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La derrota conservadora en Alberta despierta temor en el Gobierno canadiense

La derrota conservadora en Alberta despierta temor en el Gobierno canadiense

EFE

Toronto (Canadá) —

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Canadá analiza hoy la amplia e histórica victoria de la izquierda en las elecciones provinciales del corazón petrolífero del país, Alberta, y las implicaciones que supone para las esperanzas electorales del primer ministro del país, el conservador Stephen Harper.

Según los resultados divulgados hoy, el socialdemócrata Nuevo Partido Democrático (NPD) ganó las elecciones provinciales celebradas ayer en Alberta al hacerse con 53 de los 87 escaños del parlamento regional, seguido por el ultraconservador Partido Wildrose, con 21 escaños, y el Partido Conservador, con 10 escaños.

La victoria del NPD, capitaneado por la prácticamente desconocida Rachel Notley, ha sacudido el mundo político de Alberta, el centro de la poderosa industria petrolífera del país, y de Canadá hasta la médula.

El ministro de Justicia de Canadá, Peter MacKay, resumió hoy el sentimiento existente en la reunión semanal de los diputados federales del Partido Conservador del primer ministro canadiense, Stephen Harper, “como una funeraria”.

La desazón entre los conservadores de Harper es comprensible.

Durante los pasados 43 años, Alberta, la provincia más conservadora de Canadá y que muchos consideran el “cinturón de la Biblia” del país, en referencia a la región ultraconservadora de Estados Unidos, había estado gobernada de forma ininterrumpida por el Partido Conservador, y nunca en su historia por el socialdemócrata NPD.

La idea de que los conservadores perdiesen el poder en Alberta era tan remota que el jefe del Gobierno provincial vapuleado ayer en las urnas, Jim Prentice, convocó elecciones anticipadas poco después de prácticamente aniquilar al principal partido de la oposición, Wildrose.

A finales del año pasado, Prentice convenció a 11 de los 17 diputados de Wildrose, incluida su líder, Danielle Smith, para que abandonasen la formación y se uniesen a los conservadores.

Con 72 de los 87 escaños del parlamento provincial y con la oposición en desbandada, Prentice convocó en febrero elecciones anticipadas siguiendo el esquema que durante décadas había seguido el Partido Conservador de Alberta para asegurarse el gobierno.

Pero los conservadores no tomaron en consideración el cansancio del electorado con la llamada “dinastía de Alberta”, especialmente porque, tras 43 años en el poder y manejar una de las tres mayores reservas petrolíferas del mundo, la provincia más rica de Canadá tiene un enorme agujero fiscal.

Sólo este año, según las cifras del derrotado gobierno conservador, Alberta tendrá un déficit de 5.000 millones de dólares canadienses (unos 4.200 millones de dólares estadounidenses), que se añaden a los cerca de 12.500 millones de deuda acumulados por una región que produce unos 2 millones de barriles de petróleo al día.

En comparación, Venezuela produce 2,5 millones de barriles de petróleo al día.

La victoria socialdemócrata en Alberta fue recibida en la bolsa de valores de Toronto, una de las más importantes del mundo para el sector energético, a la baja y con “temor”, según un analista.

La plataforma electoral del NPD incluye revisar al alza los pagos de regalías que las empresas petroleras realizan a la provincia y una subida del impuesto a las sociedades.

Pero hoy, poco después de su victoria en las urnas, Notley, la primera ministra electa de Alberta, se puso a telefonear a los ejecutivos de las principales compañías petrolíferas que operan en la provincia para decirles que “todo va a ser normal aquí”.

Para quien la situación no es normal es para Harper, quien tardó varias horas en digerir y reaccionar la victoria socialdemócrata en su provincia, pero que finalmente emitió un comunicado “felicitando” a Notley y el NPD.

La gran pregunta que Harper y el resto de los conservadores se hace hoy es si la insólita victoria del NPD en Alberta se puede extrapolar al resto del país.

Harper tiene previsto convocar elecciones generales el próximo octubre y, tras casi 10 años en el poder con políticas similares a las del Partido Conservador en Alberta, las encuestas señalan que tendrá dificultades para renovar su mandato.

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