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Al Raqa, “una experiencia muy al límite” para los españoles antiyihadistas

Al Raqa, "una experiencia muy al límite" para los españoles antiyihadistas

EFE

Beirut —

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“Al Raqa ha sido una experiencia muy al límite”, rememora uno de los combatientes españoles que han participado junto a otros tres compatriotas en la liberación de la ciudad, de la que han sido protagonistas de excepción en primera línea de batalla.

Baran, Simón y Sidar son los pseudónimos del gallego, el valenciano y el canario, este último hispano-alemán, que, junto a su compañero Kamal, tomaron parte en la ofensiva de las milicias kurdas y sus aliados para derrotar al grupo terrorista Estado Islámico (EI) en la antigua “capital de su califato”.

Baran ha pasado dos meses y medio en Al Raqa: “Ha sido muy difícil, porque nos atacaban día y noche, y estábamos completamente rodeados”, narra a Efe por teléfono desde Sinyar, en Irak, donde ha vuelto esta semana junto a Simón y Sidar (Kamal sigue en Al Raqa) tras completar su misión.

Los yihadistas empleaban todo tipo de armas como fusiles Kalashnikov, ametralladoras ligeras, RPG (lanzacohetes antitanques) y los temidos coches bomba. Además, “es la ciudad con más minas que hemos visto”, asegura Baran.

Este gallego por poco no lo cuenta, como él mismo reconoce, después de que un proyectil de los extremistas le pasara a tan solo 50 centímetros.

Durante la mayor parte del tiempo, Badar, al igual que sus compañeros, estuvo dentro de edificios, desde donde disparaban a los radicales, porque no tenían permitido salir a la calle.

“Los únicos que podían salir eran los que iban en Hummer (todoterrenos) porque el Dáesh, acrónimo en árabe de Estado Islámico (EI), tenía francotiradores y, además, nosotros no veíamos por la noche en la calle, ya que no podíamos usar linternas”, explica.

Por su parte, Simón detalla a Efe que él estuvo en Al Raqa el último mes de la ofensiva, culminada el pasado día 17, en un inmueble a tan solo 50 metros del estadio de fútbol, la última área que tomaron las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza armada liderada por milicias kurdas.

“Estábamos muy cerca de ellos (los yihadistas), sufrimos dos ataques por parte del EI, que entraron en nuestro edificio por el patio interior, pero los repelimos, estuvimos una semana rodeados”, apunta este combatiente español.

Los bombardeos de la coalición internacional, aliada de las FSD, también suponían un peligro para ellos pese a ser del mismo bando. “Nos avisaban de los bombardeos pero eran tan próximos que teníamos miedo de que el edificio se desplomara”, afirma.

Durante ese mes, la tarea de Simón fue disparar desde el edificio contra los yihadistas que pasaban por dos calles principales que había en la zona.

En este tiempo, no se encontró con ningún miembro del EI español, pero sí con holandeses, franceses y alemanes.

Hubo un momento, en el que los propios radicales empezaron a dispararse entre ellos y contra los civiles para que no huyeran.

Simón recuerda a dos niños que trataban de escapar con otro que iba en una manta en medio del fuego del EI.

“Los civiles les servían de escudos humanos por lo que no querían que se marcharan”, dice Simón, que subraya que por un lado estaban los yihadistas extranjeros y por otro los locales a quienes las FSD les tendieron la mano e incluso les dejaron salir de Al Raqa con sus familias. “Tan solo se ha detenido a los líderes destacados”.

Sidar, el más joven de los tres, señala que se ha acostumbrado tanto al ruido de los ataques aéreos que ya puede dormir incluso si están cayendo obuses alrededor.

“Los primeros días hubo bombardeos americanos a 50 metros de nosotros”, comenta a Efe este joven, de 21 años, que abandonó Tenerife para luchar en Siria e Irak.

“No sabía qué hacer con mi vida y decidí venir a ayudar a luchar contra el EI”, confiesa.

Ninguno de los tres contempla un pronto regreso a sus vidas en España.

De hecho, tras acabar su labor en Al Raqa, han vuelto a Irak para colaborar con la Unidad de Protección de Sinyar (YBS), una milicia kurda surgida de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG) -la principal facción kurdosiria- en esta región iraquí.

Baran no descarta montar algún día “un negocio pequeño”, pero “el problema es que se acabará el califato, pero no el EI porque su propaganda sigue y buscan volver”.

“Yo si surgen en cualquier otro sitio allí iré”, concluye.

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