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El ascenso de Alberto Garzón empuja a una renovación de la cúpula de IU

El diputado de IU Alberto Garzón, a su llegada al Consejo Político Federal de IU del 28 de junio de 2014. / A.G.

Andrés Gil / Aitor Riveiro

Protagonismo de Alberto Garzón y primarias abiertas. Estos son los dos elementos fundamentales del Consejo Político Federal de Izquierda Unida de este sábado. Pero puede que no sean los únicos cambios importantes en las próximas semanas y meses que se anticiparán en un cónclave crítico y de gran importancia.

Las elecciones europeas están teniendo grandes consecuencias en Izquierda Unida, a pesar de que triplicó su representación parlamentaria (de dos a seis) y el número de votos (de 500.000 a 1,5 millones), en comparación con 2009. Pero la irrupción de Podemos con cinco escaños y 1,2 millones de votos, unido al mecanismo de elección de Willy Meyer –cerrado y con un apoyo firme del coordinador general, Cayo Lara–, quien posteriormente se ha visto forzado a dimitir por tener un fondo de pensiones radicado en Luxemburgo y gestionado por una sicav, ha ido generando un caldo de cultivo desde abajo que ha llevado a la dirección federal a abrir las puertas de la renovación.

Este sábado se certifica el protagonismo orgánico del diputado Alberto Garzón. Será el encargado de la estrategia política de la organización, de su transformación en un nuevo bloque político y social, de relacionarse con otros partidos y colectivos, de la comunicación política externa... Es decir, encarnará aquello que personificó en 1984 Julio Anguita cuando fundó Convocatoria por Andalucía, germen de lo que luego fue Izquierda Unida en 1986. Han pasado 30 años desde entonces, dos más de los que tiene Garzón.

El diputado asumirá en su nuevo puesto funciones hasta ahora desempeñadas por Cayo Lara; el secretario de Organización, Miguel Reneses, y Enrique Santiago, quien hasta hace unas semanas era secretario de Convergencia Político-Social.

En su nueva tarea, Garzón se apoyará en Lara Hernández, candidata a las europeas –iba en el número 10 de la lista–, de su misma edad y hasta las elecciones residente en Berlín, donde era secretaria de Organización de IU Alemania. Muy implicada en la marea granate, Hernández hizo una campaña electoral muy acompañada de Javier Couso, nuevo eurodiputado tras la renuncia de Meyer. El propio Couso asumirá responsabilidades en el área de Internacional de la organización.

Pero la dirección de Izquierda Unida es numerosa –42 secretarías; Comisión Ejecutiva de 34 miembros y Presidencia de 55–, fruto del mecanismo de incluir a las diferentes familias –PCE, Izquierda Abierta, Encomún, CUT, etc.– en función de la tropa de cada una, y queda pospuesto al 19 de julio el relevo de muchos de sus miembros. De momento, entra Garzón; pero quedan otras 40 secretarías intactas.

Los cambios en la dirección, postpuestos

Más allá del encumbramiento de Garzón, las decisiones sobre la dirección política han sido pospuestas. Una de las más importantes es la remodelación del Equipo de Trabajo Permanente para configurar un equipo centrado en el día a día. Garzón y Alonso entrarán en dicho directorio, pero no está claro a estas alturas quiénes lo van a formar y, más importante, si algunos de los que están actualmente en él, como el secretario general del PCE, José Luis Centella, permanecerán.

Quién salga y quién entre el 19 de julio marcarán el calado de la renovación en la cúpula de IU, tanto de personas como de políticas internas y externas. Este frenazo ha venido condicionado por la polémica alrededor de Meyer, que se ha comido tres días de esta última semana. Pero también existe el miedo entre los principales valedores de una remodelación profunda de que Lara intente refrenar las ansias de cambio ofreciendo un puesto clave a Garzón.

El líder de IU no lo tendrá fácil si esta es su intención. Las federaciones han aprobado en los últimos días duras resoluciones, que serán discutidas el sábado. Además, con el asunto Garzón resuelto, Meyer fuera de plano y los relevos en la dirección aplazados, habrá mucho más tiempo para la discusión política. Y en un ambiente menos tenso.

La Presidencia del 19 de julio también marcará las bases de las reglas de las primarias abiertas, cuya celebración aprobará este sábado Izquierda Unida, y que ya ha puesto en práctica en Andalucía otra de las figuras emergentes de IU, Antonio Maíllo, coordinador general andaluz y hombre clave en la dimisión de Willy Meyer. El borrador que salga de la cita de julio se enviará a las federaciones, quienes harán sus propuestas para que un CPF extraordinario lo ratifique, probablemente a la vuelta de las vacaciones.

En el horizonte se encuentran las elecciones autonómicas y municipales de mayo, así como las generales de noviembre de 2015. En las primeras, las organizaciones locales se sienten presionadas por la irrupción de Podemos y por la posiblidad de que, abiertos a pactos, se pueda desbancar al PSOE, como se ve desde numerosos sectores de IU en Madrid.

En las segundas, la perspectiva de un Cayo Lara midiéndose a Pablo Iglesias o a un PSOE liderado por Eduardo Madina o Pedro Sánchez, genera muchas dudas. Tantas, que las primarias abiertas pueden ser una herramienta para provocar el relevo en el cartel electoral. Incluso que la mera perspectiva de tener que medirse con otro candidato, como pueda ser Alberto Garzón, muy popular entre las bases, haga que Lara se replantee la idea de ser candidato y, en una futura Asamblea en 2016, llegue a ceder el testigo de la organización. Queda mucho para entonces, pero lo que se debate este sábado y se acuerde el 19 de julio, marcará el devenir de IU para todo el ciclo electoral que se avecina.

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