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Tana Frech pone la novela negra irlandesa en lo más alto con “Faithful Place”

Tana Frech pone la novela negra irlandesa en lo más alto con "Faithful Place"

EFE

Dublín —

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Un Dublín pardo y lluvioso es la ciudad de Joyce, Beckett o Wilde, entre otros grandes escritores que conforman su historia, pero hoy también es el lugar de otra autora joven, Tana French, cuya novela negra “Faithful Place” rinde homenaje a la “imperfección de la ciudad irlandesa y del ser humano”.

Una maleta abandonada en un viejo edificio del 16 de Faithful Place, un barrio de Liberties en Dublín, y que probablemente perteneció a una joven que hace 20 años iba a fugarse a Londres con su novio huyendo de las miserias familiares y sociales, es la excusa de la que parte para tirar del hilo de la memoria Tana French, estadounidense de 39 años pero criada en Dublín, donde vive.

“El libro es un canto a Dublín y a la parte redentora de la vida. El país es un desastre, pero le sigues queriendo aunque tenga una parte tan dañada e imperfecta, como las personas. Puedes amar a alguien aunque esté lleno de defectos e imperfecciones, y de eso también va esta novela”, explica a Efe la autora.

“Faithful Place” la acaba de publicar en español RBA, la editorial que sacó también una de las obras más premiadas de esta autora de novela negra, todo un referente del género en Irlanda, “El silencio del bosque”, y también “En piel ajena”.

Pelirroja y con unos grandes ojos verdes con los que parece absorber todo lo que la rodea sin ningún esfuerzo, gracias también a su magnifica dicción, Tana French -que se formó como actriz en el Trinity College de Dublín- ha recibido a un grupo de periodistas españoles en su ciudad porque está en un avanzado estado de gestación.

Se derrite en agradecimientos porque los entrevistadores se hayan desplazado y promete visitar España cuando pueda, porque es un país donde tiene muchos admiradores, entre ellos, a toda una premio Cervantes, Ana María Matute, quien ha dicho en varias ocasiones que la lee y admira.

En “Faithful Place”, Tana French no solo traza una intriga, sino que escribe todo un novelón, un drama muy teatral, con el arco del tiempo de planteamiento, nudo y desenlace acerca de la condición humana, y la memoria de Irlanda, de un Dublín en la crisis de los 80, cuando era el país más pobre de la Europa de los Doce, y en la bonanza que comenzó en 2000 y que llegó hasta el 2007, fecha en la que se pinchó también la burbuja inmobiliaria.

Y lo hace a través de una familia desestructurada. Con un padre alcohólico y violento, una madre sometida, aunque fuerte a su manera, y cinco hermanos heridos y perdidos.

El conductor de la novela es Frank, hoy convertido en inspector de policía -algo incomprensible para su familia-, quien pretendía fugarse con Rosie -la dueña de la maleta que ha aparecido ahora-, cuando ambos eran adolescentes.

Ella no llegó nunca a la cita que tenían marcada para fugarse, pero él si que huyó de su casa y durante 20 años no se tuvieron noticias suyas en su casa. Y es que French habla de la familia también como fuente de trauma o conflicto, y del poder, o no, de la llamada de la sangre.

“Creo que todos tenemos que enfrentarnos de un modo u otro a nuestro pasado, a nuestro conflicto, nadie está libre. No siempre puede estar el origen en la familia, otros tienen problemas con su propia identidad, pero hay que resolverlo para saber cuál es tu lugar en el mundo”, argumenta French, al tiempo que aclara que también el libro tiene una vertiente amorosa.

“También es un libro de amor -dice-, sobre las diversas forma de amar, de amor romántico, de pareja, de padres a hijos, y es que el amor, creo yo, es una de las formas de salvar al ser humano. Amar te salva de ser cruel y violento, de destruirte”.

Así, French abre el abanico en esta novela a muchas cuestiones éticas y morales, y pone el abanico en lo más hondo del hombre también con mucha ironía y humor negro (muy irlandés), utilizando el género negro, aunque aclara que no le gustan los limites de género en la novela.

“Si hay un asesino y un policía ya puedes decir que es novela negra, y eso no me gusta, es mucho más amplio. Es una buena historia o no lo es. A mí me gusta la novela negra -recalca- porque habla de la justicia y la verdad y porque con ella puedes entrar en los miedos más profundos de una sociedad, en sus raíces”, sostiene la autora.

French piensa que la gente hoy lee novela negra porque estamos en un punto de desconcierto total y en la ficción negra al final el mal pierde y triunfa el bien, “aunque siempre sea a costa de perder algo”, concluye.

El poeta y premio Nobel Seamus Heany irlandés dice que esta isla es un lugar donde el escritor está en el cruce de caminos entre la ambición artística, la implicación política y la conciencia de la patria. Pues todo ello se da en esta escritora, que pone a Dublín en el mapa de lujo de la novela negra y se suma a los grandes autores dublineses.

Por Carmen Sigüenza

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