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Veintiséis miradas de artistas para denunciar la violencia contra la mujer

Veintiséis miradas de artistas para denunciar la violencia contra la mujer

EFE

Madrid —

Veintiséis artistas de diferentes partes del mundo denuncian las formas de violencia que se ejercen contra la mujer y llaman la atención sobre la ceguera de las sociedades, en la exposición que abre mañana sus puertas en la Fundación Canal, en Madrid.

“28 miradas de artistas contra la violencia” no es una exposición sobre el feminismo “sino acerca de los derechos humanos en la que se defienden los derechos humanos más básicos”, destacó durante la presentación de la muestra Randy Rosenberg, comisaria de la misma.

Se trata de una muestra multidisciplinar “que no pretende ser una exposición feminista”, reiteró Rosenberg, presidenta de la asociación Art Works For Change, organizadora de esta cita itinerante.

La comisaria agradeció la “valentía” de la Fundación Canal por haberse atrevido a mostrar esta exposición y comentó que la violencia contra las mujeres ocurre en todas partes del mundo “no es algo aislado” y por ello están presentes artistas de América, África, Asia y Europa.

Las obras seleccionadas tienen gran contenido poético y ofrecen múltiples interpretaciones del problema. “No es una recreación de la violencia sino una manifestación múltiple. La intención es crear vida, infundir vida a esas historias y establecer conversaciones sobre lo que significan”, declaró Rosenberg.

De la coreana Jung JungYeob son las grandes aguadas de tinta sobre seda que cuelgan del techo de la sala de exposiciones y que representan rituales cotidianos de mujeres de todos el mundo: cargar bolsas, cocinar.

Desdibujadas, se acercan a la condición de invisibilidad, como si sugirieran un estado de anonimato e insignificancia, del que trata el espacio “Violencia e individuo”, que muestra también las obras de Lise Bjorne Linnert (Noruega), Miri Nishri (Israel) y Miwa Yanagi (Japón).

Louise Bourgeoise (Francia), muestra en su obra sobre papel una figura femenina, sola en mitad de un túnel negro. Con el torso cruzado por una muleta, la mujer, con sus altos tacones, desnuda y sin brazos, sonríe con agrado.

“Como tantas mujeres atrapadas en situaciones familiares violentas, lleva puesta una máscara con la que dice al mundo que todo va bien”, según la comisaria.

En una impresionante instalación fotográfica, Patricia Evans (EE.UU) reconstruye la violación y la grave paliza de la que fue objeto en 1988 cuando hacia “footing” en Chicago.

La polaca Gabriela Morawetz muestra en su montaje fotográfico el lecho como un lugar donde se viola el cuerpo y la mente. El óleo de la estadounidense Jaune Quick-To-See Smith narra las historias de una infancia vivida en reservas, en las que el hambre, los abusos, la violencia y el miedo eran cotidianos.

De Yoko Ono se muestran dos vídeos de la performance “Cut Piece”, que realizó en 1965 y que repitió en 2003. Sentada en un escenario con un vestido negro, los espectadores van cortando trozos de su vestido y el cuerpo de la artista va quedando al descubierto.

“Como unos buitres que fueran arrebatando trozos de su persona, los miembros del público van violando el cuerpo de Ono, destrozándole la ropa, quitándosela y dejándola prácticamente desnuda”, comenta la comisaria en el catálogo de la exposición..

El espacio “Violencia y comunidad” está representado por la obra de Yoko Inoue (Japón), mientras que en el apartado “Violencia y cultura” se muestra el vídeo “Golpeando la calavera” de Marina Abramovic (Serbia).

Con su acción, la artista refleja como el ascenso del nacionalismo y militarización hace que las relaciones patriarcales se vuelvan hegemónicas. Cuando el cuerpo femenino se convierte en la personificación de una nación, violar a una mujer equivale a violar simbólicamente a toda la comunidad.

La cubana María Magdalena Campos-Pons aborda en una videoinstalación las múltiples capas de su identidad nacional, racial y de género, mientras que “No” es el título de la obra de la pakistaní Maimuna Feroze-Nana compuesta por varios dibujos y una escultura confeccionada con telas de desecho.

La quema de novias es un tipo de violencia doméstica que se practica en Pakistán y países de la zona. El marido o los familiares asesinan a la joven por la negativa de la familia de esta a pagar una dote adicional.

Un óleo de Hung Liu (China); la videoinstalación de Almagul Menlibayeva (Kazajistán); la instalación de la peruana Cecilia Paredes; el vídeo de la iraní Cima Rahmankhah y las fotografías de Fatou Kande Senghor (Senegal), Elizabeth Sunday (EE UU) y Hank Willis Thomas completan este espacio.

La exposición, que estará abierta hasta el 21 de julio, finaliza con “Violencia y política”, donde se exhiben obras de Mona Hatoum (Palestina), Jane Alexander (Sudáfrica), International Rescue Committee (Liberia), Joyce J. Scott (EEUU), Amal Kenawy (Egipto) y Walgechi Mutu (Kenia).

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