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Un “benissimo” Muti vuelve al Real para dirigir la “grande” “Don Pasquale”

Un "benissimo" Muti vuelve al Real para dirigir la "grande" "Don Pasquale"

EFE

Madrid —

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Exige el mismo respeto para la ópera italiana que para Wagner; tararea “Aida” o “La Traviata” para mostrar “lo que no hay que hacer” y convierte una rueda de prensa en una lección de ética y un espectáculo “giocosso”. Es Riccardo Mutti, que vuelve al Real con la “grande y maravillosa” “Don Pasquale”.

El título previsto para su regreso tras el “enorme éxito” del año pasado con “I due Figaro”, según ha recordado el intendente del teatro, Gerard Mortier, era “La Rappresaglia”, pero las partituras llegaron con retraso y, cuando lo hicieron, “finalmente” Muti fue intervenido de una hernia y tuvo que guardar un mes de recuperación.

“No soy un director que prepara una ópera en una semana. Necesito tiempo. El deseo de venir era tan grande que preferimos hacer otro título antes que cancelar. Si me invita Mortier, la haremos el año que viene o al siguiente”, ha bromeado el napolitano, que asegura que no solo está recuperado sino “benissimo”.

Dirigirá desde el foso la producción procedente del Festival de Ravenna de “Don Pasquale” desde el próximo lunes, con la Orchestra Giovanile Luigi Cherubini y el Coro del Real, y Nicola Alaimo, Dmitry Korchak, Eleonora Buratto y Alessandro Luongo en los papeles principales.

“Donizetti es uno de los compositores más difíciles. Todos creemos saber cómo se hace un Rossini cómico, Bellini o Verdi, pero ¿cómo se hace Donizetti?. ¿Es 'Don Pasquale' una ópera cómica?, ¿un drama cómico?, ¿un drama 'gioccoso' como 'Don Giovanni'?”, se ha preguntado.

Para él, “clarísimamente”, es la continuación de las óperas dramáticas de Mozart al estilo de “Cosí fan tutte”, con personajes al estilo de la Commedia dell'Arte, no en clave bufonesca, “sino de la vida”; es decir, “la ópera de la vida real, que no es tan divertida”.

“Si en Mozart hay una moral política y social, 'Don Pasquale' es más práctica. Tampoco hay que olvidar -advierte-, que esta obra tiene siempre una vena melancólica, porque el protagonista es una persona de una profunda nostalgia”.

Para un director de escena, sostiene, “lo difícil” en este título, y que Andrea de Rosa “sí consigue”, es encontrar y equilibrar “la alegría tras la tristeza”, y viceversa.

Es, dice, “una obra maestra bellísima, una maravilla, una de esas joyas para la orquesta y el coro”, la primera verdadera gran ópera del drama “gioccoso” del repertorio, y quien diga lo contrario, desafía, “es un cretino”.

Hay, precisa, una gran diferencia entre la risa y la sonrisa, pero “Don Pasquale” hace reír “de una forma que no es nada vulgar ni de 'clown'. Eso no está en nuestro ánimo a pesar de la crisis”.

No, nunca aceptaría dirigir una obra en la que el director de escena propusiera un enfoque que no le gusta: “No existe una regiduría antigua y otra moderna, sino una inteligente o una estúpida. El punto no es la modernidad, sino que la propuesta debe ayudar a la comprensión de la ópera, al discurso dramático”.

Ya dijo en 2001 que Verdi será “el músico del futuro”, porque habrá un tiempo en que se descubra su “grandísima” obra, lejos de los regidores “cretinos, brutales y vulgares” que han traicionado “una y otra vez” su espíritu en los últimos años.

“Dicen que Muti no comprende a los regidores modernos. Hice óperas con Ronconi, que era un revolucionario”, ha recordado, pero, se ha reído de nuevo, “dove che gusto, non che perdenza”, o lo que es muy parecido, “sarna con gusto no pica”.

Ha alabado el trabajo del Coro del Real, que, según Muti, hace un trabajo “óptimo”, ya que, a pesar de que no es muy amplia su parte, es preciso hacerla de una forma “muy delicada”, precisa, vivaz y ligera.

La escenografía se ha alargado pero no demasiado, porque, dice, es una ópera que necesita “un poco de intimidad”. El protagonista es el mismo cantante que en Ravenna (Alaimo), y los otros tres, a pesar de su juventud, son “bravísimos”.

Cree que para el rol protagonista de “Don Pasquale,” que él dirigió por primera vez en 1971, se necesita “un gran actor” y que es menos importante si es mayor o joven. Y, además, se ríe de nuevo, el personaje tiene exactamente su edad; es decir, 71 años: “No existe la tercera edad, existe la cuarta”.

Por Concha Barrigós.

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