Urkullu dice que los que creían que ETA era “lícita” tienen una deuda con la sociedad

El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha advertido hoy de que “quienes consideraron” que el terrorismo de ETA era “lícito” tienen una “deuda política” con la sociedad, que pasa por reconocer lo perverso de esa mentalidad y “la injusticia que provocó”.

Urkullu ha leído hoy, arropado por todos los consejeros de su gobierno, una declaración institucional en “recuerdo, homenaje y agradecimiento” al exvicelehendakari, Fernando Buesa, y al exconsejero de Educación, José Ramón Recalde, ambos políticos socialistas víctimas de atentados de ETA. Buesa fue asesinado en 2000 y Recalde resultó gravemente herido el mismo año.

El Gobierno Vasco ha brindado un homenaje a ambas víctimas de ETA, en calidad de exconsejeros del Ejecutivo autonómico, homenaje que ha hecho extensivo a Jorge Díez, escolta que fue asesinado junto a Buesa, y a todas los afectados por el terrorismo.

“Queremos mirar al pasado de un modo autocrítico. Las instituciones y las fuerzas políticas debemos transmitir una reflexión crítica de lo que no se ha hecho, se ha hecho de una manera silente o se ha hecho tarde”, ha subrayado Urkullu.

En este sentido, ha denunciado que los crímenes de ETA fueron “radicalmente injustos” y que estuvieron “amparados en una estructura ideológica perversa” que se sustenta en la idea de que “matar a un semejante que piensa diferente es un medio legítimo para obtener fines políticos”.

Por ello, ha advertido de que tantos sus autores como “quienes consideraron que esto era lícito” tienen una “deuda política” con la sociedad, ya que deben “reconocer la iniquidad de esta mentalidad y la injusticia que la misma provocó”.

Para el lehendakari, el tiempo “ha puesto cada cosa en su sitio” y ha dejado claro que el “error” no estaba en las “imperfecciones del sistema democrático”, sino en la “pretendida pureza del dogmatismo que amparó y promovió el recurso sistemático al terrorismo”.

La violencia, en cualquiera de sus expresiones, fue posible, a su juicio, porque “grupos y personas” creyeron que la “defensa de una convicción tenía más valor que la dignidad humana”.

“En el futuro nunca más ni una causa política o razón partidaria” deben situarse como si fueran “un valor absoluto por encima del valor de los derechos humanos, la persona y la vida”, ha reclamado.