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El acusado del crimen Benabarre dice que golpeó a la víctima porque creyó ver al demonio

El acusado del crimen Benabarre dice que golpeó a la víctima porque creyó ver al demonio

EFE

Huesca —

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El joven acusado del asesinato de un mujer en una zona despoblada cercana a Benabarre (Huesca) ha admitido, ante el tribunal del jurado que le juzga desde hoy, que arrojó una piedra a la frente de su víctima porque creyó que se le acercaba un “demonio”, aunque ha asegurado desconocer si la mató en ese momento.

El procesado, que se enfrenta a sendas peticiones de la fiscalía y de la acusación particular de 20 años de prisión y 30 de prohibición para acercarse a Benabarre, ha reiterado de forma insistente su versión, que comenzó a dar cuando era objeto ya de análisis psiquiátricos en prisión preventiva.

El joven, para el que su defensa pide la absolución debido a una esquizofrenia paranoide combinada con un “retraso” mental que le hace “inimputable”, ha explicado que el día de los hechos, el 31 de marzo de 2013, se desplazó hasta la zona de La Escombrera para darse un paseo.

En su declaración, ha asegurado no recordar si la víctima, de 52 años, se encontraba ya en dicho lugar haciendo fotos del paisaje, pero ha señalado que cuando se le acercó pensó que la mujer “llevaba al demonio” y le tiró una piedra a la frente.

Posteriormente, el acusado, de 22 años, huyó a su casa porque, según ha afirmado, se dio cuenta posteriormente de lo que había hecho en realidad y tenía “miedo” de causarle problemas a su familia, unos inmigrantes procedentes de Lopera (Jaén) y asentados desde años atrás en Benabarre.

Ha añadido que un día después volvió a la escena del crimen para ver como “estaba” la víctima, a la que arrastró hasta un barranco junto a las piedras de gran tamaño presuntamente utilizadas para causarle la muerte, porque el lugar donde yacía la mujer estaba “lleno de sangre”.

Posteriormente, tiró la cámara de fotografías que portaba la mujer ante el temor de que llevara sus huellas o portara alguna imagen suya captada por la víctima.

El joven ha admitido, además, que “odiaba” el pueblo de Benabarre porque “todos” iban en su “contra”, un sentimiento que le había convertido en una persona solitaria que deambulaba habitualmente por zonas despobladas.

Este relato contrasta con el primer testimonio que dio ante la Guardia Civil, a cuyos investigadores confesó haber causado la muerte a la mujer asestándole dos fuertes golpes con una piedra de casi 7 kilogramos de peso.

Según el testimonio de los agentes, el joven trató de besar a la víctima y recibió un mordisco en la mano.

Cuando la mujer trataba de huir, el procesado le golpeó en la parte posterior del cráneo y posteriormente, cuando estaba desvanecida en el suelo, asió la piedra con sus dos manos y le aplastó el cráneo.

Esta es también la hipótesis que ha mantenido el forense que estudió la escena del crimen y que posteriormente realizó la autopsia al cadáver.

Según ha explicado, la “extraña” postura en la que se encontraba el cadáver no “encajaba” con la hipótesis de una muerte accidental por caída, otra de las versiones dadas por el acusado durante la instrucción, sino que apuntaba a una muerte “homicida” perpetrada con gran violencia.

En los alegatos iniciales, la defensa no ha descartado la hipótesis de un accidente, pero ha incidido en que su objetivo se dirige a demostrar que el joven no podía ser considerado “imputable” debido a una “enfermedad mental” que aconseja su ingreso en un centro psiquiátrico.

Ha explicado este letrado que nada más que ingresó en la cárcel de Zuera (Zaragoza), el joven fue derivado a la planta psiquiátrica del Hospital Miguel Servet de la capital aragonesa, donde le fue diagnosticado un trastorno psicótico grave antes de regresar al centro penitenciario, donde ha permanecido todo el tiempo en la enfermería.

Para el abogado de la defensa, “más de tres años confinado en la enfermería de Zuera demuestran que no puede estar -el procesado- en prisión común”.

Sin embargo, para las acusaciones el desplazamiento del cadáver, el intento de simulación de un accidente y el ocultamiento de pruebas evidencian que el joven era consciente de lo que hacía.

La situación del estado mental del procesado será objeto de las distintas pruebas periciales que se realizarán en las dos próximas sesiones del juicio, con posiciones diversas que apuntan tanto a la inimputabilidad como a la plena responsabilidad del joven en relación a los hechos.

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