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Un año tras el 17D: Arduos desafíos para Cuba y sus reformas

Un año tras el 17D: Arduos desafíos para Cuba y sus reformas

EFE

La Habana —

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Pocos acontecimientos han sorprendido tanto a los cubanos en su historia reciente como el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos anunciado hace un año, un giro diplomático que impone arduos desafíos para que la isla, en proceso de reformas económicas, aproveche la oportunidad de esa distensión.

El Gobierno cubano admite “avances importantes” en los últimos doce meses, pero insiste en que no ha habido cambios en los temas “esenciales” para la normalización, como el fin del embargo, que asfixia desde 1962 la maltrecha economía del país, aunque poco a poco se abre apoyada en la inversión extranjera y un incipiente sector privado.

En este sentido, Cuba insiste en que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, todavía dispone de prerrogativas para aprobar nuevas medidas que alivien el embargo, después de haber relajado restricciones en sectores como los viajes y las telecomunicaciones.

“Podría permitir a Cuba el uso del dólar en sus transacciones económicas internacionales o autorizar el acceso a créditos”, indicó a la prensa la directora para Estados Unidos de la Cancillería, Josefina Vidal, que lidera por la parte cubana las negociaciones bilaterales.

Las otras exigencias de Cuba pasan por la devolución de los territorios de la base naval de Guantánamo, el fin de los programas dirigidos a promover cambios internos y el fin de las políticas migratorias que dan un trato preferencial a los cubanos.

“Para alcanzar la normalización insistimos en que será imperativo que el Gobierno de Estados Unidos elimine todas estas políticas del pasado”, subrayó Vidal, en el balance del primer aniversario del 17D.

Simbólicos cambios se han visto en Cuba en el último año: la bandera de las barras y estrellas ondea sobre el Malecón habanero; Raúl Castro y Barack Obama se han reunido en dos ocasiones y cruzarse con estadounidenses que visitan la isla es cada vez más frecuente; pero en la calle lo que se más se oye es “aquí todo sigue igual”.

Las tiendas estatales siguen afrontando problemas de suministro -aunque cada vez menores-; el salario medio en el sector estatal se mantiene en unos 20 dólares mensuales insuficientes para vivir, las comunicaciones son precarias y las obsoletas infraestructuras de la isla no están listas para sacar provecho al previsible aumento del turismo, segunda fuente de ingresos del país.

Muchos cubanos no han percibido transformaciones sustanciales con el “deshielo”, aunque en la isla algunas cosas comenzaron a cambiar lenta y gradualmente hace cinco años, cuando Raúl Castro emprendió sus reformas para “actualizar” el modelo socialista de la isla; con el impulso de la inversión foránea y los negocios privados.

“El 2015 ha sido un año realmente importante para Cuba, el último de estos primeros cinco años, muy intensos en cambios económicos, pero también sociales”, afirmó a Efe el economista local Juan Triana, del Centro de Estudios para la Economía (CEEC).

Los trabajadores autónomos o “cuentapropistas” ya superan el medio millón, un sector privado en emergencia cuya influencia sobre todo se está notando en el sector servicios, principalmente en la restauración y el turismo.

En Cuba hay más de 2.700 restaurantes privados y más de 21.000 habitaciones que arriendan pequeños empresarios del sector privado, cifras que les convierten en una especie de “segunda cadena hotelera” del país, que “no ha costado un centavo al Estado y que además pagan impuestos y salarios” señala Triana.

Para hacer sostenible el modelo cubano, las reformas de Raúl Castro necesitan una inyección anual de 2.500 millones de dólares, solo posibles con recursos exteriores, para lo que la isla aprobó una nueva Ley de Inversión Extranjera en marzo de 2014 y está construyendo la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, un centro empresarial y puerto mercante que ofrece condiciones ventajosas para la instalación de empresas del exterior.

Aunque estas medidas han despertado la curiosidad de numerosas delegaciones empresariales de Estados Unidos y del mundo entero que han visitado la isla en el último año, sus resultados todavía son modestos, ante las incertidumbres que presenta la dualidad monetaria, el marco jurídico o la centralización de la economía.

El exdiplomático cubano Carlos Alzugaray indicó a Efe que una de las sombras de este proceso de apertura económica al exterior es la “falta de transparencia”, aunque sí reconoce que hay interés de empresas extranjeras “entre las que no hay desesperación por entrar en Cuba, sino una disposición a trabajar en el largo plazo”.

Aunque Cuba pronostica un crecimiento para el próximo año del entorno del 4 %, el embargo -cuyo levantamiento depende del Congreso de Estados Unidos- sigue siendo el caballo de batalla en las negociaciones con el antiguo enemigo, ya que impide el despegue de su economía en esta nueva coyuntura de cambios.

Mientras, ambos países se están centrando en lograr acuerdos en áreas de fácil entendimiento e interés mutuo, como los ya rubricados en protección del medio ambiente, correo postal directo o, el anunciado hoy mismo, en aviación civil, que permitirá en los próximos meses vuelos regulares entre ambos países.

“Todo eso es lo que va a contribuir a crear una serie de vínculos de cooperación que harán el proceso irreversible” y asentar confianza para negociar los asuntos más complejos, explicó Alzugaray.

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