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Los antiguos vecinos del este de Alepo evocan con dolor el triunfo del ejército

Los antiguos vecinos del este de Alepo evocan con dolor el triunfo del ejército

EFE

Beirut —

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La nostalgia y el dolor impregnan las palabras de los antiguos habitantes del este de Alepo que hace un año abandonaron esta ciudad del norte de Siria junto con los rebeldes, en virtud de un acuerdo con las autoridades tras una ofensiva del ejército nacional.

El 22 de diciembre de 2016 las fuerzas armadas sirias proclamaron su victoria en Alepo, después de que los insurgentes y los civiles que lo deseaban fueran evacuados, tras un mes de operaciones castrenses en la urbe, donde los opositores acabaron arrinconados en un reducto en la parte oriental.

A Mohamed Abu Yafar Kahil, de 58 años, se le quiebra la voz cuando recuerda los momentos de la evacuación: “No puedo olvidar cuando todas las familias nos reunimos en una plaza para salir en autobuses de Alepo, fue muy difícil”, dijo en declaraciones telefónicas a Efe.

“Queríamos abandonar el asedio y que nuestro sufrimiento se acabara, pero nuestras almas estaban unidas a la ciudad que nos vio nacer y crecer, son muchos recuerdos”, rememoró Kahil, que actualmente se encuentra en la provincia de Idleb, vecina a Alepo y controlada casi totalmente por facciones islamistas y rebeldes.

Allí, Kahil continúa desempeñando el mismo trabajo que tenía en Alepo al frente del opositor Organismo de Medicina Forense.

Para este hombre, uno de los peores momentos vividos en Alepo fue antes de que se declarara un alto el fuego entre las partes el 14 de diciembre para permitir la salida de los insurgentes y los civiles.

“La tregua empezó a las 00.00 hora local, pero dos horas antes hubo bombardeos tan fuertes que la gente se tuvo que desplazar de sus hogares porque no había sitios seguros -apuntó.- No quedaban hospitales en pie, ni medicinas, no había ambulancias, los heridos esperaban la muerte, queríamos morir para que se terminara todo”.

Los recuerdos de otro antiguo vecino de Alepo, el enfermero Modar Sheijo, son también amargos. La fatalidad se cebó con su familia, ya que perdió a su padre y a uno de sus hermanos justo antes de salir de la localidad, y a su hermana años antes por el conflicto.

Desde su exilio en Estambul, donde ha hallado empleo en una clínica de implantes capilares, Sheijo relató a Efe por teléfono cómo “el régimen bombardeó durante tres semanas con todo tipo de armas pesadas y de forma indiscriminada” el este de Alepo para forzar a los insurgentes a negociar y aceptar una evacuación.

Antes de abandonar la urbe, “nos vimos obligados a salir de nuestro barrio (el distrito de Al Shaar) porque el régimen se estaba acercando, así que mi hermano y yo fuimos a buscar una casa en las zonas de Al Zibdie y Al Salahedín, pero mi hermano falleció por los bombardeos”, señaló.

Pese a la complicada situación de seguridad, el padre de Modar quiso enterrar a su hijo, pero cuando buscaba un lugar para darle sepultura también pereció.

“Mi padre murió dos horas después de mi hermano por los bombardeos”, lamentó Sheijo, que se marchó de Alepo junto a otros civiles durante la evacuación.

El resto de su familia, su madre y otros hermanos, se quedaron, ya que consiguieron alcanzar áreas en poder de las autoridades dos semanas antes de la evacuación.

“A veces hablo con ellos por Whatsapp y veo que están bien, pero están forzados a permanecer, porque mi hermano mayor, que es médico, lleva detenido desde hace un año y quieren esperar a que sea liberado”, detalló.

Otro exhabitante de Alepo, Mahmud Rahim Abu Bakr, evoca, en declaraciones a Efe, cómo se las apañaron para atender a los pacientes en el Hospital Quirúrgico Al Bayan, del que fue director, tras su destrucción por los ataques aéreos.

“Los últimos días, estábamos todos juntos en una misma casa, desde los empleados del hospital con sus esposas e hijos hasta los heridos y sus familiares”, remarcó Abu Bakr.

En su opinión, la evacuación fue un caos total, porque “se había establecido un orden por el que primero salían los heridos civiles, luego los heridos militares, luego los civiles y después los combatientes, pero al final todo el mundo se mezcló y cada cual salió como pudo”.

De esta manera, este exdirector de hospital fue evacuado en uno de los coches privados de las facciones insurgentes y no en los autobuses en los que debían ser trasladados los civiles, y actualmente reside en Al Bab, al norte de Alepo y controlada por grupos armados apoyados por Turquía.

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