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La crisis y el aislamiento de Hamás posibilitan un nueva guerra con Israel

La crisis y el aislamiento de Hamás posibilitan un nueva guerra con Israel

EFE

Jerusalén —

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La crisis económica y energética en Gaza y el creciente aislamiento de Hamás, asfixiado por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en Ramala y con su aliado Catar perdiendo fortaleza, hacen cada vez más probable un nuevo enfrentamiento bélico entre las milicias de la franja e Israel.

“Hay un grave riesgo de que vuelva a haber una confrontación” armada, señala a Efe Ófer Zalzberg, destacado analista del centro International Crisis Group, quien piensa que es probable que ocurra antes de finales de año.

La situación no deja de empeorar, diez años después de la toma del control del territorio por los islamistas, cada vez más arrinconados y con poco margen de maniobra para mejorar las condiciones de vida.

“En Gaza estamos caminando hacia otra crisis con los ojos abiertos”, advirtió en mayo al Consejo de Seguridad de la ONU el enviado para Oriente Medio, Nickolay Mladenov, quien dijo que esta tendría “consecuencias devastadoras para palestinos e israelíes”.

Una delegación islamista encabezada por su jefe en la franja, Yahya Sinwar, negocia en Egipto nuevos apoyos y una salida a la situación, pero El Cairo no tiene ni suficientes recursos ni infraestructura para alimentar y proporcionar la energía necesaria a sus dos millones de habitantes de un día para otro.

“En los últimos meses hemos visto un deterioro constante de la situación humanitaria”, destaca Zalzberg.

La ANP encabezada por Mahmud Abás, del rival Al Fatah, está tensando la cuerda como nunca, con el argumento de que, si Hamás no devuelve el control de Gaza, entonces no hay motivo para seguir financiándola.

Israel se ha alineado hoy con Abás, al aceptar cortar el suministro eléctrico, un 40 % del cual la ANP dejó de pagar, provocando cortes de luz de más de catorce horas al día.

Además, Abás ha recortado el 30 por ciento de los salarios de los funcionarios en Gaza, ha suspendido los sueldos a los presos de Hamás en cárceles israelíes y ha disminuido también los pagos de medicamentos, dejando al territorio, que soporta un bloqueo israelí desde hace una década, en una peligrosa situación.

“Hay menos electricidad, menos agua, no se puede desalinar, ha aumentado la mortalidad infantil”, constata Zalzberg.

También el mar se ha deteriorado por los vertidos de agua sin tratar, que amenaza con que se prohíba el uso de las playas, única vía de escape.

Todo esto podría llevar a la población a protestar masivamente contra Hamás, lo que empujaría al movimiento a rebajar la tensión de la forma más fácil posible: atacando a Israel, con el efecto unificador que esto tiene entre los palestinos.

En enero ya hubo protestas, pero Hamás consiguió acallarlas con ayuda de dos socios regionales: Catar, que facilitó dinero, y Turquía, que proporcionó combustible.

Dada la situación en el Golfo, con Catar acorralado por Arabia Saudí, Emiratos y otros países, es más difícil que Doha tienda una mano.

Hamás puede empujar la escalada mandando a jóvenes a manifestarte a la valla fronteriza con Israel (ya han muerto dos jóvenes en protestas de este tipo en los últimos días) o permitiendo a los pequeños grupos salafistas a lanzar cohetes.

El profesor de Gestión de Conflictos en la Universidad de Haifa Benjamin Miller también cree que es posible que haya “una escalada entre las partes”, aunque piensa que “ninguna posiblemente querrá un conflicto abierto”.

“Hamás está bajo sanciones de la ANP, a las que hoy se ha unido Israel, esto puede darles algún incentivo para llevar a cabo alguna operación” frente a su opinión pública, advierte, aunque añade que el daño sufrido en 2014 es un elemento disuasorio.

“Hamás tiene que calcular si atender a su público o arriesgarse a otra devastación, que podría hacerle también perder terreno”, explica.

La pérdida de parte del apoyo de Catar también puede empujar a Hamás de nuevo a buscar una alianza más fuerte con Irán.

Dan Schueftan, director del Centro de Estudios de Seguridad Nacional de la Universidad de Haifa, se congratula de que los islamistas estén cada vez más arrinconados.

“Son una panda de bárbaros, no es un gobierno legítimo, es una organización terrorista capaz de hacer morir de hambre a su gente con tal de matar a judíos. La única forma de que paren de matar a gente es hacer que su situación sea peor y peor”, opina.

De seguir, el deterioro podría abocar a la población a una nueva contienda militar, que nadie desea.

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