gran acuerdo.

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