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El exilio de ida y vuelta del capitán y periodista Luis Suárez

El exilio de ida y vuelta del capitán y periodista Luis Suárez

EFE

Sevilla —

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Salió a pescar en un bote con Fidel Castro y Gabriel García Márquez, fue el oficial de Estado Mayor más joven de la República en la Guerra Civil y convirtió su brillante carrera periodística en México en un exilio de ida y vuelta, ya que desde 1958 se integró en la clandestinidad comunista española.

Luis Suárez López nació en Albaida del Aljarafe (Sevilla) en 1918 y poco antes de fallecer en la capital mexicana en 2003 publicó en México sus memorias, “Puente sin fin. Testigo activo de la historia”, que ahora el Instituto de Estudios Andaluces publica por primera vez en España.

Se trata de un volumen complementario de “España empieza en los Pirineos”, sobre su estancia en los campos de concentración franceses, que Suárez escribió en la inmediata posguerra y que en España ya fue incluido en la colección Biblioteca del Exilio.

El profesor de Literatura Contemporánea de la Autónoma de Barcelona José Ramón López, responsable de esta edición, ha dicho a Efe que el valor de la obra de Suárez está en que hace compatible “su capacidad periodística, actividad en la que fue toda una institución en México, con su capacidad literaria”.

También ha destacado su “dominio para mezclar tiempos, en distintas capas de la memoria” gracias a sus dotes literarias, que también estuvieron presentes en sus reportajes y entrevistas, y en su capacidad de autocrítica por más que siempre estuviera entregado a la causa comunista.

El profesor, que ha calificado de “gran memorialista” a Suárez, ha señalado igualmente su adaptación al exilio convirtiéndose en uno de los periodistas más importantes de México, así como su habilidad para desenvolverse entre las elites políticas mexicanas.

Entre las anécdotas de estas memorias ha destacado la del día de pesca con Fidel Castro y García Márquez, al término del cual el escritor se quejó de recibir unas doscientas peticiones anuales para escribir prólogos y que precisaría a alguien que le ayudara en esa tarea, a lo que Suárez le contestó con humor que ese trabajo se lo encargara a Isabel Allende, porque, le dijo, “escribe igual que tú”.

La primera imagen de “Puente sin fin” es la de la cubierta del Sinaia, mítico buque en el que a mediados de 1939 partieron desde Francia 1.600 exiliados españoles que fueron acogidos en México, donde Suárez emprendió una carrera periodística que le llevó a cubrir la guerra de Argelia, la revolución cubana, Vietnam y las invasiones de República Dominicana, Granada y Panamá.

También la revolución sandinista, el derrocamiento de Duvalier en Haití, la guerra de Angola, la lucha del Che Guevara en Bolivia, el golpe de Estado en Chile y la guerra de Afganistán, además de destacar como entrevistador con sus preguntas a Diego Rivera, Fidel castro, Ché Chevara, Ho Chi Min, Nikita Kruschev, Salvador Allende, Omar Torrijos, Indira Gandhi, Chu En-Lai o Pablo Neruda.

Al futuro presidente Felipe González lo conoció como “Isidoro” en 1974, y desde enero de 1976 se reunió con Santiago Carrillo, Marcelino Camacho, Antonio García Trevijano, y de nuevo con González, como parte de la delegación que trataba de restablecer las relaciones de México con España.

Desde 1958, primera vez que regresó a España, donde, según propia confesión, se encontró como si nunca se hubiera ido, se puso a disposición de los comunistas en el interior y contactó con alguno de los nombres más célebres de la resistencia como Paco Rabal, Ricardo Muñoz Suay y Juan Antonio Bardem.

Luis Suárez, un joven de 18 años al estallar la Guerra Civil, efectuó una brillante carrera militar tras participar en los primeros días de julio de 1936 en los tiroteos que, sin éxito, trataron de contener desde el barrio obrero de Triana el avance franquista.

Tuvo que huir de Sevilla a Madrid, donde se alistó en el ejército republicano, del que enseguida fue teniente y, poco después, capitán de Estado Mayor, y en el que también ejerció de comisario político de una brigada.

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