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La desesperada huida de los civiles de los barrios asediados de Alepo

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EFE

Beirut —

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Ahogados por el asedio del ejército, algunos civiles del este de Alepo, bajo el control de la oposición, están tratando de llegar a otras partes de la ciudad siria, con desigual fortuna, en un intento desesperado de huir de una muerte posible por los intensos bombardeos.

Qamar no se resigna a continuar atrapada con su familia en los barrios sitiados de la mitad oriental, pese a que los rebeldes le han impedido escapar a otra zona más segura de la urbe.

“Lo intentaré una, dos, tres veces, las que haga falta”, asegura a Efe por teléfono Qamar, que reside en el distrito de Al Sajur, castigado a diario por los bombardeos y los disparos de artillería de las fuerzas gubernamentales.

Hace dos días, esta mujer, de 19 años, se hartó de la miseria en la que vive y decidió marcharse junto a su marido y su bebé de un año y medio al barrio de Al Sheij Maqsud, situado en el norte y en poder de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), una alianza armada kurdo-árabe.

“No nos gusta el régimen, tenemos miedo de él, así que elegimos ir a Al Sheij Maqsud, allí por lo menos hay algo más de seguridad”, aclara Qamar.

Sin embargo, cuando llegaron al corredor que une Al Sheij Maqsud con el este de Alepo, a la altura del área de Bustán al Basha, los milicianos del opositor Ejército Libre Sirio (ELS) les impidieron el paso, rememora esta mujer.

“Hay francotiradores cerca y el ELS no nos permitió cruzar -recuerda-, había varias familias junto a nosotros, ellos dispararon al aire para asustarnos y tuvimos que regresar a casa”.

Durante esta semana, decenas de civiles han tratado de atravesar desde el este de la población a Al Sheij Maqsud ante el deterioro de las condiciones en la parte oriental de Alepo, donde los ataques se reanudaron el pasado día 15 después de tres semanas de interrupción.

Hace meses que ni el pan, ni las frutas ni las verduras entran en casa de Qamar, donde se alimentan de arroz y macarrones. Apenas hay electricidad o agua, y no disponen de combustible para alimentar las estufas ante la llegada de las bajas temperaturas.

A ello se suman los bombardeos que no cesan. “Desde esta mañana, ha habido varios ataques y justo hace un rato acaban de bombardear aquí cerca”, señala esta mujer, que explica que suelen refugiarse en los sótanos de las viviendas hasta que paran las hostilidades.

Hace diez días, un proyectil impactó en su edificio, que aunque sufrió daños materiales continúa siendo habitable.

“Mi marido resultó herido pero por fortuna solo levemente en la manos”, apunta.

En la última semana, Al Sajur ha sido escenario también de un supuesto ataque con gas cloro, que fue denunciado por activistas, en el que al menos seis personas de una misma familia perecieron.

“En nuestro caso, no llegó hasta nuestra zona ningún olor a gas cloro, así que no pasó nada”, cuenta.

A diferencia de Qamar, Ahmad, otro vecino del este de Alepo, sí que ha conseguido llegar a Al Sheij Maqsud, adonde cruzó la noche del miércoles desde Bustan al Basha sin que lo vieran los milicianos insurgentes apostados en el paso entre ambos distritos.

Ahmad, que residía en el barrio oriental de Al Sheij Hader, se siente ahora seguro tras haber huido del asedio con su mujer y sus cuatro hijos de 11, 10, 9 y 4 años.

“La situación en el este de Alepo es de pesadilla”, lamenta Ahmad, quien menciona el caso de un amigo suyo que hace unos días resultó herido por un disparo y acudió a un improvisado centro sanitario, “porque todos los hospitales están cerrados”.

“Allí se encontró con que había otras cuatrocientas personas también heridas que estaban esperando a que les atendieran, y apenas había médicos”, destaca.

Para Ahmad, lo peor han sido los bombardeos “día y noche, no paraban en ningún momento”, pero ahora respira aliviado en su nuevo destino, donde de forma momentánea se está quedando en casa de un amigo.

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