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Los “eurofans” pisan los talones del inspector Wallander

Los "eurofans" pisan los talones del inspector Wallander

EFE

Malmö (Suecia) —

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Los “eurofans” han diluido esta semana con su algarabía y sus banderas el verde natural de Malmö, “el puente de Suecia con el resto de Europa”, así como la personalidad apacible que reina en toda la región de Escania, un imán para los asesinatos literarios que investiga Kurt Wallander.

Su autor, Henning Mankell, podría idear una trama en la que uno de esos miles de visitantes que revolucionan estos días su tranquilo escenario apareciera flotando en el canal que rodea la ciudad, dando luz a un nuevo caso del malencarado inspector que creó en 1991 y que ha protagonizado trece de sus novelas, amén de películas y series de televisión (con Kenneth Brannagh prestándole su rostro).

Es fácil seguir los pasos de Wallander a lo largo y ancho de Ystad, la ciudad vecina de Malmö donde tiene su vida y su oficina, o alcanzar las ruinas del castillo de Stjärnsund, donde este agente borrachuzo se refugia en busca de soledad.

Releer sus páginas nos llevaría además a uno de los monumentos más visitados de toda Suecia, el complejo megalítico en forma de barco Ales Stenar o “las piedras de Ale”, junto al pequeño pueblo de pescadores Kaseberga, que aparece en “Antes de que hiele”.

Sus fans no deberían perderse tampoco algunos de los escenarios más emblemáticos de los crímenes que investiga, como la playa de Nybrostrand, donde muere asesinada la pareja de novios de “Pisando los talones”.

Wallander comparte con Mankell dos placeres accesibles en Malmö: la ópera y la naturaleza, algo que abunda en la llana y fértil región de Escania. No en vano, Malmö preserva esa imagen con su vasta red eólica y su contribución a la sostenibilidad medioambiental y, orgullosos del agua que brota de sus grifos, invitan a probarla antes de consumirla embotellada.

La otra pasión de Wallander, la ópera, está presente en Malmö y también en la cercana Copenhague. El puente de Oresund, de casi 8 kilómetros de largo, permite que vehículos y trenes conecten en apenas media hora estas dos urbes con tantos antecedentes comunes que, como bromean desde el mismo festival, a veces es difícil saber dónde empieza Suecia y dónde acaba Dinamarca.

En Copenhague recalan también muchos suecos los fines de semana, en busca de un placer menos confesable del que también abusa Wallander: el alcohol. La culpa es de los precios prohibitivos, que hacen que una cerveza cueste aquí lo mismo que un combinado espirituoso en España.

A pesar de ello, la fiesta está instalada en Malmö, la tercera ciudad más poblada de Suecia, que se ha convertido por segunda vez en su historia en sede de Eurovisión, tras la edición de 1992, en la que ganó la irlandesa Linda Martin con “Why me?”.

Entre las claves de su elección, se encuentra su tamaño manejable, su activa vida cultural y de clubs, su sólida red de infraestructuras y su compromiso con el mercado justo y orgánico, como bien saben los acreditados que han probado el café del festival.

Pasado y presente se dan la mano en su recoleto centro histórico, por cuyas vías adoquinadas flanqueadas por bellos edificios medievales fluye internet sin cables de forma gratuita.

Dejándose llevar por ellas se llega a las afueras, al Malmö Arena que sirve de sede a Eurovisión 2013 o, más allá, al emblemático “Turning Torso” de Santiago Calatrava, cuyo diseño debe ser de lo poco retorcido que conoce esta urbe reposada más allá de las novelas de Mankell.

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