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Refugiados afganos, amenazados por la repatriación tras 30 años en Pakistán

Refugiados afganos, amenazados por la repatriación tras 30 años en Pakistán

EFE

Peshawar (Pakistán) —

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Llegaron a Pakistán huyendo de la guerra hace tres décadas, a pie y con sus pocas posesiones al hombro, y ahora los refugiados afganos se enfrentan al ultimátum del Gobierno paquistaní para que regresen a Afganistán, que continúa inmerso en un conflicto bélico.

La guerra entre Afganistán y la Unión Soviética (1979-1989) forzó a tres millones de afganos a cruzar la frontera en busca de refugio en el vecino Pakistán, que la semana pasada extendió por seis meses sus permisos de residencia, con la advertencia de que deben irse.

Islamabad, que acoge a la segunda mayor población refugiada del mundo y una de las más antiguas, acusa a los afganos de parte de la violencia que sufre el país y de saturar el mercado laboral.

En el campo de refugiados Kababian, en la ciudad noroccidental de Peshawar, infinidad de niños semidesnudos se bañan en riachuelos y corretean entre las casas de adobe de los 11.300 afganos que allí viven.

“Mis hijos y mis nietos nacieron aquí. Son más paquistaníes que afganos”, dice a Efe Mohamed Zamir, uno de los vecinos de Kababian, campo levantado en 1981 y que llegó a albergar a 40.000 refugiados.

Zamir, gestor de una escuela de Acnur de 55 años, cruzó la frontera paquistaní a pie junto con sus padres y nueve hermanos en 1981, y en pocos meses podría tener que rehacer el camino y volver a Afganistán con su mujer, cuatro hijos y ocho nietos.

Un Afganistán que 30 años más tarde continúa enfrascado en un conflicto bélico, esta vez contra los talibanes, y que no tiene visos de alcanzar la paz.

“Si Pakistán decide que nos vayamos, tendremos que irnos. Pero necesitamos que el Gobierno afgano nos ayude, nos mande a una zona segura, sin violencia, con escuelas y hospitales”, suspira el gestor.

El Gobierno afgano del presidente Ashraf Gani no se ha pronunciado por el momento acerca del futuro de los refugiados.

Sher Ali, refugiado de segunda generación que nació en Pakistán hace 33 años, afirma que no quiere regresar a Afganistán, país en el que nunca ha vivido.

“Nací aquí, trabajo aquí. Es el lugar que conozco, en Afganistán soy como un extranjero”, explica Ali, cuya familia llegó a Pakistán en 1979.

“Aquí tengo trabajo y puedo alimentar a mi familia, en Afganistán no sé lo que me espera”, dice a Efe el comerciante, que se dedica al pulido de piedras para hacer joyería.

Al igual que Ali, gran parte de los 1,5 millones de refugiados afganos registrados -otro millón y medio vive en territorio paquistaní sin documentación- nació en Pakistán, indica a Efe la portavoz de Acnur en el país, Duniya Aslam.

Pero Pakistán no concede la nacionalidad a los hijos de refugiados nacidos en el país, lo que les convierte en perpetuos extranjeros.

Del total de afganos registrados, un 40 % vive todavía en alguno de los 43 campos de Acnur en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, de la que es capital Peshawar y una región de mayoría pastún, al igual que los afganos que allí viven.

El resto se ha integrado en el país de acogida y se dedican desde la medicina hasta la ingeniería, pasando por el comercio o la alimentación.

Pakistán lleva años afirmando que los afganos deben abandonar su territorio, pero tras el ataque talibán a una escuela de Peshawar en el que murieron 125 estudiantes en 2014, el Gobierno aumentó los llamamientos a su repatriación.

Hace una semana, el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, afirmó que su Ejecutivo, Acnur y el Gobierno afgano comenzarán este mes a discutir el traslado de los campos paquistaníes al otro lado de la frontera.

Por el momento, Acnur ha aumentado de 200 a 400 dólares la ayuda a cada afgano que voluntariamente regrese a su país, una cifra que los refugiados consideran insuficiente para empezar una nueva vida.

Desde que en 2002 la agencia de la ONU puso en marcha un programa de repatriación, 3,9 millones de afganos han regresado a su país, pero el ritmo ha bajado y este año solo han vuelto unos 7.000, según Aslam.

Una de las causas principales es el empeoramiento del conflicto en Afganistán, que vive unos de sus periodos más sangrientos desde la invasión estadounidense en 2001, de acuerdo con la portavoz.

Una violencia que no altera los planes de las autoridades paquistaníes, que esperan que los afganos se vayan voluntariamente.

“No vamos a utilizar la fuerza para obligar a los refugiados a que se vayan. Queremos que vuelvan a su país con dignidad y honor”, dijo a Efe Tariq Fatemi, asesor en Política Exterior del primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif.

“Pero tienen que irse”, sentenció.

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