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La derecha se burla del manifiesto del 8M para arrinconar el movimiento feminista en la extrema izquierda

Manifestación del 8M de 2017 en Madrid.

Andrés Gil

El 8 de marzo de 2017 ya desbordó todas las previsiones. Fue el primer ensayo de huelga feminista, que se hizo en tramos, y se culminó con manifestaciones multitudinarias por todo el país.

A partir de ese día, las promotoras de la Asamblea Feminista comenzaron a reunirse cada 8 de cada mes para generar las condiciones que llevaran al éxito de la huelga y las manifestaciones de este 8 de marzo. Y, sea cual sea el seguimiento, lo cierto es que están protagonizando conversaciones, debates, están poniendo sobre la mesa sus reivindicaciones y generando una hegemonía más allá de partidos, siglas y organizaciones. Lo cual las hace más libres, más incontrolables.

El 8M y el feminismo representan el mayor movimiento social del país. Y por eso es incómodo; y por eso el poder les ataca y les intenta ridiculizar para arrinconarlas en un espacio estrecho –la extrema izquierda–, cuando su espacio no tiene límites.

“La huelga promueve el odio entre mujeres y hombres, y está impulsada por un partido con peligrosos nexos y afinidades donde las mujeres llevan burka”. Así define Sofía Godoy, la concejala de Igualad de Ourense, el 8M. ¿Dónde se promueve esa “androfobia” que denuncia la concejala? En ningún sitio. ¿Qué impulsor tiene peligrosos nexos con países donde las mujeres llevan burka? No lo dice, pero es una alusión a Podemos, partido al que no sólo no se le han demostrado nexos peligrosos con ningún país a los que se refiere Godoy, sino de ningún otro tipo de nexos.

Más directo fue el vicesecretario de Política Social y Sectorial del PP, Javier Maroto, quien ha asegurado que su partido no apoyará la protesta convocada para la jornada del 8 de marzo, Día de la Mujer, porque está auspiciada por Podemos. “No podemos apoyar una manifestación convocada por Pablo Iglesias, es la manifestación de Podemos y lo sabe todo el mundo, creemos que la igualdad de oportunidades no se alcanza con la manifestación que quiere Pablo Iglesias, que lo que le gusta es el ruido”, ha dicho.

Pero, ¿cómo es posible que Iglesias haya convocado la convocatoria si la llevan trabajando las mujeres desde el mismo 9 de marzo de 2017? Maroto no lo demuestra, pero le sirve para circunscribir el movimiento bajo el paraguas de Podemos. Y, por otro lado, ¿acaso las mujeres necesitan que un hombre, en este caso Pablo Iglesias, organice la huelga? ¿No pueden hacerlo ellas solas?

En el PP, la oposición a la huelga es generalizada, incluida la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, con argumentos muy parecidos a los de la ministra Isabel García Tejerina, quien ha llegado a apostar por una “huelga a la japonesa” para “demostrar las capacidades que tenemos las mujeres en este país”.

El Partido Popular ha llegado a repartir entre sus cargos un documento con sus razones para oponerse, tal y como reveló la cadena Ser. El argumentario señala que la protesta pretende “romper nuestro modelo de sociedad occidental” que es “la que más ha avanzado en la consecución de derechos y oportunidades para las mujeres” y apuesta “por el enfrentamiento entre mujeres y hombres” en detrimento de la unidad.

En el PP señalan que se trata de una convocatoria “elitista” porque solo la pueden hacer las personas que tengan empleo, cuando la convocatoria alude expresamente a una huelga en tres vectores. Además de los clásicos paros laborales, se promueve “huelga de cuidados” que permita sumarse a las mujeres que trabajan sin cobrar nada a cambio, y “de consumo”.

En el último argumentario, titulado 8 de marzo: trabajando por la igualdad de oportunidades para todos, aunque es menos agresivo contra la huelga que el anterior, inciden en la idea de la guerra de sexos para descalificar la huelga: “No se trata de una lucha entre hombres y mujeres, sino una lucha de toda la sociedad en su conjunto, todas las mujeres y todos los hombres en favor de la igualdad de oportunidades”.

“Anticapitalista”

Mientras el PP ha repartido las burlas con multitud de enfoques con asuntos que ni siquiera aparecen en la convocatoria, Ciudadanos se ha centrado en la libre interpretación de uno que sí aparece en el manifiesto: las críticas al capitalismo y al “neoliberalismo salvaje”, por su incidencia en la invisibilización del trabajo de cuidados y en el “control de los territorios y de las personas, así como en las guerras, producto de su alianza con el patriarcado”.

¿Las convocantes se definen anticapitalistas? No. ¿Aparece la palabra anticapitalista en el manifiesto? No. Pero a Inés Arrimadas y a Albert Rivera no les importa. “El día 8 de marzo habrá una representación de nuestra Ejecutiva que estará en esa manifestación que defiende la igualdad de las mujeres pero no apoyamos la huelga general anticapitalista que han convocado porque no somos anticapitalistas”, ha afirmado este lunes Rivera: “Ser feminista no significa ser anticapitalista, ni defender la igualdad de la mujer tiene que tener la obligación de pertenecer a una ideología u otra”.

Por su parte, el portavoz de Ciudadanos en Extremadura, Cayetano Polo, defendió en una entrevista en El Periódico de Extremadura que él no es “ni feminista ni machista”: “¿El machismo no busca la igualdad y el feminismo sí? A lo mejor es que semánticamente no han encontrado la mejor manera de definir las cosas (en referencia a la RAE). Yo ni soy machista ni feminista, creo en la igualdad”.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, también lo tiene claro. Tanto, que le dijo a Ana Rosa Quintana qué tendría que hacer el 8M. “Usted va a aportar mucho más a la causa que defiende trabajando, contando lo que suceda, que si está haciendo huelga”, aseguró en una entrevista en El programa de Ana Rosa.

Insolidario, elitista, anticapitalista, ideologizado, androfóbico y amigo de países donde se obliga a las mujeres ir con burka. La derecha se burla del manifiesto del 8M, un texto que seguramente no haya sido lo más determinante para la buena parte de las mujeres que se sumen a la huelga, con la idea de arrinconar el movimiento feminista en la extrema izquierda. Pero el 8M se si las mujeres movilizadas caben en una etiqueta ideológica o si acaso desbordan las fronteras de los partidos y las ideologías.

De momento, el cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, apoya la huelga feminista: “Hay que defender sus derechos. Lo haría también, lo hace también de hecho, la Santísima Virgen María”.

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