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Las partes en conflicto libias tienen muchas esperanzas del nuevo enviado de ONU

Las partes en conflicto libias tienen muchas esperanzas del nuevo enviado de ONU

EFE

Trípoli —

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Tras meses distanciados por las diferencias en torno la composición del futuro gobierno de unidad nacional, los dos gobiernos que se disputan el poder en Libia parecen de nuevo de acuerdo en algo: ambos dicen tener “esperanza” en la labor del nuevo enviado especial de la ONU, Martin Kobler.

El diplomático alemán viajará el domingo a Tobruk para iniciar los contactos sobre el terreno y tratar de recuperar el proceso de paz y la confianza de los libios en la mediación de la ONU, que en los últimos meses ha quedado muy desprestigiada.

“El Congreso Nacional General (Parlamento de Trípoli) agradece la misión de la ONU y su papel de apoyo y mediación entre las partes libias. Consideramos a Kobler un embajador extraordinario con el que trabajar”, dijo a Efe Idris Abu Fayed, presidente del comité político del CNG.

Abu Fayed cree, en este sentido, que el germano es la persona adecuada para sacar a Libia de la crisis y de la incertidumbre política y de seguridad en la que se había hundido el país durante la gestión del anterior enviado especial, Bernardino León.

El español fue duramente criticado por el gobierno de Trípoli durante los últimos meses, especialmente después de que este descubriera que había decidido negociar a sus espaldas con algunos líderes políticos y señores de la guerra del oeste del país, afines al CNG.

Eso llevó a Trípoli a desmarcarse en julio del plan de paz presentado por León, que incluía la formación de un gobierno de unidad transitorio, secundado por una especie de Consejo de Estado, que debía convocar nuevas elecciones.

Desde entonces, el CNG desconfío del español, al que acusó de no ser un mediador honesto y trabajar siempre en favor del entonces gobierno internacionalmente reconocido de Tobruk.

Unas acusaciones que terminaron de cobrar forma cuando León, poco después de ser relevado, anunció que había sido designado jefe de la escuela diplomática de Emiratos Árabes Unidos (EAU), uno de los países que apoya a Tobruk.

“Kobler tiene que ser un elemento de apoyo y dirigir el diálogo sin alinearse con una parte al detrimento de otra como lo hizo León”, recalcó a Efe Abu Fayed.

Para el responsable libio, el nuevo enviado de Naciones Unidas tiene delante dos desafíos que calibrarán sus posibilidades de éxito: la solución legislativa y la formación de un cuadro de mando militar común, tarea está última que calificó como “la más difícil a la hora de llegar a un acuerdo”.

Sobre el primer aspecto, Abu Fayed insistió en que igualmente será complicado ponerse de acuerdo en la composición de ese gobierno de unidad nacional y opinó que lo mejor sería “cambiar el proyecto de manera significativa o incluso empezar de cero”.

En la misma línea el Parlamento en Tobruk, algunos de cuyos miembros aceptaron semanas atrás emprender un camino de diálogo diferente con Trípoli, al margen de la mediación de Naciones Unidas.

“La mayor parte del Parlamento apoya el diálogo con Trípoli y da la bienvenida a cualquier enviado de la ONU. Así será el domingo con su visita a Tobruk”, dijo a Efe Jaled Usta, miembro de la Cámara en Tobruk.

Su colega, Aisha Tabgay, también dio la bienvenida al nuevo enviado de Naciones Unidas, pero quiso dejar claro que esta cámara no aceptará proseguir con el diálogo mientras prosiga el conflicto armado en la ciudad de Bengasi.

“El Parlamento no aceptará la continuidad del diálogo mientras (Trípoli) no ponga fin al envío de máquinas en apoyo a las bandas terroristas en Bengasi”, señaló.

Bengasi, segunda ciudad en importancia de Libia, es víctima desde hace más de un año y medio de un conflicto armado entre las fuerzas afines a Tobruk, que la asedian, y las milicias islamistas leales a Trípoli, que la defienden.

El enfrentamiento arrancó en mayo de 2014 cuando unidas al mando del general Jalifa Hafter, un antiguo miembro de la cúpula gadafista convertido en jefe de las Fuerzas Armadas afines a Tobruk emprendió una ofensiva con el objetivo de conquistarla y desequilibrar así el diálogo en favor de Tobruk.

Desde entonces el frente apenas se ha movido, el desplazamiento interno de población civil se ha multiplicado y el espacio vacío ha sido aprovechado por grupos yihadistas para penetrar y hacerse con el control de algunos barrios.

Es precisamente este aumento del poder y la influencia de los movimientos vinculados a la rama libia del grupo yihadista Estado Islámico una de las mayores preocupaciones de la ONU, que un informe presentado la semana pasada advirtió que su presencia cada vez es más intensa en todo el país.

Una perspectiva que hace mucho más necesario el éxito de un Kobler que de momento parece haber recuperado la confianza de los libios.

Por Mohamad abdel Malek

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