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Un bistec en busca y captura en el restaurante de la guerra antidroga de Duterte

Un bistec en busca y captura en el restaurante de la guerra antidroga de Duterte

EFE

Navotas (Filipinas) —

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“Tocino bajo arresto”, “chuleta torturada” o “pollo disparado en la cabeza” son algunos de los platos del restaurante Ayessa en la conflictiva ciudad filipina de Navotas, donde mueren vecinos casi a diario por la guerra contra las drogas del presidente del país, Rodrigo Duterte.

Maricris Flores, que abrió el negocio en febrero, explica a Efe que todo comenzó como una broma: “En esta zona hay muchas ejecuciones extrajudiciales, así que comentamos entre risas la idea de montar un restaurante temático y al final salió adelante”.

En su diminuto local de 15 metros cuadrados hasta ocho comensales pueden degustar por menos de dos euros uno de los “Tokhang sizzlers”, raciones de carne o pescado con arroz servidas en un plato de hierro caliente.

Tokhang, literalmente “llamar a la puerta y suplicar”, es el nombre oficial de las operaciones policiales en la campaña antidroga de Duterte, que desde su inicio en julio del año pasado acumula más de 7.000 muertos en toda Filipinas y más de cien en Navotas, situada al norte de Manila.

A apenas veinte metros del restaurante donde sirven “bistec de ternera en busca y captura” o “jamón york que se resistió al arresto” hay un altar improvisado en plena calle con el cuerpo exánime de Armando Cedro, exconductor de mototaxi de 45 años.

El pasado 27 de marzo tres encapuchados llegaron sin avisar, se bajaron de sus motos, sacaron sus pistolas y le metieron ocho balas en el cuerpo.

“Yo creo que no tomaba drogas. Al parecer le incluyeron por error en una lista negra y los vigilantes (patrullas vecinales) vinieron a por él”, lamenta su hermano Sonnuy, que junto a la madre de ambos vela el cadáver en la calle hasta que la familia recaude el dinero necesario para pagar el entierro.

En la comisaría de policía de Navotas, ciudad de 271.000 habitantes, un cartel expone las cifras de la campaña antidroga hasta febrero: 7 toxicómanos y 41 narcotraficantes abatidos por la policía, además de 59 “muertes bajo investigación” probablemente similares a la de Armando.

En el caso de las víctimas de los agentes, éstos se vieron obligados a disparar porque -al igual que el jamón york del local de Maricris- el sospechoso “se resistió al arresto”, asegura a Efe el jefe de policía de la ciudad, Dante Novicio.

Novicio prefiere destacar otros datos del mismo cartel colocado junto a su despacho: en el mismo intervalo 425 drogadictos y traficantes fueron arrestados y 4.923 se entregaron voluntariamente a las autoridades para acabar en la cárcel o en proyectos de reinserción social.

En Navotas la drogadicción “es un problema grave debido a la gran densidad de población y altos niveles de pobreza que empujan a muchos desempleados a consumir o traficar para hacer dinero”, explica el comisario, que acto seguido advierte del destino fatal que espera a quienes optan por esta vía.

Desde que comenzó el Tokhang el 70 por ciento de los presuntos drogadictos y narcotraficantes de la ciudad han sido arrestados, abatidos en enfrentamientos con la policía o asesinados de modo informal, engrosando los últimos la famosa lista de muertes bajo investigación que rara vez se investigan.

“Nos queda el 30 por ciento, así que más les vale que se entreguen o les arrestaremos pronto”, afirma el jefe de la policía.

Según Novicio -que atribuye a las drogas la mayoría de los delitos- la campaña de Duterte ha reducido drásticamente la delincuencia en Navotas, donde el número de robos y atracos ha descendido un 50 por ciento.

Mientras, la dueña del restaurante Ayessa espera que los nombres de sus platos ayuden a crear conciencia social o al menos sirvan para que los comensales “echen unas risas” en un país donde los niveles de optimismo y sentido del humor siempre permanecen aún más altos que los de pobreza.

Entre sus próximos clientes del barrio faltarán, sin embargo, los familiares de Armando Cedro que guardan luto a escasos metros del local.

“No me molesta que usen esos términos ya que cada uno se busca el pan como puede, pero dudo que vaya ahí a comer”, comenta Sonnuy mientras observa el ataúd con el cuerpo inerte de su hermano.

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