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Rousseff frente a un año que empieza “horribilis” y todavía puede ser peor

Rousseff frente a un año que empieza "horribilis" y todavía puede ser peor

EFE

Brasilia —

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La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, que hace hoy 50 días comenzó su segundo mandato, enfrenta el que puede ser un “annus horribilis”, con la economía estancada, su base parlamentaria fragmentada y a la espera de un muy probable terremoto político por la corrupción en la empresa estatal Petrobras.

Si es verdad el mito de que los primeros 100 días son claves para un Gobierno, a la mandataria, reelegida en octubre pasado y que inició su nuevo mandato el 1 de enero, se le agotó hoy la mitad de ese período y el clima que ya es turbio puede agravarse a corto plazo.

En las próximas semanas, la Fiscalía General oficializará ante la justicia la denuncia sobre la vasta red de corrupción enquistada en la petrolera estatal, en la que, según ha adelantado la prensa local, serán imputados decenas de políticos y parlamentarios, en su mayoría de la base que apoya a Rousseff.

La investigación transcurre bajo secreto judicial, pero ya ha llevado a prisión a poderosos empresarios y exdirectores de la petrolera, que, según la policía, inflaban el precio de los contratos de obras; se apropiaban de parte de la diferencia y el resto lo repartían entre los políticos que facilitaban las corruptelas.

Mientras se aguarda por la lista de políticos implicados en ese escándalo, que le ha costado a la mayor empresa del país una suma aún no precisada pero que ascendería a miles de millones de dólares, la economía da señales de agotamiento que preocupan al Gobierno.

“Estamos en un ritmo más lento” y “sentimos que el crecimiento se desaceleró y que tal vez el año pasado haya sido negativo”, admitió este miércoles el ministro de Hacienda, Joaquim Levy, en una reunión con potenciales inversores extranjeros celebrada en Nueva York.

Esa misma percepción tienen los agentes del mercado financiero, que, según un informe divulgado también este miércoles por el Banco Central, prevén que la economía brasileña cerrará este año con una contracción del 0,42 %, tras haber crecido sólo un 0,15 % en 2015, según cálculos preliminares.

El agravamiento de la situación económica ha comenzado a ser sentido por los brasileños en el bolsillo, con una tasa de inflación que llegó al 1,24 % en enero pasado, cuando además se acumuló una variación interanual del 7,14 %.

Según un sondeo realizado por el instituto Datafolha y publicado hace diez días, tanto la corrupción en Petrobras como la delicada situación económica del país ya le han mordido una buena tajada de popularidad a la presidenta.

De acuerdo a esa encuesta, Rousseff tenía en diciembre pasado el apoyo del 42 % de los brasileños, pero esa tasa cayó en poco más de un mes a un escaso 23 %, que supone el índice más bajo desde que asumió el poder por primera vez, en enero de 2011.

Esa fuerte pérdida de respaldo le ha costado a la presidenta un inicio de fragmentación en su base parlamentaria, que también está pendiente del resultado de la investigación en Petrobras.

Prueba de ello, para la mayoría de los expertos, ha sido la elección del presidente de la Cámara de Diputados, cargo que decide la pauta parlamentaria y recayó en el polémico legislador Eduardo Cunha, un confeso adversario de Rousseff que, sin embargo, pertenece al oficialista Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB).

Esa formación de centroderecha, que lidera el vicepresidente del país, Michel Temer, es conocida por su tendencia al transfuguismo y en los últimos días ha crecido la facción que propugna una ruptura con el Partido de los Trabajadores (PT), que encabeza Rousseff.

Cunha declaró la semana pasada a periodistas que, en su opinión, el PMDB deberá “empezar a diferenciarse” del PT y del Gobierno de Rousseff a fin de presentar su propio candidato a la Presidencia en las elecciones de 2018.

“La candidatura propia puede ser consecuencia de ese proceso” de ruptura con el PT, indicó Cunha, quien, según fuentes del PMDB, aspira a encabezar una fórmula de ese partido, que a pesar de ser una de las fuerzas mayoritarias, no postula a la presidencia desde 1994.

La oposición, que salió fortalecida de las elecciones del pasado octubre, también aguarda la denuncia formal sobre el caso Petrobras, que será objeto de una nueva investigación parlamentaria.

Según sostiene sectores minoritarios del frente opositor, ese escándalo hasta pudiera dar pie para abrir un juicio político contra Rousseff, quien presidía el consejo directivo de la empresa en la época en que arreciaban las corruptelas.

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